¿Crisis de partidos o de políticos?

En el preámbulo del arranque de campañas del proceso electoral 2020-2021, el escenario político se agita cada vez más. Encuestas un día sí y otro también, declaraciones a diestra y siniestra, gente aquí y allá levantando la mano y la publicidad pagada que invaden nuestras redes sociales. Ese es nuestro día a día.

Con los procesos internos de los partidos políticos para la selección de sus aspirantes a un cargo de elección popular, no faltan los inconformes con los resultados, las salidas, los anuncios de “nuevas” adhesiones, las publicaciones desesperadas buscando quién les considere en el proceso electoral y, por supuesto, impugnaciones.

Resta prácticamente un mes para el inicio formal de las campañas el próximo 4 de abril y durante 60 días viviremos un mar de propaganda electoral. Lo que vivimos ahora, por muy tedioso que resulte, no se acerca a lo que vendrá en unas semanas más.

Pero entre esa propaganda que hoy nos invade por todos lados, llama la atención que en muchos casos se trata de acusaciones entre partidos, como si cada instituto político arrastrara con viejos estigmas que incidirían en el grueso del electorado.

La realidad es que son las personas quienes hacen a los partidos políticos y hoy mediáticamente se aprovechan las acusaciones contra determinadas figuras públicas para capitalizar los ataques hacia partidos opuestos.

Cuántos exgobernadores y exfuncionarios de administraciones priístas o panistas hoy están en el ojo del huracán por señalamientos, acusaciones, procesos judiciales en su contra e incluso más recientemente órdenes de aprehensión y la línea que se sigue es “ese es el PRI”, o el PAN, o el PRD o cualquier partido que haya tenido un espacio de toma de decisión en el pasado y que sea contrario a los partidos que integran la coalición Juntos Haremos Historia.

Sin embargo, Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) y partidos afines no se quedan atrás. Baste recordar la polémica generada tras la decisión de haber elegido a Félix Salgado Macedonio como el candidato a la gubernatura por la coalición Juntos Haremos Historia para el estado de Guerrero.

Luego de esta decisión, “revivieron” las acusaciones en su contra por presunto acoso y abuso sexual, lo que derivó en impugnaciones al proceso interno de elección de candidaturas y su consecuente reposición según la sentencia de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia.

Hoy la figura de Salgado Macedonio es para MORENA lo mismo que un Francisco Cabeza de Vaca para el PRI, o un Felipe Calderón para el PAN, o un Manuel Velasco para el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), o una Elba Esther Gordillo para Nueva Alianza, o un Samuel García para Movimiento Ciudadano y así podríamos seguir.

Se trata de figuras que en su momento representaron a un instituto político, pero cuyas acciones incidieron en demeritar su imagen, un aspecto que en periodo electoral nunca van a desaprovechar los opositores a menos que se les duerma.

¿Qué tan válida es esta estrategia? Tanto que ha sido aplicada por los principales partidos políticos. Lo fue en su momento por quienes pretendían obstaculizar la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia (recuérdese el famosos spot “Un peligro para México”), pero años más tarde fue el propio López Obrador quien utilizó la misma estrategia para atacar a sus opositores y hacerse de la Presidencia. Y todo indica que la misma línea continuará en este proceso electoral.

Pero de ahí a ser blancas palomitas, ninguno. Cada partido político, incluso en este proceso electoral, ha impulsado a figuras que han contribuido al desgaste de los institutos políticos. No están libres de “pecado” y, aun así, tienen la osadía de arrojar la primera piedra.

En todo esto se advierte un detalle: mientras MORENA y sus aliados están unidos en torno a una sola persona (que ni siquiera estará en la boleta este año), los demás partidos no pueden decir lo mismo. ¿Un Ricardo Anaya?, ¿un José Antonio Meade?, ¿Una Margarita Zavala?, ¿Un Gabriel Quadri?

Esa debilidad es una desventaja frente a la aplanadora del 2018 que representó Andrés Manuel López Obrador y la coalición Juntos Haremos Historia, quienes supieron capitalizar las campañas remasterizadas de “Un peligro para México”, más la estrategia de victimización (me suena a cierta infamia zacatecana), más el enojo ciudadano en todo este hervidero de acusaciones.

Este proceso electoral, aunque distinto por no tener la figura presidencial en la boleta, tendrá los mismos elementos que en el proceso del 2018, más los negativos que genere la ausencia de una figura que unifique a la oposición. No entender este escenario es pisar en falso en cualquier otra estrategia a emprender.