Ya cerquita del Salado rugieron dos R-15

La semana pasada se me hizo bolas el engrudo y no supe ni en qué día vivía, pareciera novedad pero es normal en mí, no sé qué día es nunca. En fin, les cuento esto para poder contarles también otra cosita bien feita y así.

El martes de la semana pasada un amigo me informó que cerca de mi casa se habían escuchado balazos durante la noche, yo no estaba en la ciudad, pero no me preocupó mucho porque sé que mi mamá está sorda y pues no había posibilidad de que se asustara por los balazos, porque no los había escuchado.

Estaba cerca de casa, no mucho pero sí cerca…

Al día siguiente, durante la tarde, una de mis hermanas nos contó que habían matado al hijo del carpintero, un carpintero que fue mi vecino y ahora es vecino de mi hermana, su hijo se llamaba Álvaro, igual que mi hermano, su hijo también era carpintero, igual que mi hermano, su hijo se dedicaba a realizar trabajines en aluminio, estudiaba por las mañanas.

Esta semana la familia del carpintero perdió a uno de sus integrantes, se quedaron sin su Álvaro, y yo no dejo de pensar:

Álvaro era un joven chambeador, acababa de regresar de un viajecito que hizo con uno de mis vecinos porque se fueron a trabajar juntos, llegó y fue a visitar a un amigo, estaba en la banqueta con su compa, cuando llegaron y les dispararon. Él murió en el lugar y su amigo en el hospital.

En estos días hemos sido testigos de los arranques de campaña, campañas desangeladas y poco propositivas; recuerdo cuando el tiempo de campañas duraba mil doscientos días y salían todos a la calle a regalar cachuchas, despensas, frijolito, y harta basura electoral, esos tiempos donde el dinero se derrochaba a diestra y siniestra. (todavía pero ahora lo hace a escondidas).

Pienso en los candidatos que andan yendo y viniendo y ninguno de ellos sabe que Álvaro ya no va a votar, que ya no podrá arreglar los baños con canceles de aluminio y que terminó tirado en una banqueta que seguramente ni recorrerán.

Ayer estaba viendo la novela de las 8:30 en mi casa cuando de repente se escucharon muchísimos balazos, pensé en cerrar la casa a piedra y lodo, no lo hice porque en eso llegó mi hermana.

Cerca de mi casa (no tan cerca como los homicidas de Álvaro), volvieron a atacar, esta vez a un policía, el agresor se fue a pie según dicen, yo supe que huyeron en moto, sé que no mataron a los polis y sé que Álvaro no corrió con la misma suerte y ya nunca más podrá votar un joven bueno y trabajador.

Eso sé yo y espero que los candidatos no pisen el espacio de la banqueta donde respiró por última vez Álvaro porque también sé que los vecinos le dan la vuelta para no ensuciar el lugar.