El inicio del nuevo ciclo escolar es tema de polémica que divide las opiniones entre quienes afirman que ya fue suficiente de aislamiento y de quienes no creen que sea buena idea regresar a las aulas.
Es verdad que la falta de convivencia de los jóvenes y niños con sus iguales está dejando “mella” en ellos y en sus familias, sobre todo cuando son hijos únicos o es uno solo el que está tomando clases a distancia, en la sala de su casa con o sin ayuda de sus padres.
También es cierto que el trabajo de los profesores se ha multiplicado con las clases a distancia, antes de la pandemia del COVID-19 los mentores tenían muy definidos sus horarios laborales y disponían libremente de sus tiempos de ocio.
Con la emergente forma de trabajar, los maestros trabajan todo el día todos los días porque además de planear las clases, deben esperar a que los padres o los mismos alumnos envíen las evidencias del trabajo, archivarlas y evaluar y muchas veces las evidencias no llegan en los horarios establecidos y son las 10 de la noche y siguen recibiendo.
También contestan dudas de sus alumnos de sus alumnos durante todo el día, incluso sábados y domingos.
Aunque también es cierto que hay profes que no mueven un dedo y se limitan a enviar la carta descriptiva sin más explicación, por un lado y por el otro, padres que no saben, no pueden o sencillamente no les interesa participar en el aprendizaje académico de sus hijos.
Lo cierto es que personalmente cuestiono, en toda la extensión de la palabra, la decisión de volver ya a las aulas, sobre todo los niños de preescolar y primaria que son los que todavía dan prioridad al juego que a las reglas impuestas por adultos, aunque sean por su bien.
Creo que lo prudente sería que volvieran hasta que todos los alumnos sean vacunados también, eso debería ocurrir en el mundo ideal; sin embargo en las políticas presidenciales, no es prioridad la vacunación a los niños.
Los medios de comunicación dan cuenta de que en los estados en los que se regresó a las aulas se dispararon los contagios incluso en niños, situación que no se presentó con regularidad antes de la intención y acción de querer acelerar el proceso de “normalización” de la vida, como era antes de la pandemia,
Además, quienes dictan las órdenes desde la comodidad de una oficina, tal vez con aire acondicionado y tecnología de punta, no han tomado en cuenta o, si lo han hecho, lo minimizan o no le dan la importancia debida al estado de las instalaciones escolares.
Hace ya casi un año, en una columna igual que esta, comenté lo que en una junta con la mesa directiva de la primaria donde estudia mi pequeño Alex, el director expresaba su preocupación, más por no tener con qué que por no saber, cómo echaría a andar su escuela “abandonada” prácticamente la mitad del ciclo escolar que recién había terminado.
A estas alturas, muchas escuelas, sobre todo las públicas, están en condiciones deplorables. En aquella ocasión se asomó la posibilidad de pedir el apoyo económico de los padres de familia para reparar la cisterna que tenía una enorme fuga, para limpiar los salones que estaban muy empolvados y en general limpiar toda la escuela.
Sin embargo, el director se contuvo junto con la presidenta de la mesa directiva, porque por órdenes de la Secretaría de Educación se prohibieron estrictamente las cuotas de padres de familia so pena de una ejemplar amonestación…
Ya terminó otro ciclo escolar, las escuelas no se han abierto y por consiguiente el polvo se acumuló y los pequeños imperfectos crecieron; lo sé porque al finalizar el ciclo escolar fui al aula de mi hijo y lo que vi queda corto con cualquier película de terror: el polvo a montones en pintarrón, escritorio, mesabancos, sillas, ventanas.
Las escaleras y los pasillos “altos” de tierra, hojarasca, basura y no fue nada agradable tocar los pasamanos. Y no es lo peor: hay escuelas que fueron vandalizadas…
Así que, creo, no hay condiciones para volver a las aulas, pero sí para ir preparando el camino del inminente regreso una vez que la mayoría (aunque lo ideal sería que todos) haya sido vacunada y las escuelas hayan sido limpiadas y nuevamente equipadas, por eso de que en algunas instituciones el mobiliario en general se destruyó, se lo robaron o se descompuso por cortos, polvo o goteras.
Una vez resueltos estos pequeños detalles, entonces sí estaremos listos para pagarle esa deuda inmensa a mi Alex (y a todos los niños) quien me ha reclamado ya: más de un año de recreos perdidos y de juegos con sus compañeritos.
Muy acertado el comentario, si bien es cierto no se sabe a ciencia cierta si el gobierno y servicios de salud estén preparados para lo que pase con el regreso a clase, como dices los adultos ya están vacunados» pero nuestros infantes son igual de vulnerables sin contar las mutaciones que se han registrado del virus.
Por otro lado está la contraparte donde se ha manifestado más índice de violencia familiar y de suicidios a causa del estrés que ah generado esta pandemia, Por diferentes causas. Se ha perdido el sentido humano en cuanto sociabilidad, hay una psicosis masiva donde todo mundo ve enemigos o infectados, mismo que provoca el aislamiento y como mencioné problemas emocionales.
Que difícil situacion vivimos.