Nunca en la vida me había costado tanto trabajo iniciar una desta, ésta lo ha sido, cambié ya en dos ocasiones porque iba a contarles acerca de lo que también es violencia (contra nosotras las morras) pero resulta que en la “escroliada” me topé con un post de la Anabel Rivero y pos ya sabrán que dije: “bueno, otro día le entro a ese tema”.
Quizá no todos sepan o se acuerden del problema de Anabel en la Legis, así que se los cuento de forma ejecutiva: un diputado de la pasada Legis de nombre José Juan Mendoza, se trepó a tribuna a cuestionar la chamba de la Bel (lo de la chamba “quizá” sea lo de menos) pero en esos cuestionamientos el vato comenzó a usar palabras denigrantes hacia ella como profesional y sobre todo como MUJER profesional. No los repito porque da asky reproducir la misoginia.
Y pos ándenle que luego de las mamadas del dipu (que por cierto ninguna de las entonces legisladoras fue pa decir esta boca es mía) la Bel nomás dijo “tomen, putos” (no, no dijo así, ella no esa arrabalera como yo) y ahora tres años después podemos ver una disculpa “pública” del ñor en la que dice “sorry, la cagué y me dijeron que viniera a decir que la cagué” (no, no dijo así, él no tiene mi gracia).
Lamentable es que se tenga que recurrir a instancias oficiales para que un morro acepte que se tiene que disculpar, que pasen tres años para que en algunos medios salga su inserción pagada para disculparse, tampoco es que tenga que caminar desnudo por las calles mientras las mujeres lo escupimos, pero sí algo acorde a la gravedad de lo hecho. No sé, pedir el vestíbulo de la Legis, donde insultó, convocar medios y disculparse, y mientras compañeros y compañeras de los medios pueden preguntar cositas.
Interesante sería saber si este vato en serio entiende la gravedad de las cosas o si sólo cumplió con un requisito para callar las voces que le dicen que lo hagan. Les cuento:
Una vez hace muchos años a mí se me ocurrió decirle en llamada telefónica al papá de mi hija, mientras me invitaba a una noche “romántica” (el vato ya estaba casado), que no estaba chido estar con un hombre violento y agresivo, que lamentaba realmente haberlo conocido, pero que afortunadamente gracias a ese fatídico error tenía a mi hija, que es mía de mí. El cabrón con aquellos bien hinchados, siendo el “todasmías”, me dijo: “Dirás lo que quieras, que soy agresivo y violento, pero mi vieja sigue conmigo”.
Espero que ese “mi vieja sigue conmigo” implique un reconocimiento de errores pasados (yo entre ellos) pero sobre todo la violencia ejercida contra mí, que se haya deconstruido y respete los pensamientos de su pareja (a quien no conozco pero respeto como mujer), valore la vida de sus hij@s y deje de gritar para mostrar su fortaleza.
Espero que ese “mi vieja sigue conmigo” implique que comprendió que ocultar el dinero de la alimentación es violencia, que preferir ahorrar para mejorar un vehículo es violencia, que decir que las autoridades te la pelan ante una denuncia formal es violencia, que insultar y golpear es violencia.
Este sujeto un día fue a disculparse, obvio cuando aquellas autoridades que se la pelaban mostraron que tarde, pero llega la justicia y al verse acorralado corrió a disculparse y decir que “le diera chance”.
Así me sonó la disculpa de ese diputado que mandó sus inserciones.
Pero ahí no mencionó que ante sus insultos hacia Anabel desató una serie de comentarios en contra de ella, de su sexualidad y su libertad para ejercerla, que la expuso a un escarnio público que muchos habitantes de Zacatecas ¡ah cómo somos buenos para entrarle!
En mi caso todos saben que soy borrachita, promiscua, lencha y no lencha, amante de hablar mamadas y algo lo más pior de la “peordad” del universo.
Celebro el logro de Anabel y brindo por ella.