Las relaciones humanas deberían ser un tema dominado por la humanidad, creo yo, pero entre más conocimientos tenemos y más tecnología usamos, más nos vamos desvinculando de nuestros semejantes. Unos dicen que porque pensamos más y sentimos menos.
La preparación intelectual individual y como comunidad, al igual que los conocimientos en otros ámbitos de la vida, nos han ido cambiando paulatinamente; esos cambios a veces no los notamos de inmediato, sino que deben pasar generaciones enteras para que la transformación sea evidente.
En este contexto están inmersas las relaciones sentimentales, esas que pareciera que van pasando de moda o que importan menos en un mundo que objetivamente ya no se rige por ideales, sino por negocios, dinero y éxito económico.
Antaño, según cuentan nuestras abuelas, en el mejor de los casos, los noviazgos eran por cartita, los enamorados se veían poco y casi nunca a solas, cuando no eran tan buenos era cuando el matrimonio estaba pactado incluso antes de que nacieran los cónyuges.
Definitivamente han influenciado en este tipo de relaciones el conocimiento del mundo, la ciencia, el arte, etc., y la aceptación en general de la mujer como igual al hombre en asuntos oficiales, políticos y laborales.
Antes, los hijos no contradecían a los padres y los obedecían casi ciegamente, según nos enteramos en películas y novelas románticas de la época, y los matrimonios perduraban.
Hay quien dirá que no había de otra con tantas restricciones para las mujeres, quienes eran mal vistas si se divorciaban, aunque tuvieran una vida miserable, pues tenían “que cargar la cruz que Dios les dio”. En contraste, ahora ya nadie piensa siquiera en cruces, menos las carga.
Personalmente celebro esa emancipación de la mujer, aunque muchas veces malinterpretada, pero lamento tanto que junto con esa liberación también se haya ganado un quebrantamiento en la institución matrimonial.
Al menos en Zacatecas, cada vez son más jóvenes los que se divorcian luego de convivir en matrimonio muy poco tiempo. La edad promedio de divorcios según el INEGI está entre los 38 y 41 años.
Entre las causas más frecuentes del divorcio están: el abandono de hogar, violencia intrafamiliar y la infidelidad. Hay quienes ni siquiera celebran su primer aniversario de bodas cuando ya están firmando el acta de divorcio. Un punto a favor es que casi el 40% no tienen hijos.
Creo que la vulnerabilidad del matrimonio hoy día se podría revertir si ambos contrayentes sintieran más sus sentimientos y monetizaran menos la relación y más importante aun, que cimentaran su relación en un “corazón pensante”, para planear una vida en amorosa convivencia, para eso es el feliz lapso del noviazgo, para conocerse e indagar un poco en las costumbres e ideas familiares que carga consigo el ser amado.
Porque cuando el enamoramiento está a flor de piel, todo parece ser miel sobre hojuelas en un extremo y en el otro lado, ya viendo con frialdad las cosas, parece insostenible una vida en conjunto ante el alto costo de la vida moderna (casa propia, autos, escuelas particulares, viajes, fiestas) y todo acaba en desilusión.
¿Será que la causa de tanta separación es que no acabamos de entendernos nosotros mismos cuando queremos entender a alguien más?