Esta semana es, sin duda, una de las más tristes que he tenido durante esta pandemia, así sin más ni más sin decir ¡Agua va! Se le ocurrió al gober anunciar con bombo y platillo que no habrá Feria Nacional de Zairo; yo tengo muchísimas ganas de ir a un baile, que sea norteño, que haya borrachos con los que pueda bailar muy apretujada suavecito y con muchas vueltas y en una de esas hasta una nalga o una chichi me anden apachurrando fingiendo que fue accidente.
En fin, me pareció un poco triste pensar que mis sueños de bailar apretujada tampoco se cumplirán este año; también me entristece muchísimo pensar que no podré comprarme unas gorditas michoacanas con harta manteca y ese hermoso sentimiento de duda ante la posibilidad de contraer tifo o al menos un cursera marca chamuco.
Extrañaré infinitamente las caguamas costosas y calientes que sirven en vasos poco confiables mientras grito como loca al ver salir a Lalo, los Cadetes, los Invasores, Ramón, Rieleros o lo que sea; cómo dejar de lado los tacos malechones de las frías y lluviosas madrugadas cuando tambaleante podría alejarme de algún congal de mala muerte.
Tello no pensó en mis sueños, en mis deseos y se le ocurrió cancelar la Feria; fue triste pensar que no habrá nada de esas maravillas en mi universo pedero.
Lo que me consuela es pensar que con la suspensión se aminora la posibilidad de que un buen día abra mis ojitos y me dé cuenta que ya voy a vivir en el cielo y escuchar a Chalino Sánchez con Valentín Elizalde “en vivo”.
Es extraño, el año pasado para estas fecha estábamos con la duda si habría o no Feria, muchos pensamos cuando dijeron que “nel pastel” que era una gran idea suspenderla, pues de esta manera se daba un espaldarazo al comercio local impidiendo que la pipol gastara su lana en los juegos, las chelas, las gorditas michoacanas, los tenis piratas o lo que fuera.
Conforme pasó el tiempo también incrementó el número de contagios y, lamentablemente, de defunciones, y ahora contrario al año anterior muchos, sobre todo quienes hemos sufrido la pérdida de familiares a causa del perro Covixxx, nos alegramos con la cancelación de la Feria, a pesar de que nadie nos vaya a agarrar una nalga mientras damos vueltitas en la bailada.
Creo que hay quienes no están muy conformes con la decisión del Gober (o de los gobers, Tello y Daví), pero de quien haya sido la idea fue espectacular y muy responsable, sobre todo tomando en cuenta que en los últimos días hemos visto una extraña escalada en el número contagios, quizá sin llegar a los niveles “espeluzníferos” con los que andábamos, pero ahí van en escalada; y la verdad a mí en lo personal sí me anda dando culillo, porque no quiero que nadie en la vida sienta el dolor que mi familia siente.
La verdad, ya lo dije y lo repito, sí me sacó de pedo el baile de Julión, no creo que todos los nuevos contagios tengan que ver con eso, quizá algunos lo hayan hecho, pero sé de varios que no fue de esta manera y la neta la neta pienso que a estas alturas ya lo mismo da pensar quién se contagió y dónde porque sabemos desde el principio, o por lo menos deberíamos ya saberlo, que esa chingadera puede estar en cualquier lado.
Me preocupa que ahí vienen peligrosamente las vacaciones y que con esas salidas haya un repunte, además recordemos que mañana es la marcha LGBT, y por primera vez en hartos añitos no iré, no me animo, no quiero contagiarme, no quiero irme a vivir al cielo y verlos desde lejos; no me quiero morir porque a lo mejor (y es muy probable) no me voy a vivir al cielo sino que me carga el payaso y me mandan al infierno y a mí no me gusta la calor y se me hace que ahí las caguamas están calientes, así que mejor no voy.
Espero que el próximo año las condiciones sean mejores y un borracho me agarre una nalga en la Feria y salude a muchos miembros de la comunidad en las calles, en una de esas y de aquí al año que entra ya se desenclosetaron más y si no, pos es su pedo de todas formas libres somos y libres debemos seguir, pero para eso es bueno seguir vivos.
Buena reflexión y mensaje amiga, un abrazo.