Bonitaaaaaaaaa

Hay cosas que amo y disfruto bien reciote, lo más amado por mí son las caguamas, bueno, la cerveza en todas sus presentaciones, pero la caguama es genial porque está bien grandota y como yo estoy grandota requiero cosas a mi altura.

La cerveza en las carnes asadas es lo máximo y todavía se mejoran más mucho si el carbón está parejito, la carnita está bien cocida, la chela está bien fría y todo está amenizado con un buen acordeón, un bajo sexto y unas tarolas.

La música norteña ha sido durante años mi mayor pasión, la neta me gusta el rock, me gusta la trova, pero la norteña es la mera mera (la viejita ¿eh? que quede claro). Las rolas de ese género no tienen madre. Varias veces he ido con algunos “detalles” y exes a Las asadas de Rigoberta porque es como llegar al nirvana. Eso, amigo míos, eso es la gloria. (Casi a ninguno le gustó ir ahí conmigo porque los ignoraba por estar cantando y cheleando)

Ayer con el dolor de mi corazón califiqué de “cerdo asqueroso y podrido del rabo” a Lalo Mora y realmente creo que me quedé corta, sus actitudes son despreciables y lamentablemente he visto cómo hay vatos que lo justifican o se ríen de su “gracia”.

La fama y la fortuna son lujos que tienen algunos y que han alcanzado gracias a sus talentos y a la buena aceptación que esos “talentos” tienen en la pipol. Lamentablemente la aceptación para algunos se traduce en poder, un poder que ejercen en sus seguidores. Se sienten con derechos sobre ellos y sobre sus cuerpos.

Me refiero a él, a Lalo Mora, quien durante un tiempo fue uno de mis acompañantes en las chelas (obvio por medio de sus rolas). Ayer se volvió a mostrar el abuso de este don hacia una de sus seguidoras.

No es la primera vez que se le señala y tampoco es el primer artista que se ve envuelto en esto. La justificación que he visto entre algunos de sus seguidores varones es “también a ellas les gusta que les meta mano”, no es de extrañar, es el aporte diario que un hombre debe hacer al pacto patriarcal, lo culei es que incluso su hija dijo “pa’ qué se arriman si ya lo conocen”.

La neta quien se acerca o nos acercamos a un artista (cualquiera que sea) lo hacemos con el afán de tener un “recuerdo” palpable de haber estado cerca de ellos. Y todos los hacemos, ya sean cantantes, pintores, escultores, escritores, actores y así.

Recuerdo gratamente el día que tuve la oportunidad de acercarme a Ramón Ayala, él amablemente accedió a una foto, yo lo abracé y él correspondió de forma súper respetuosa. En mi familia había fotos de mi tía Pachita con él y, aunque fue tomada años antes de que yo naciera (o sea que ya llovió), se veía el mismo respeto del Rey del Acordeón hacia sus fans. No sé si alguien tenga una experiencia distinta con él, ojalá que no, y sé que después de la mierda hecha por el cerdo de Lalo, el único Rey norteño jamás lo hará.

Creo que la sororidad debe mostrarse incluso en casos que pudieran parecer tan “impalpables”, es decir: estoy plenamente segura que este idiota de Lalo, ni me topa, ni sabe que ha perdido a una seguidora, que detesto cada palabra que salga de su boca, porque no merece ser oída por mí.

A veces justificamos pendejadas de amigos, de compañeros y de familiares varones porque son personas cercanas a nosotros y asumimos que ellos no forman parte de los violentadores de mujeres, pero sí lo son y es súper difícil aceptar (como mujer) que alguien a quien quieres, admiras o al menos te gustan sus “talentos” son misóginos, machistas y violentadores.

Como mujeres está bien padre entender que rechazar una conducta violenta de un hombre hacia una mujer sirve para mostrar que nuestra fuerza está en la unión, la solidaridad, la sororidad, incluso puede ser un ejemplo para las morritas, sobre todo aquellas a las que estamos criando y que se van formando con un chip diferente, el chip del rechazo hacia conductas ofensivas, la denuncia de hombres abusivos y el señalamiento de quienes las vulneran.

¡Ni modo! No le deseo la muerte al que otrora fuera “Rey del mil Coronas” y que espero que pronto se vuelva en el “Rey con mil denuncias”, no le deseo la muerte porque pa mí ya felpó. Salud porque así vayan felpando los cerdos asquerosos como él.