¿Qué es lo más maravilloso que ha escuchado hoy?
Muchas veces vamos por la vida sin fijarnos en lo que hacemos, escuchamos, vemos, olemos o decimos y casi siempre todo esto, por sí solo o combinado da como resultado nuestro estado de ánimo, define la relación que tenemos con los demás y nuestra apariencia y los místicos, psicólogos y sanadores dicen que también influye en nuestra salud.
A estas alturas de mi vida creo que es verdad. En la medida en que uno, consciente o inconscientemente, va aceptando cosas, responsabilidades, pesos, sentimientos o recuerdos que sobrepasan nuestras posibilidades, pronto nos cansamos, nos duele la cabeza, el cuello, los hombros, la espalda y otros puntos del cuerpo.
Vivimos en un mundo que parece nos exige ir de prisa y por ende pocas veces nos detenemos a vernos o a ver lo que nos rodea. No prestamos atención a los mensajes que nos dan nuestros seres queridos con palabras o gestos, ni los bonitos ni los no tan bonitos, menos lo que nos dicen personas no tan cercanas como por ejemplo un jefe, un gobernante o un compañero de trabajo.
Hace unos días mi hijo Alex descubrió que yo le ponía cojines y almohadas en la cama, cerca de la pared para que no se golpeara tan fuerte la cabeza mientras duerme, porque ya en varias ocasiones me percaté que mientras sueña se mueve mucho y se pega fuerte.
Su reacción fue totalmente inesperada para mí, me abrazó tiernamente y me dijo “¡gracias gordis –así me dice de cariño, por si no lo sabían–!”, desconcertada le pregunté por qué y me dijo: “porque usted me cuida hasta cuando duerme y eso no es otra cosa que amor” y me plantó un gran beso, de esos que aplastan, de niño impulsivo pues.
Sinceramente me derritió.
La verdad es que sí, la intención de colocarle almohadas es justamente una forma fácil de cuidarlo cuando estoy durmiendo, para que no se lastime; lo hice casi instintivamente, nunca pensé que lo que hacía era cuidarlo y mucho menos un acto de amor. Lo hice –y lo sigo haciendo– porque sencillamente no quería que se hiciera daño sin pensar más allá de nada.
Luego tuve la oportunidad de estar en casa de ciertas personas a quienes respeto mucho y sinceramente tenía cierto temor de no estar a la altura, iba nerviosa, con un hueco en el estómago –y no era hambre– y un dolor terrible en los hombros. Tenía qué convivir con ellos todo un fin de semana por compromisos familiares que no viene al caso explicar.
Sabía que debido a sus empleos disponían de suficiente dinero para darse más de un gusto y hasta lujos, y temía que mis costumbres clasemedieras no encajaran con alguien de tanta “alcurnia”. Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que no somos tan diferentes, pronto me sentí en confianza y desaparecieron todos los síntomas incómodos.
Me di cuenta que soltando “todo eso” que pesa de más, uno encuentra alivio a más de tres trastornos que nos hacen correr al médico.
Resulta que vamos por la vida intentando ser como el de al lado, tener lo que tiene el primo y vernos como los que salen en las revistas de moda y en el intento olvidamos ser quien somos, disfrutar lo que sí tenemos y agradecer que tenemos consciencia.
Es verdad eso que dice mi abuelo, que cada cabeza es un mundo y cada quien tiene su propio mundo; lo veo claramente cuando me cruzo con quienes apoyan convencidos y abiertamente al actual régimen de gobierno y con quienes no, cada uno está convencido de que tiene la razón. He visto amistades de años desmoronarse al pelar por imponer su punto de vista. ¿Qué no es mejor respetar el pensamiento de cada quien y llevar la fiesta en paz?
Hoy iba a escribir de todo lo que pienso de la famosa Revocación de Mandato, más que mi opinión, los motivos por los que creo que el Presidente no ha cumplido, pero me di cuenta que para muchos es más valioso recibir cierta cantidad de dinero sin el menor esfuerzo, que estudiar, documentarse y verificar de dónde sale todo ese dinero. Tal vez nunca antes un gobernante les dio tanto, por eso lo atesoran y valoran.
Por otro lado están quienes verdaderamente necesitan un apoyo, que un día tenían, pero se los quitaron… su realidad es distinta. Y en medio está quien influye entre las dos realidades y cree que hace lo correcto.
Y todos estamos metidos en la lucha diaria por sobrevivir, sin darnos cuenta de lo que realmente es valioso y tenemos tan cerquita que a veces no vemos: nuestros seres queridos, no porque no los queramos, sino porque no nos damos el tiempo para verlos a los ojos y hacerles sentir amados o no nos damos permiso de sentir o de admirar el paisaje que vemos todos los días.
Por eso mi pregunta del principio ¿qué es lo más maravilloso que ha escuchado hoy? ¿Se ha dado cuenta cuando se lo dijeron? Analícelo.