Al llegar septiembre, Zacatecas, ciudad de cantera y corazón de plata, se llena de fiesta ya que el día 8 del mes es la conmemoración de la ciudad. Este año cumple 475 años de su fundación, y eso implica peregrinaciones al Cerro de la Bufa, Área Natural Protegida, por los diferentes fieles de Nuestra Señora de los Zacatecas, quienes van lanzando pólvora en señal de fiesta.
Al mismo tiempo, en México es sinónimo de fiestas patrias y tradición. En los días 15 y 16 de Septiembre se celebra el Día de la Independencia con comida típica, decoración de la Revolución, iluminación especial de espacios públicos y fuegos artificiales, o bien pirotecnia, la cual es uno de los más vistosos festejos, sobre todo al ser lanzado desde el Cerro de la Bufa.
Este escenario es muy bonito y patriótico, sin embargo, tiene un lado negativo, al ser la pirotecnia un agente importante de contaminación del aire.
Un pequeño y explosivo gusto de algunos segundos deja tras de sí algunos elementos perjudiciales para el medio ambiente y la salud, como pueden ser partículas metálicas, toxinas, humos y productos químicos potencialmente dañinos que permanecen en el aire una vez que termina el espectáculo.
El uso de fuegos artificiales durante estas fiestas genera concentraciones importantes de partículas suspendidas que pueden llegar a superar hasta 10 veces el rango permitido por las normas oficiales.
La Organización Mundial de la Salud estima que el límite recomendable de sonido apto para la salud auditiva de los humanos es de 65 decibeles, sin embargo, en el momento en que un cohete o petardo estalla, el sonido puede alcanzar hasta los 190 decibles, es decir, tres veces más fuerte que el que el oído de una persona adulta puede soportar, siendo los bebés más vulnerables y pueden ser expuestos a lesiones auditivas.
Por otro lado, están las mascotas, quienes cada año deben soportar el terrible ruido de la explosiones de la pirotecnia, el fuerte estruendo les provoca una reacción de pánico y angustia que se traduce en taquicardia, jadeos, dificultad para respirar, temblores y a veces muerte de las mascotas, que pueden lanzarse desde un segundo piso, o bien estrellarse con ventanas.
Los espectáculos pirotécnicos generan tres tipos de contaminantes: el perclorato, agente oxidante que se utiliza para lanzar el cohete; los metales pesados que van en la bomba explosiva y producen la coloración del estallido; y los aerosoles sólidos, que se originan después de la explosión.
Los contaminantes de la pirotecnia, formados por compuestos orgánicos volátiles (COV) y gases, tienen el potencial de quedarse mucho tiempo en el ambiente que respiramos, haciendo que el aire pueda llegar a ser peligroso, según información de la SEMARNAT.
Además, estos gases se vuelven particularmente peligrosos para aquellas personas con algún problema en su sistema respiratorio, como asma o enfermedades pulmonares. En la actualidad, podría ser objeto de estudio las personas que han tenido COVID-19, ya que esta contaminación del aire puede llegar a los rincones del hogar.
Los fuegos artificiales liberan gases contaminantes, así como el monóxido de carbono que daña la atmósfera, ya que demora entre 2 y 3 días en disiparse. Si bien esto se da en algunas fechas y no todos los días, sí incrementa los valores normales de concentración en el medio ambiente.
El PM 2.5 también es una partícula que se produce por las emisiones de diesel de los autos y por la ejecución de juegos artificiales, es muy pequeña y lamentablemente tiene un gran poder de penetración en las vías respiratorias, poniéndolo en riesgo de contraer diversas enfermedades, al mismo tiempo que modifica las condiciones climáticas y así los procesos regulares de nuestras ciudades. Es un factor importante para acelerar el cambio climático.
Si bien no son la causa principal de contaminación ambiental, la pirotecnia es uno de los factores que incrementa la contaminación del aire. No esperemos a que sea tarde y que la tierra sea inhabitable, decidamos con responsabilidad si en estas fiestas usaremos fuegos artificiales, pensemos empáticamente y recordemos que 10 minutos de nuestra diversión podrían afectar enormemente nuestra calidad de vida y la de los demás.