Desde hace mucho tiempo he sabido que existe la cuesta de enero. No sabía lo que significaba porque, no es por presumir, nunca la he sentido tal como mucha gente dice sentirla, pero sé que es un tema delicado y que a veces, es un asunto de vida o muerte.
Por las noticias en medios de comunicación y por pláticas con amigos sé que este enero, en especial, será difícil escalar esa cuesta porque se vislumbra muy empinada.
Pero, ¿por qué es tan difícil enero financieramente hablando?
Sin pretender ser analista financiera, me he detenido a observar todo lo que sucede el primer mes del año, de cada año, y veo que la cuesta de enero se podría evitar o al menos ser leve si con tiempo nos preparáramos para llegar a ella.
Es como saber que uno va a subir a pie el empinado camino al crestón de La Bufa, sin prepararse antes con una buena gorra o sombrilla, agua y ropa y zapatos apropiados. No va a ir uno con zapatillas de tacón de aguja, vestido ceñido, peinado de salón y bolsa elegante… porque sabe uno de antemano que no llegará a la mitad vestida de esa manera.
Sin embargo hay asuntos que no están en nuestras manos controlar, como la dichosa inflación, de la que entiendo lo mismo que doña Magda, la señora de la tienda, que sabe que los precios suben y suben, pero el salario sigue igual o si sube, sube muy poco y nunca alcanza.
Lo explica el precio del limón, que se fue por las nubes, aunque a los asalariados se les pague lo mismo.
También está el desempleo provocado por el cierre de empresas (grandes o pequeñas) de cualquier giro por la inseguridad generada por el crimen organizado y por la pandemia, a lo que ese año se suma el despido masivo de Gobierno del Estado, principal empleador en Zacatecas.
Como si fuera poco, a todo el panorama hay que añadir que el poder adquisitivo es cada vez menor, ahora pomposamente llamado Pobreza Laboral.
Según los estudiosos del tema, en Zacatecas, cuatro de cada 10 trabajadores perciben ingresos insuficientes para sostener económicamente su familia; la cifra es más escandalosa en torno a las mujeres que del total, 46.8% están en pobreza laboral contra 44.1% de los hombres, no importa si esas mujeres son cabezas de familia y desempeñen la misma actividad que los hombres: ganan menos.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social y la asociación México, ¿cómo vamos?, en Zacatecas el porcentaje de pobreza laboral es de 45.5%, superior a la media nacional que es de 40 por ciento.
En fin, todos estos “ingredientes” se mezclan (por si fuera poco o por si algo faltara) con los gastos para las celebrar las fiestas de fin de año, para agravar la cuesta de enero.
Muchos se hacen que “la virgen les habla”, como decimos coloquialmente, y descaradamente se desentienden de sus obligaciones financieras habituales, a las que en enero se agregan los pagos de los impuestos vehiculares y el predial (para quien tiene la fortuna de ser propietario de algún auto o dos o de una casa o dos).
Pero para muchos no se trata de dejarlo al “ahí se va”, “luego”, “no pago, que al cabo mi compadre no paga y no pasa nada”, hablando de obligaciones a pagar, más grave aún es cuando lo que se pone en la balanza es el propio sustento, la salud o la educación…
¿La salida? Para quienes la desidia o elegantemente dicho, la procrastinación no es una alternativa, recurren a la tarjeta de crédito, a un préstamo a veces con altos intereses o réditos y en el extremo a empeñar sus bienes por una cantidad inferior a la que valen…
No es vida vivir con el temor de que llegará enero, porque cada año tiene uno al principio… pero tampoco se trata de privarse de ciertas cosas que uno merece por el simple hecho de que trabaja. Se trata de programarnos por un lado y por otro tomar buenas decisiones para saber qué empleo nos conviene y no regalar nuestro trabajo hasta elegir gobernantes preparados que se rodeen de gente que sepa en cada área para provocar, detonar y generar prosperidad para todos…