Hace unas noches mi hijo menor y yo veíamos televisión. En una de las escenas de la película que veíamos se mencionó que era delito el trabajo infantil y que por eso llevarían a prisión a los explotadores; mi hijo se sorprendió y me preguntó: ¿eso es verdad?, le dije que sí; y más se sorprendió cuando le dije que también aquí en México y por supuesto en Zacatecas es ilegal que trabajen los niños.
Con sus ojitos muy abiertos me preguntó: ¿Entonces por qué hay tantos niños trabajando? Y de inmediato vino su natural reflexión y empezó su discurso: Hay muchos niños en los semáforos limpiando vidrios, vendiendo cosas y haciendo circo y hasta recordó a los niños músicos de la feria… y esos son sólo los que vemos y recordó las múltiples veces que en un arrebato de impotencia o desesperación, al ver que no pone empeño en sus tareas o se distrae mucho, le digo que él es un niño privilegiado cuya única obligación es estudiar, hacer bien sus tareas y colaborar para mantener en orden la casa.
Intenté explicarle lo más claro posible, para asegurarme de que comprendiera (tiene 9 años), de lo que se trata el trabajo infantil y algunas de sus causas, pero la verdad me resultó más complicado poder argumentar por qué no hay nadie que sancione a quienes explotan a los niños, porque van desde los niños que realmente trabajan para comer hasta los que son explotados literalmente por mafias por un lado, y por otro que las autoridades no aplican estrictamente las leyes, se hacen “de la vista gorda” o en el mejor de los casos intentan solucionar desde el escritorio este tipo de problemas sociales.
En medio de todo este embrollo están los intentos fallidos que hacen los gobernantes para apoyar a los niños que trabajan puesto que, en la mayoría de los casos, los propios niños se niegan a ir a un albergue donde les den atención o sus padres son quienes los esconden cuando se presentan las inspecciones de la Secretaría del Trabajo.
Eso me lleva unos años atrás, cuando hice un reportaje justamente del trabajo infantil y constaté que en Río Florido, Fresnillo, entre los jornaleros agrícolas adultos hay muchos niños que corren a esconderse en cuanto ven que alguna autoridad se acerca.
O mucho antes, cuando se echó andar un programa para apoyar a niños y adolescentes en situación de calle, si mal no recurso se llamaba MECED (Programa de Menores en Circunstancias Especialmente Difíciles). Más tardaban en localizar e invitar a los menores a un albergue que ellos en desertar, otro ejemplo es el autolavado que sería operado por estos niños y jóvenes, que tampoco prosperó.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se calcula que 151.6 millones de niños son víctimas del trabajo infantil. Casi la mitad (72.5 millones) ejercen alguna de las peores formas de trabajo infantil, como esclavitud, trata, trabajo forzoso o reclutamiento para conflictos armados.
En México hay 3.3 millones de menores que trabajan, 2 millones desempeñan labores no permitidas por la Ley Federal del Trabajo en minas, bares o el campo, en Zacatecas existen más de 45 mil niños y adolescentes en ocupaciones no permitidas de acuerdo con el Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil elaborado con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), entre otras fuentes.
En 2015 el Inegi contó en México 2 millones 475 mil 989 niños y adolescentes de 5 a 17 años que realizan alguna actividad económica y 2 millones 217 mil 648 realizan ocupaciones no permitidas.
Una consecuencia colateral de la pandemia de Covid-19, al menos en Zacatecas, es que parece que aumentaron los niños en la calle que a cambio de algunas monedas limpian parabrisas, hacen malabares, venden cualquier tipo de cosas o sencillamente piden dinero, sólo dese una vuelta al crucero de los supermercados, en los semáforos verá lo que parece “un rebaño sin pastor” de menores que entre los autos corren de un carril a otro.
Con tanto dato, la verdaderamente sorprendida fui yo, al constatar con cifras que efectivamente, mi Alex es un niño privilegiado igual que sus hermanos lo fueron.