A veces siento que la cabeza me va a estallar en pedazos de tantas cosas que dan vuelta en mi mente: que si el Presidente no cumplió lo que prometió, que si el gobernador no hace bien su chamba, que si vivimos en un país de corruptos, que la posibilidad de que mi hijo de 10 años reciba la vacuna anticovid aún está lejos de la realidad en México, que los contagios en niños cada vez son más frecuentes, que no se sabe a ciencia cierta las complicaciones que pudieran tener como secuelas, que están matando a nuestra juventud, que si nos pasa algo es porque nosotros lo provocamos, que si realmente es seguro el semáforo epidemiológico verde, que están matando a los policías, que la violencia está tan desatada que la Iglesia Católica se unió en oración para pedir una justa paz, por las víctimas, sus deudos, los gobernantes y la conversión de la gente mala, que hay un conflicto bélico lejos de aquí que amenaza con guerra de dimensiones desconocidas, que México cada vez más se parece a Venezuela (lastimosamente), que tengo muchos amigos desempleados porque los corrieron de Gobierno, que el dólar subirá por el conflicto en Ucrania, que nos quieren ver la cara con la historia de que una hermosa mujer se casó con un hombre poco agraciado, lo mantiene y le pone casa, que en Zacatecas no se respeta el Reglamento de Tránsito, que no sé qué haré de comer hoy, que los perros en mi colonia no tienen gobierno de sus dueños, que mi hijo Alejandro perdió su lonchera, que mis padres cada día que pasa están más viejitos, que si la pomada de la Tía es buena, que ya pagué las placas de mi carro y no me las dan… ¡ufff!
Con tantos pensamientos que rondan todos los días la mente de toda la gente, por el trabajo, por el bombardeo de los medios de comunicación y redes sociales, por las conversaciones de los todopoderosos que todo lo saben, por lo que piensa el compadre, el compañero de trabajo, la vecina o la mejor amiga de alguien, ¿en realidad hay un lugar para que alguien, quien sea, se siente serenamente a meditar sobre si lo mejor que puede hacer es participar en la consulta de revocación de mandato el próximo 10 de abril o no? Y no lo pregunto tendenciosamente ni pretendo guiar a nadie, sólo lo digo porque, en general, tendemos a repetir lo que oímos, cual verdes loros, y pocas veces analizamos lo que decimos, sentimos y hacemos.
Creo que el hombre que tocó ayer (martes 22 de febrero) en casa de mis padres para pedir, por caridad, un paracetamol en gotas para su hija pequeña enferma, a cambio ofreció barrer la calle, tirar la basura, hacer mandados, lo que se necesitara porque no tenía dinero para pagar el medicamento de su hija. No pidió dinero ni pidió nada dado, el hombre, de unos 25/26 años, es desempleado. Explicó que trabaja en lo que le sale, en lo que puede para llevar el sustento a su familia; desertó de la secundaria porque su familia ya no tuvo posibilidad de seguir pagando sus estudios.
Creo que ese hombre retrata perfectamente a un sector de la población que es invisible o que sin medir palabras tachamos de holgazanes o pensamos en automático que su desgracia se la buscaron por no estudiar, los vemos con desconfianza y pocas veces ayudamos. Creo que él ni por enterado se da de todo lo que se habla en las esferas políticas, no le importa si se va a inaugurar o no el aeropuerto Felipe Ángeles, si a los maestros les pagan a tiempo o si Ana Gabriela Guevara podrá justificar el desfalco en la Conade por más de 300 millones de pesos. No. Lo que a él le preocupa, en este momento, es poder llevar el medicamento para que su hija se cure y dinero a casa para que su esposa tenga qué cocinar.
Aunque las mediciones del Inegi dan cuenta de que Zacatecas está por debajo de la media nacional respecto al comercio o trabajo informal, cifras de la asociación civil México, ¿cómo vamos?, difieren, pues en ese indicador en específico tiene una calificación muy alta, que se refleja al reprobar en el indicador de Empleos Formales.
Sinceramente pienso que ejercicios tan caros como el de la consulta para la revocación de mandato son inútiles, pues al ciudadano de a pie, no le importa quien gobierne, lo que le importa es la vida real y tener la certeza de que percibe un salario digno que realmente le alcance para dar bienestar a su familia. Lo demás son discursos de políticos y gobernantes.