Pornhub y el privilegio de ser Facebook

Hace unos días trascendió la noticia de que el sitio de pornografía Pornhub había dado de baja más de dos terceras partes de sus contenidos por acusaciones sobre delitos sexuales e incluso pornografía infantil. La noticia corrió como pólvora por todo el mundo, con múltiples opiniones sobre el tema, no como la dualidad “a favor / en contra” a la que nos han acostumbrado últimamente.

Hace algunos meses había comentado sobre el incremento de visitas a sitios de pornografía durante la contingencia por el COVID-19, especialmente en el periodo de confinamiento en los hogares, una medida que también derivó en la pérdida de millones de empleos en diferentes países y que obligó a esas personas a buscar otras fuentes de sustento.

Entre esas fuentes está la industria de la pornografía, que ya no solo abarca estos sitios donde usualmente se distribuyen contenidos para adultos, con una alta proporción de usuarios no verificados, sino que también se ha extendido a otras plataformas como Onlyfans o Just For Fans, que permiten comercializar ese tipo de contenidos.

Pues en el caso de Pornhub, que hasta hace unos meses se mantenía como una de las plataformas más visitadas alrededor del mundo (unos 42 mil millones de visitas durante el 2019), ya hacía rato que habían circulado algunas denuncias donde se reportaba contenido que mostraba delitos sexuales como violación o abuso sexual e incluso pornografía infantil.

Fue hasta que la BBC y el New York Times publicaron reportajes al respecto que la empresa decidió dar de baja más de 10 millones de videos mientras se realizaban las investigaciones correspondientes. Eso implicó restringir el acceso únicamente a usuarios verificados y eliminar formas de pago como tarjetas mastercard o vía paypal.

Y si bien la medida por muchos fue tomada como algo drástico, evidentemente esto también afectó a la industria pornográfica formal, que paga impuestos y genera empleos directos e indirectos.

De ahí surgieron múltiples críticas hacia la situación: por un lado, se pone a Pornhub en el ojo del huracán mientras plataformas similares, incluso con los mismos contenidos y con menores controles de seguridad, se hacían de la vista gorda.

Pero la situación fue más allá, cuando comenzó a cuestionarse el uso de plataformas como Onlyfans o Just For Fans debido a que sus contenidos eran “moralmente despreciables”, al ser producidos principalmente por trabajadores sexuales o personas que, ante la desesperación del desempleo en el que habían caído por la pandemia, buscaban una forma de ganarse el sustento. El caso llegó a tal grado que el New York Post llegó a victimizar a una doctora que había abierto su cuenta de pornografía para completar sus gastos.

Entre una sociedad moralina que cuestionaba la actividad realizada por trabajadoras y trabajadores sexuales, surgió Alexandria Ocasio Cortez, la mujer más joven elegida en el Congreso en la historia de Estados Unidos, para poner la situación en perspectiva.

En respuesta a uno de estos mensajes inquisidores de la moral republicana gringa, Ocasio Cortez escribió en sus redes sociales: “El trabajo sexual es trabajo. El gobierno federal no ha hecho casi nada para ayudar a la gente en meses. Debemos aprobar controles de estímulo, ingreso universal, ayuda para pequeños negocios, financiación de hospitales, etc. Mantenga el foco de la vergüenza ahí, no en marginar a las personas que sobreviven a una pandemia sin ayuda”.

Sobra decir que este mensaje representa la realidad de millones de trabajadores sexuales alrededor del mundo, lo que no exime de mantener estrictos controles en este tipo de plataformas para evitar que se difundan contenidos que impliquen delitos sexuales o pornografía infantil, algo de lo que al menos Pornhub está asumiendo el compromiso y todo lo que conlleva.

En cambio, no es novedad que Facebook es una de las principales redes sociales de distribución de pornografía infantil y otro tipo de contenidos que podrían incurrir en delitos, y a pesar de las millones de denuncias alrededor del mundo, la empresa de Mark Zuckerberg poco o nada ha hecho por combatir estas prácticas. ¿El privilegio de ser Facebook o solo la doble moral de la moral inquisidora?