Estos días nuevamente Zacatecas se coloca en la nota roja a nivel global, los asesinatos y desaparecidos una vez más han indignado a una población asolada por la violencia y el desasosiego.
Todo tiene un límite y estos días la gente se ha manifestado en las calles y en las redes sociales sobre el miedo y hartazgo por el ambiente inseguro en el que nos encontramos.
Ya el último informe del año 2021 del INEGI lo adelantaba, la población se sentía con temor, en Fresnillo con el 98.6% y la capital con el 89.4%, el resto de los municipios seguramente oscilan en esos porcentajes de sentimiento de inseguridad.
Y es que no es solo la percepción o el sentimiento, los hechos de violencia que se han venido suscitando empeoran aun más estas estadísticas. Estos días las redes se han inundado de información que los familiares y amigos de desaparecidos y asesinados han posteado en las plataformas más populares y se han viralizado, mostrando así una realidad que por muy indolentes que estuviéramos nos ha hecho reaccionar, al menos momentáneamente para reflexionar sobre lo que sucede en el país y en el estado.
Las aristas sobre esta violencia son más que conocidas y mucha tinta y teoría se ha dicho ya al respecto: mejorar el nivel de vida de la población, generar bienestar social y atender a la juventud, así como una mejor educación serían pilares necesarios para hacer frente a esta crisis que parece no tener fin.
Las causas también ya muchas veces analizadas son la pobreza y marginación, infraestructura física precaria, violencia intrafamiliar, pandillas juveniles, delincuencia organizada, armas, drogas y alcohol; presencia precaria de autoridad; ambiente de impunidad; bajos niveles de organización comunitaria y cohesión social y, ausencia de cultura de la legalidad. Y sin duda este ambiente de violencia y producción de drogas para el extranjero.
Mucho trabajo es el que tenemos como individuos, sociedad y gobierno si queremos que las cosas cambien al menos un poco, creo que vale la pena por los y las que siguen, niños y jóvenes que se merecen un estado como el que conocimos hace apenas unos años, antes de que la paz fuera arrebatada de nuestras vidas. Un estado que pueda ofrecer un mejor futuro y porvenir.
Son días oscuros, pero de reflexión. Mi deseo de que realmente todos nos comprometamos por cambiar la situación que estamos viviendo, asumir la corresponsabilidad en esta comunidad y hacer cada quien lo que nos corresponde, pues mientras el individualismo siga ganando terreno poco se podrá avanzar.
Coincido con la frase trillada de “somos más los buenos” y de ahí mi optimismo, estos días, la mayoría de las personas con las que convivo, familiares, compañeros y amigos, en su mayoría, comparten el duelo, dolor e impotencia de lo que sucede. Seguramente no se asemeja al dolor directo de los cercanos a las víctimas, pero ese sentimiento está en el ambiente, la violencia acalla la felicidad y el bienestar. Y así, es muy difícil encontrar el equilibrio que nos permita confrontar y actuar. Ojalá pronto lo consigamos.
Pinche artículo tan simple, los lamentos ya no sirven, tan siquiera ponga una banderita blanca en su casa, coche , si tiene, le aseguro que tendrá más eco, que escribir pendejadas.