La elección más grande (y rancuana) de la historia

Desde que inició el proceso electoral 2020-2021 se nos vendió como “la elección más grande de la historia”. Nunca nos dijeron que también sería la más controvertida, de las más caras y la más pobre en propuestas.

Mucho podríamos decir sobre los decepcionantes procesos internos en los partidos políticos para la selección de sus candidatos, más todavía sobre los perfiles de sus aspirantes y más aún sobre sus argumentos de campaña.

Pero basta ver el panorama en lo local para darse una idea de lo que acontece (y sus dimensiones) en el plano nacional. De inicio, dos coaliciones que parecerían contradictorias, hasta imposibles, como el agua y el aceite, con perfiles cambiando de camiseta y logos de un día para otro como si se tratara de ropa interior.

Lejos quedó la política de partidos y las convicciones de sus cuadros. Las doctrinas pasaron a segundo plano: el objetivo es ganar en las urnas, así haya que aventarse machincuepa y media para justificar alianzas (y chapulineo).

Miente quien afirma que el presidente Andrés Manuel López Obrador no estará en las boletas. La diferencia a los comicios del 2018 es que su nombre en esta ocasión no estará impreso en las papeletas, aunque se encuentra en boca de todos los candidatos de la coalición Juntos Haremos Historia, especialmente de quienes hoy contienden bajo las siglas de MORENA.

Sin embargo, una cosa es gastar saliva repitiendo el nombre del mandatario federal (o de la Cuarta Transformación) y una muy diferente hacer propuestas de gobierno alineadas a su Proyecto de Nación. ni siquiera portar una playera color guinda es garantía de que tal o cual candidato sea lo que llaman “obradorista”.

Uno de los grandes problemas en cada proceso electoral, sobre todo una vez que se renuevan los órganos de gobierno, es que cada administración llega a imponer su sello, algunas veces hasta lo venden como “el hilo negro” de la administración pública, y así tenemos planes de gobierno proyectados hasta para varias décadas, cuando se trata de gestiones muy cortas (y pasajeras), sin garantía de continuidad incluso tratándose del mismo partido político.

Bajo esta dinámica, ninguna política pública es garantía de éxito si no reúne factores como la capacidad de medición y evaluación de resultados, pero también su continuidad a través de varias administraciones. Ya lo hemos visto con programas federales y en algunos casos estatales.

Pongamos un ejemplo muy burdo. En el sexenio de Amalia García Medina fue creada una Comisión de Cinematografía que se encargaría de promover la industria fílmica en Zacatecas. Sin embargo, la iniciativa no tuvo continuidad en las dos administraciones siguientes y cuando se intentó revivirla desde el ámbito municipal, ya ha pasado más de un año desde su anuncio y no parece que vaya a revivir.

Ahora vayamos a ejemplos prácticos sobre la complejidad de las propuestas y proyectos de gobierno. Pensemos en el ámbito agropecuario. Algunos casos de tuberculosis bovina en México motivaron al Departamento de Agricultura de Estados Unidos a endurecer sus controles sanitarios y todo indica que a partir de esta semana se cerrarán las exportaciones para al menos 11 estados, incluido Zacatecas.

La situación pudo prevenirse si desde el Gobierno federal no se hubieran recortado los recursos destinados a sanidad animal y vegetal, o si desde el Programa Crédito Ganadero a la Palabra hubieran tenido mayor control sobre la calidad de los bovinos que se entregaban a los productores, no con las deficiencias que señaló la Auditoría Superior de la Federación. ¿Y qué hizo el estado? Porque todos tuvieron su responsabilidad.

Ahora bien, sobre esta coyuntura, ¿por qué no se ha pronunciado el candidato a la gubernatura que también fue responsable del Crédito Ganadero a la Palabra? Y en el caso de la coalición Va por Zacatecas, la propuesta de garantizar los recursos para sanidad animal suena muy tentadora ante esta circunstancia, aunque no se dice que prácticamente el 2021 ya hay que darlo por muerto en materia de exportación de ganado debido a la pérdida de certificación.

¿Cómo se va a compensar a los productores? Porque le siguen invirtiendo, a pesar de que este año apunta más a tener severas pérdidas. ¿Quién fue responsable? Todos y nadie a la vez. ¿A quién se va a castigar por haber motivado esta circunstancia? Pasará lo mismo que en la mayoría de los casos de corrupción: mucha denuncia mediática, poca denuncia penal y hasta el momento, casi nulas las sentencias en el tema.

Finalmente, sean afines al partido en el gobierno o sean oposición, en ningún caso parece considerarse que al menos al presidente Andrés Manuel López Obrador le resta la mitad de su administración, tres años en los que las nuevas administraciones tendrán que adaptar sus planes de gobierno. Ni todo debe ser confrontación, ni todo debe ser alineamiento a ciegas. El punto de equilibrio es lo que hace falta en Zacatecas.