Desde hace algunos años Zacatecas ha sido víctima de la violencia generada por grupos de la delincuencia organizada; las acciones ejecutadas por dichos grupos siempre se han caracterizado por lo sanguinario y su incremento constante en cada manifestación.
Las últimas semanas no es que se haya agudizado el problema, lo que ocurre es que están actuando en espacios cada vez más concurridos, en horarios en los que la gente se encuentra en las calles y de una manera que pareciera más impune.
La impunidad ha existido siempre, siempre y creo que así seguiremos percibiendo esa realidad al hablar de estos casos; desconozco el porcentaje de aprehensiones a causa de los cientos de homicidios de los que dan cuenta las notas periodísticas, las redes sociales, incluso los vecinos que constantemente saben, escuchan o cruzan por espacios en los que se dan los asesinatos.
El homicidio perpetrado en contra de cuatro policías hace unas semanas en las instalaciones de la Feria fue una alerta para la sociedad, pues fue cerca de campos de futbol en los que se desarrollaban partidos de adultos y niños. Lo que más impactó fue que ante el riesgo y el sonido de los disparos los presentes optaron por tirarse al piso y cubrir a los niños.
Hace unos días el impacto fue mayor, pues de forma deliberada asesinaron a dos personas en la Plaza Bicentenario, poco antes del mediodía. Sabemos que en esa zona la circulación peatonal es la característica a cualquier hora, por ser parada de camiones, taxis, centro de ventas ambulantes y lo que se le sume. El horario permitió entonces que cientos de personas fueran testigos del homicidio y pudieran ver los cuerpos tirados en charcos de sangre en la plaza.
Cuando comenzaban a ser evidentes (porque siempre han existido) los conflictos de los grupos delictivos, creo que todos tuvimos miedo de que existiera un momento en que esos acontecimientos se volvieran normales y ese momento finalmente nos alcanzó.
No digo que a todos nos es indiferente, pero “gracias” a las redes sociales hemos podido ver que en muchos municipios los transeúntes graban los cuerpos muertos tirados en las calles. Registrar esos hecho resulta un tanto extraño (yo también lo llegué a hacer por la chamba, no es que me escame), lo que me sorprende es ver a las personas que pasan, ven el muerto y en serio poco les falta para brincarlo.
Leía el impacto que causó en muchos (en mí también) que en el asesinato de hace unos días se haya tomado imágenes (muy bien cuidadas y con tintes informativos, claro está) de niños “limpiando” la sangre de los muertos y jugando entre ella.
La verdad los mismos adultos hemos abonado a la normalización de estos hechos entre los infantes y una forma de hacerlo es en la plática diaria entre las familias, los vecinos, los pasajeros de los camiones y no es que sea nuestra culpa, es que el tiempo y las circunstancias nos están orillando cada vez más a hablar de “los baleados” de equis día como quien habla de “la intensa calor” que hizo.
Lo gacho, verdaderamente gacho es que si seguimos de esta manera de nada servirá que se eviten las pistolas de juguete, que se critiquen los videojuegos violentos y la falta de valores, de nada servirá porque los pobres escuincles estarán expuestos a la violencia en el momento en que abran la puerta de sus casas, y eso, los que tienen suerte, porque estoy segura de que cientos, si no es que miles ni siquiera tienen que abrirla porque al interior de sus hogares es donde se fragua la maldad que sale a la calle.
Este es un tiempo triste para ser niño, ojalá un día se detenga y los chamacos vuelvan a jugar al Stop en las calles y no se topen con un Stop en sus vidas.
No basta con » análisis tan sesudos» , muy nuevos por cierto, el asunto es, ¿ qué haces como ciudadano para combatir el fenómeno de la inseguridad ? Estar de pinche criticón, no es suficiente, es más, si no tienen un buen tema que escribir, platiquenos, ya de jodida sobre la luna roja de octubre.