En 2012 supe de una historia tremenda y casi increíble de un adolescente que estaba sumamente angustiado, deprimido y asustado porque se acercaba el fin del mundo.
El joven había estado sobreexpuesto a todo tipo de información al respecto, situación que no me sorprende ya que con los adelantos tecnológicos, casi cualquiera tiene acceso a todo tipo de noticias o divulgación, sean ciertas o no, pero no pocas veces el interlocutor lo da por cierto.
Como ese joven supe también de gente que en lugares distantes, construyeron ciudades o fortalezas donde almacenan todo tipo de insumos para hacer frente a una eventual destrucción del mundo tal como lo conocemos.
En nuestro diario vivir, al menos yo, jamás me he detenido a prepararme para alguna catástrofe de ninguna magnitud. Estoy más ocupada atendiendo asuntos del día, tanto domésticos como laborales y sí, confieso, también temas muy personales. Creo que así vivimos la gran mayoría.
Pues bien, mi hipótesis queda respaldada por los recientes acontecimientos naturales que ocurren en Texas donde viven cientos, tal vez miles de zacatecanos que por tradición, cultura, necesidad o curiosidad, decidieron cruzar la línea fronteriza entre México y Estados Unidos y asentarse en aquella tierra que alguna vez fue mexicana.
He hablado con algunos paisanos por mi quehacer reporteril y me sorprenden sus historias, pues ya sean migrantes o nativos por generaciones de esas benditas tierras, la están pasando muy mal con la peor tormenta invernal de los últimos 30 años o más.
No estaban preparados para soportar tan bajas temperaturas, sin electricidad, sin agua y en algunos casos sin alimentos, porque nadie se preparó, ni la ciudadanía ni los gobiernos, y no es que no haya sino que por la gran cantidad de nieve, las carreteras están cerradas y no hay forma de distribuir insumos por todo Texas.
El sábado, cuando empezó a caer aguanieve, según las historias de algunos migrantes, todos se sorprendieron por el intenso frío; luego cuando empezó a nevar, muchos se emocionaron por el espectáculo agradable a la vista, porque muchos no conocían la nieve, pero lo que empezó como novedoso, poco a poco se ha ido convirtiendo en desastroso.
Tal es la magnitud del “desastre natural”, diríamos en México, que el domingo por la noche el presidente Joe Biden declaró emergencia meteorológica en todo el estado y ordenó que se brindara asistencia federal a las autoridades locales y estatales ante las nevadas y temperaturas bajas extremas.
Los medios de comunicación reportaban hasta el lunes que casi 2.6 millones estaban sin energía eléctrica en Texas y aunque no vi cifras exactas, también la población carece de agua potable suficiente y para rematar, las compras de pánico vaciaron los estantes de las tiendas departamentales.
Algunos paisanos narran que ha sido muy complicado calentarse porque al no haber electricidad, los sistemas de calefacción no sirven, el servicio de internet es intermitente por la misma situación y con ello, las clases a distancia que se habían habilitado el lunes por las bajas temperaturas se suspendieron.
Aunque efectivamente hay gente trabajando, muchos están en sus casas porque no tienen manera de trasladarse, ya que tampoco estaban preparados para tener a mano lo necesario para mover los vehículos, propios o del trabajo, pues, según explican, muchos automotores allá funcionan con diésel, que se congela ante las bajas temperaturas.
“Para los de más al norte de Estados Unidos tal vez esto sea normal o no sea nada, pero no para los texanos que no estamos acostumbrados a esto”, dijo María Márquez, originaria de Zacatecas capital y actualmente residente de Cleburne, Texas.
Los pronósticos no son alentadores, ya que se pronostican bajas temperaturas los próximos días. Mientras tanto, las alacenas y los refrigeradores se vacían en las casas…
Lamentable situación viven nuestros paisanos y más con las inclemencias del clima. Los seres humanos estamos recibiendo una lección del planeta.