Desde 2002, cada tercer jueves de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Filosofía y el próximo jueves 18 celebraremos esta ciencia con la intención de recordar lo importante que es la filosofía para para el desarrollo y pensamiento de la humanidad.
La filosofía en su definición clásica es “el amor a la sabiduría”, que se desprende de su etimología (filos-logos), y surgió cuando el hombre comenzó a tener conciencia de sí y a cuestionarse y asombrarse sobre el mundo sensible que nos rodea. Esto hace miles de años atrás, cuando el origen de todas las cosas no tenía explicación.
Unos apostaban por el agua, el aire, el fuego, etc., como el origen de todas las cosas, y fue así en este debate como las respuestas iban resolviéndose, pero más preguntas seguían surgiendo.
Siendo así, todos tenemos un poco de filósofos. Quién no se ha cuestionado alguna vez alguna pregunta profunda, como: ¿Qué es la muerte?, ¿cuál es el sentido de la vida? o ¿qué es la felicidad? Sin embargo, la filosofía también es una ciencia con método propio y una vocación que solo algunos perseguimos.
La filosofía es considerada madre de la ciencia porque su metodología y principios dieron los primeros esbozos para la ciencia moderna y el conocimiento que nos rige, sobre todo a occidente. Por ello la UNESCO, en un esfuerzo de divulgación, instauró esta celebración para que una ciencia que dio origen al desarrollo no sea olvidada y salga de las sombras en las que cada día es más relegada e injustamente ignorada.
El Día Mundial de la Filosofía 2021 abre el debate sobre las diferentes interacciones de los seres humanos con su entorno social, cultural, geográfico y político, con el objetivo subyacente de comprender mejor la contribución de la filosofía en unas sociedades contemporáneas que se enfrentan a serios desafíos. Más concretamente, el desafío de la pandemia. La filosofía, y más aún la filosofía intercultural, se preocupa por el contexto y, por tanto, en su esencia misma, de la transformación de la sociedad.
La filosofía en tiempos de crisis es aún más necesaria durante esta pandemia del COVID-19 que produce no solo un impacto en la salud y la vida, sino que pone en cuestión el tenso límite entre el bienestar general y los derechos individuales, las diversas formas en que puede verse afectado el orden democrático y, al tiempo, nuestras concepciones sobre la justicia, la igualdad y la libertad, y ni qué decir de nuestro sentimiento de vulnerabilidad en el mundo.
En este sentido, el contexto de la crisis sanitaria, económica y humanitaria suscitada por la pandemia ha propiciado diversas reflexiones que han sido parte de la aportación de esta noble ciencia al mundo lastimado, como por ejemplo las políticas del cuidado, el aislamiento social y la violencia de género, la exacerbación de las desigualdades, la xenofobia y el futuro que le espera a nuestras sociedades después del coronavirus, entre tantas otras.
Propongo pues, a modo de celebrar esta fecha, una pequeña pausa en el camino para cuestionarnos sobre nuestro lugar en el mundo, nuestras acciones, hacia dónde nos dirigimos. Nunca está de más la reflexión para consolidar o cambiar el rumbo. Las aptitudes filosóficas son particularmente necesarias en una sociedad cambiante que día con día enfrenta retos y dificultades de enorme complejidad.
Y vaya desde aquí mi felicitación a todos esos filósofos y filosofas que dejaron su semilla en mi formación, a todo aquel que se cuestiona y no da por hecho lo evidente. Recientemente pude practicar a conciencia todo lo que se me enseñó, en experiencia propia constaté que los filósofos pueden trabajar en el asentamiento de las bases necesarias para mejorar la calidad del debate público e incluso fungir como mediadores en las tensiones políticas y sociales. Enhorabuena para la filosofía.