El periodismo es un oficio que pisa callos y genera incomodidad. De otra forma, se convierte en una extensión de la comunicación institucional y aunque pueda ser un trabajo digno, que paga impuestos y genera empleos, hay quien no lo puede ver así.
En las distintas plataformas de comunicación, del amplio espectro de medios que existen, cada uno se dirige a audiencias específicas y tiene su propia línea editorial. Ningún convenio precisa que se pagará por imponer una línea editorial, pues eso atentaría contra el derecho a la libertad de prensa y la libertad de expresión.
El problema con el nuevo régimen es que durante mucho tiempo fue oposición y hoy que es gobierno le resulta difícil asimilar que crítica siempre ha habido y lo ideal es que esa crítica se mantenga. Muy diferente será distinguir de una crítica objetiva, fundamentada, de aquella que atiende a otros intereses. Criminalizarla por decir las cosas como son, eso sí es un grave error.
Hoy en Zacatecas algunos colegas son señalados por no aplaudir a un aspirante a la gubernatura y por evidenciar inconsistencias en su gestión. Desde Lalalá News hemos hecho lo propio hacia el grupo del que se rodea este aspirante, con consecuencias similares, aunque todavía nos ven chiquitos y subestiman lo que puede hacer el periodismo de investigación, el cual forma parte de nuestra línea editorial desde el inicio.
Ahora se intenta descalificar a los colegas por temas personales que, dicen, influyen en su línea editorial, pero siguen sin responder a los señalamientos por inconsistencias e irregularidades encontradas, documentadas y que han trascendido a nivel nacional.
La verdad es que abrir un frente contra los medios de comunicación, en especial contra los que hacemos periodismo de investigación, no es muy buena idea cuando se sabe que tienen una larga cola que les pisen y hay documentos que lo prueban. Un periodismo no debe callar ante las cosas que marchan mal en un gobierno, al contrario, tiene una enorme responsabilidad con sus audiencias, con sus lectores, y cada uno determina su línea editorial de acuerdo con esa audiencia.
Pongamos como ejemplo a Carmen Aristegui. Mientras Andrés Manuel López Obrador fue oposición, ella y su equipo realizaron grandes trabajos de investigación y se dedicaron a denunciar las irregularidades en los gobiernos. Hoy que MORENA es gobierno, calla. Y sin embargo, contamos con organizaciones como Mexicanos contra la Corrupción o el Instituto Mexicano para la Competitividad, entre muchos otros, que realizan trabajos de investigación a este y a gobiernos anteriores y que siguen siendo descalificados por recibir ingresos de diferentes fuentes.
Un medio de comunicación no vive del aplauso. Vende espacios publicitarios y abre su plataforma para que el “cliente” coloque sus contenidos, pero el medio sigue manteniendo una línea editorial, sigue siendo una empresa que generan empleos, que paga impuestos y que genera sus propios contenidos.
Una mente objetiva leerá lo que producen diferentes medios de comunicación para contrastar su información sobre un mismo tema y generarse un criterio sobre la noticia. Leer únicamente lo que genera placer o satisfacción deja de lado la crítica que podría ayudar a corregir lo que se está haciendo mal. Omitirla es perpetuar viejas prácticas que se ha prometido erradicar.
¿Con qué cara se señala a periodistas de conflictos de interés cuando el propio Senado de la República se ha convertido en agencia de colocación para familiares?, ¿con qué cara se señalan conflictos de interés cuando los medios que califican de “objetivos” forman parte del mismo proyecto al que aplauden?
Pero ya llegarán los tiempos en los que buscarán al periodismo para una entrevista, una mención, un aplauso en tiempos electorales. Con esos antecedentes, ¿con qué cara? Y si se les cuestiona con fundamentos, ¿será otra infamia? Las audiencias y los votantes también se cansan de las mismas peroratas y mentir tiene un alto precio. Al tiempo.