Escribir de política y actores políticos no es lo mío. A mí me gusta escribir historias de la gente y para la gente, pero hay ocasiones en que es casi inevitable opinar sobre eso que pasa a nuestro alrededor y que de una o muchas maneras nos afecta directa o indirectamente, donde los protagonistas son políticos y políticas públicas.
Creo que casi todos estaremos de acuerdo que los últimos días han sido un tanto caóticos y a veces muy inciertos porque tememos quedar atrapados en un embotellamiento ocasionado por alguna manifestación.
La causa de esas marchas y plantones no es desconocido: la falta de pago de la nómina magisterial y de pensiones y jubilaciones al Issstezac, a lo que se suma la amenaza de que 11 mil burócratas estarían en la misma situación este fin de semana.
El problema no es minúsculo, entre maestros, jubilados y pensionados y burócratas serían más o menos 26 mil personas las que no recibirían salarios ya devengados en el caso de los activos o el pago correspondiente a los que están en retiro, un derecho que ya ganaron.
La cantidad de personas que no recibirían su pago esta quincena es literalmente escandalosa. En el caso de maestros serían ya dos quincenas y a gente del Issstezac le adeudarían el pago de septiembre y ya en puerta el de octubre…
No creo que nuestros gobernantes lo ignoren, como tampoco que no solo son afectados los asalariados o jubilados y pensionados, porque generalmente atrás de cada uno de ellos hay una, dos o más personas que dependen directamente de ese salario, es decir, sus familias.
Supongamos que en promedio dependan de los manifestantes (sean maestros, jubilados o burócratas en activos) dos personas, la suma de gente afectada por la falta de pago serían 52 mil almas las que no tendrían liquidez financiera.
Además de las familias están los acreedores, quienes dependen de que les paguen a los burócratas, por ejemplo, para cobrar los abonos o la liquidación de adeudos. Si pensamos que solo es una persona por cada afectado, la cifra sigue creciendo, pues de 52 mil pasaría a 104 mil.
Aparte hay que sumar a los comerciantes de comida, por ejemplo, que venden cerca de las oficinas gubernamentales, cuya economía depende del dinero que los burócratas gasten para comer en sus puestitos. Ya ni le sigo a la cuenta…
No es un problema minúsculo, sus proporciones son desastrosas, prácticamente toda la economía del estado está en riesgo.
Ante este panorama no puedo dejar de preguntarme si de verdad no hay dinero para pagar esos salarios y prestaciones, por lo que salen miles de personas a manifestarse contra el gobierno, porque se supone que hubo un protocolo de entrega recepción entre los gobiernos entrante y saliente, si no había dinero ¿por qué el entrante recibió así? ¿Por qué no denunció y actuó con anticipación? ¿Por qué no se actúa legalmente? Digo, si hay corrupción, que se denuncie, que se actúe y que caiga quien tenga qué caer. No veo a nadie detenido por el desfalco millonario que dicen que hay.
Y si el gobierno saliente se llevó todo… todos sabemos dónde está quien llevó las finanzas estatales ¿por qué no se le pregunta y exigen explicaciones y pruebas?
Un puesto de elección popular es muy peleado, algunos luchan por años por uno hasta que lo logran con el argumento de que desean, quieren y trabajarán por la ciudadanía. Supongo que esos luchadores sociales, estadistas o políticos no ignoran lo que hay en “el morral” que pelean, entonces ¿por qué ese afán de culpar al pasado, a antecesores y a cuanto pretexto se les ocurra en lugar de buscar y ofrecer soluciones?
¿Acaso es una patraña que sembrar la semilla del odio, la duda y la desconfianza contra el adversario político?
Hay una luz al final del camino, una esperanza de que antes del fin de semana se pague a todos a los que les debe el gobierno, pero ¿qué pasará si no?
Y si cree que es poco por lo que me escandalizo, espere al mes que entra, porque si las autoridades estatales no cumplen con su palabra, “la bola de nieve” crecerá exponencialmente porque la UAZ tampoco tendrá para pagar nómina para ese tiempo.