Con frecuencia estamos tan acostumbrados a gozar de nuestros cinco sentidos que pocas veces nos ponemos a pensar ¿qué pasaría si nos llegara a faltar alguno? Esa es la realidad a la que se enfrentan las personas con discapacidad y a propósito del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, es buen momento para hacer una pausa y reflexionar hasta dónde el privilegio nos puede poner en desventaja.
Hoy, en Lalalá News, publicamos una entrevista con Lourdes Rodarte, directora del Instituto para la Atención e Inclusión Social de las Personas con Discapacidad, una charla muy enriquecedora y de la que me quedo con una reflexión: nadie está exento de vivir una condición de discapacidad.
Pocas personas saben que tengo una deficiencia visual que se ha agudizado conforme pasa el tiempo y se vuelve crítica cuando tengo esas infecciones tan recurrentes en los ojos. Como muchas otras personas que viven esta situación, sabrán que esto obliga a desarrollar otros sentidos para hacer nuestras actividades cotidianas y aunque se limita nuestra movilidad, aprendemos primero a reconocer nuestro entorno inmediato y memorizarlo para no depender del sentido de la vista.
Yo he aprendido a memorizar cuántos escalones hay en mi casa, cuántos pasos mide mi cama, cuántos pasos hay que dar para llegar al baño, a qué altura se encuentra el pasamanos, dónde se ubican los apagadores de luz, a qué distancia hay que extender el brazo para alcanzar los lentes al despertar… y así podría describir montón de actividades que parecen insignificantes, pero que cuando te falta uno de los sentidos te hace repensar en la importancia de desarrollar el resto.
Este tipo de discapacidad es gradual, algo natural si se considera el deterioro del cuerpo conforme envejece, incluso si fuera algo genético, pero hay otras circunstancias en las que una persona puede vivir una condición de discapacidad.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se estima que dos de cada 10 hogares en Zacatecas tiene un familiar con alguna discapacidad. Y entre las principales causas que originan una discapacidad, en primer lugar destaca derivado de una enfermedad, seguido por la edad avanzada, desde el nacimiento y a causa de un accidente.
Por tipo de discapacidad, la mayoría se trata de discapacidad motriz y visual, y en menor proporción la dificultad para hablar o comunicarse, la discapacidad auditiva, la dificultad para bañarse o comer, la discapacidad intelectual y mental. Esto debe ponernos a pensar ¿qué haríamos en caso de vivir alguna de estas condiciones de discapacidad? ¿estamos preparados? ¿dependeríamos de alguien más para realizar nuestras actividades cotidianas?
Un ejemplo de la dinámica que viven las personas con discapacidad es que una de cada tres obtiene sus ingresos directamente de un trabajo, pero más de la mitad aún depende de los programas sociales del gobierno. Son circunstancias de las que nadie está exento, circunstancias que deben despertar la empatía de la sociedad y tomar conciencia sobre la importancia de impulsar la inclusión social de las personas con discapacidad.
Esto también debe llevarnos a reflexionar sobre el principio 16 incluido en la Guía Ética para la Transformación de México, “Del trabajo”, donde se menciona que “no hay mayor satisfacción que tener trabajo y disfrutarlo”, pero excluye de esta dignidad a las personas con discapacidad. Esa exclusión no contribuye al cambio necesario para lograr la inclusión social de las personas con discapacidad, incluyendo en el ámbito laboral.
Por eso hay que reconocer a todas aquellas empresas e instituciones que han abierto las puertas a las personas con discapacidad e impulsan su inclusión como una forma de dignificar el trabajo viviendo en esta condición. La segregación, la exclusión, es otra forma de discriminación y si lo pensamos bien, demuestra falta de empatía con quienes a pesar de no contar con las ventajas que la mayoría, han desarrollado aún más sus habilidades y destrezas (incluyendo sus sentidos) para realizar su vida cotidiana, algo que difícilmente entenderemos cuando gozamos del privilegio de tener nuestros cinco sentidos.
Nadie está exento de vivir una condición de discapacidad. Aprendamos de quienes nos llevan ventaja y trabajemos en su inclusión, porque las acciones que emprendamos hoy tal vez nos sean devueltas el día de mañana.