Hace unos días platicaba con mi hijo mayor sobre su niñez, la vida, la economía, los videojuegos, los podcast y salió al tema la Consulta para la Revocación de Mandato, promovida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Sinceramente me sorprendió la madurez de mi muchacho, pues aunque ya es grande, nunca habíamos tenido propiamente una charla de este tipo, de política, pues procuro no llevar temas de este corte a casa, ni de trabajo.
En fin, descubrí que coincidimos. Ambos tenemos claro que definitivamente el presidente no espera que los mexicanos le digan que se vaya, porque tonto no es, no se atrevería a tanto si no supiera de sus niveles de aceptación, “por eso reparte millones en becas”, dijo mi Carlos.
Lo que espera, concluimos, es legitimarse como “un buen presidente”, “y eso nos costará más de 3 mil 700 millones de pesos a todos los mexicanos”, dijo en tono de enfado.
El ejercicio “democrático” tendrá lugar el 27 de marzo de 2022. Una consulta como las muchas que ha hecho el actual presidente que en su mayoría han sido un fiasco, pero sus seguidores están satisfechos porque sienten que son tomados en cuenta para dar rumbo a este gran país.
Hoy cuando leía que el presidente de México llamaba a la ONU a despertar del letargo en el que está sumido, que pareció más un regaño que un discurso político, me dio miedo y pena ajena al saber que en esa misma tribuna propuso un plan mundial de fraternidad y bienestar; me preocupé al pensar que seguiría con su política de besos y abrazos.
Creo que la gran mayoría de la gente no se da cuenta siquiera de lo que hace y dice nuestro Presidente, no sabe para qué sirve una consulta como esta ni que la mayoría de las veces tiene un trasfondo político, desconoce también qué importancia tiene el precio del petróleo o a cuánto ascienden las remesas que envían los paisanos y que son un gran soporte para la economía mexicana, aunque ni el Gobierno de México ni el del Estado le dan importancia a la política migrante.
Lo que en realidad importa a la gente es que las tarifas del gas, la luz y el agua bajen, así como lo prometió AMLO cuando fue candidato y que usó como bandera política para atacar a sus adversarios. Al ama de casa le importa que “el chivo” que le da su viejo le alcance para hacer el súper y comprar al menos lo básico para darle de comer a su familia.
Aunque es verdad que cada quien tiene lo que trabaja, también es cierto que las políticas laborales están bien hechas en el escritorio, pero no en la práctica, porque cómo se explican que hay gente que trabaja hasta 12 horas y gana apenas el mínimo que medio alcanza para sobrevivir y que otros, por dos días a la semana, tienen envidiables ingresos y además agarran lo que pueden, para ejemplo de este último grupo están nuestros diputados locales, evidenciados en lo que fue bautizado como la Estafa Legislativa.
Lo peor en este caso es que el gobernador de los zacatecanos no se pronuncia ni para defender ni para separar del cargo a los involucrados mientras hacen las investigaciones o para destituir y condenar la corrupción que prometió combatir.
En fin, es lo que hay y con lo que tenemos qué vivir los próximos seis años, porque ¿qué creen?, apenas van dos meses de la Nueva Gobernanza y como se ve, siempre puede ser peor.