El PRI bailó más

Gracias a Dios, a la vida, al cosmos o al algún ser supremo ya se terminó la primera mitad del 2021 que prometía ser peor que el 2020 y hasta el momento van empatados, o al menos eso creemos porque asumimos que la variable Delta del Covixxx no ha llegado a nuestro rancho.

El endemoniado bicho nos ha traído del rabo pensando que podemos contagiarnos hoy o mañana; aún hay incrédulos que aseguran que el virus no existe y que es un plan malvado de los gobiernos mundiales para espantar, controlar y comenzar la extinción paulatina de la raza humana (o algo así de fumado).

Lamentablemente día a día aumenta el número de familias que pierden a alguien y que lamentablemente no todos entienden o lo olvidan; hace apenas unos días mi familia se vio sumida en otra pérdida a causa del Covixxx. Murió un primo hermano, originario de mi pueblo, aun cuando sabemos que estas situaciones están latentes y continúan amenazantes no es algo para lo que estemos preparados e irremediablemente duele.

En mi caso desde hace algunos años cuando ocurre una defunción en la familia me duele pensar en el dolor que sienten las madres de quienes fallecen. Hace unos meses murió, también de Covixxx, un sobrino (hijo de una prima hermana), la semana pasada murió un primo, hijo de una tía, si bien sé que la pérdida de un familiar es dolorosa para todos, creo, porque lo he visto con mi madre, que el dolor se acentúa en ellas.

A todos nos duele, pero a las madres les corta un cachito de vida. No estamos preparados para sepultar a nuestros hijos y no sé si lo estaremos algún día; cuando pienso en ello, la simple idea de perder a mi hija me hace temblar, no existe esa parte ni en mi imaginario y al carecer de esta “imagen” asumo que se trata de un dolor que no debería existir.

En esto es en lo que deberíamos pensar cuando queremos salir de parranda, ir a un baile o a una pedita sabrosona, porque duele y duele mucho.

He leído muchos comentarios desafortunados e inhumanos en redes sociales en los que dicen pendejadas defensoras de la decisión de realizar un baile masivo; si bien la decisión de hacerlo fue de las próximas autoridades, la responsabilidad de la asistencia es de los ciudadanos, que diariamente bajan más la guardia en torno a los cuidados preventivos del Covixxx.

No está chido que tan pronto hayamos olvidado lo que sentimos en el encierro del que prácticamente nos acaban de permitir salir, y que lamentablemente la inconciencia de las gente puede regresarnos a las casas; si bien, muchos tuvimos la fortuna de poder realizar nuestras labores desde los hogares, muchos más tuvieron la mala suerte de perder sus empleos.

No olvidemos nunca que el chingao virus sigue en las calles y que si bien ha bajado en número de  contagios, eso no significa que el desgraciado no vuelva a tomar fuerza y que así como le tocó a mi primo, en la próxima semana le toque al primo de mi vecino y en la siguiente a mí.

Yo, dentro  de las posibilidades he tratado de continuar con cuidados preventivos, mis reuniones sociales se han limitado a ver una persona por semana o a tres (como máximo) conversando en un mismo espacio; hace un mes fui a un boda en un espacio abierto, con un reducidísimo número de invitados, entre los que, dicho sea de paso, no hubo ningún tipo de contacto.

Los invitados estuvieron en comunicación durante 20 días en un grupo de WhatsApp en el que se iba informando semana a semana que ninguno de los pocos asistentes había tenido síntomas de nada. Esa fue mi única fiesta y estuve en el lugar cuatro horas.

Leía entre los comentarios pendejos que no todo se debe ver con ojos de crítica y que la gente disfrutó el evento.

Yo disfruté la boda, pero eso no quiere decir que mi disfrute sea el remedio mágico que me haya alejado de un contagio, tampoco es que no haya corrido riesgos y arriesgado a muchísimas personas; si bien comprendo que los seres humanos tienen que buscar su libertad no creo que esa búsqueda de libertad tenga que poner en riesgo la vida de la gente.

No podemos ir por la vida culpando al gobierno cuando nosotros seguimos chingando la marrana justificando todo con “el PRI hizo más chingaderas”. Es como si, Dios no lo quiera, me vuelvo a casar y digo “pos este pendejo me pega, pero el papá de mi hija me pegaba más fuerte tons mejor no me quejo”. ¡Pos no mamen! Es una reverenda jalada ¿no creen que es mejor haber aprendido de los putazos que nos haya dado la vida, en lugar  de continuar repitiendo patrones que nos denigran y mantienen sometidos?

Podemos y debemos aprender de los errores y en base a esos errores exigir que se cumpla con los compromisos que los gobernantes tienen con nosotros y sobre todo estaría chido no justificar un baile con “El PRI bailó más” porque si se muere un miembro de nuestras familias de nada va a servir decir “el PRI se murió más”, o bueno, eso digo yo, pero saaabe.