¿Permitirá el CONACYT la autonomía y libertad de expresión en el Sistema de Educación Superior?
El pasado 28 de marzo de 2022 se llevó a cabo en la Cámara de Senadores de la Ciudad de México, el Foro: “Ciencia y Educación Superior en México: Momento Crítico”, en el cual participaron académicos, investigadores y especialistas en ciencia, tecnología y educación, provenientes de universidades e instituciones de educación superior públicas y privadas.
Dicho Foro fue desarrollado en cuatro mesas de trabajo donde se discutió el Anteproyecto de la Ley General de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación en conjunto con las comisiones de ciencia y tecnología de la Cámara de Diputados y del Senado, con el objetivo de discutir y enriquecer el Anteproyecto de Ley para que México cuente con un marco normativo que responda a las necesidades del país en materia de generación y aplicación innovadora del conocimiento, que atienda a las demandas de los sectores productivo y social y a la aspiración de nuestro país de generar investigación socialmente útil.
Fue una larga jornada, donde se abordaron las principales problemáticas, como lo es la autonomía; las violaciones a la actual ley y sus reglamentos. Resumiré sólo algunos de los temas y el discurso de clausura, que viene siendo una especie de conclusión de los temas tratados.
Mesa 2: “La autonomía universitaria, la libertad académica y el sometimiento de los Centros Públicos de Investigación”
El ponente Mauricio Flores, con el tema: “Investigadores o funcionarios públicos” por parte del Centro de Investigación en Óptica (CIO), expuso la necesidad de contar con el respaldo de todos los legisladores para que garanticen la plena libertad de expresión de que debemos de gozar todos en este país, ya que a muchos colegas de la comunidad de Ciencia, Tecnología e Innovación les genera temor el emitir una opinión que pueda tener consecuencias NO DETERMINADAS en su campo laboral e inclusive en la vida privada, ya que la situación está muy polarizada.
Abordó tres temas: 1) que el estado los reconozca como investigadores más que como funcionarios públicos; 2) una Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación incluyente, donde se escuche la voz de toda la comunidad y 3) proponen la posibilidad de que se dote de una real autonomía a Centros Públicos de Investigación e inclusive nacionales.
Aseveró que la autonomía que tienen los investigadores está acotada sólo para la toma de decisiones técnicas, operativas y administrativas solamente en términos de la ley de Ciencia y Tecnologías vigente en su artículo 48.
Una de las ponentes por parte del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), Lorena Ruano, en el tema “Imposición de autoridades”, abordó en su intervención el conflicto suscitado entre la comunidad del CIDE y la directora del CONACYT, quien decidió imponer de manera ilegítima e ilegal a las autoridades actuales, además de la grave situación de insuficiencia presupuestal que le precede, que pone en riesgo la continuidad de las actividades sustantivas del CIDE hoy.
El CIDE, como todos los Centros Públicos de Investigación, no es autónomo, pero a lo largo de las últimas dos décadas construyeron una reglamentación interna robusta para asegurarse de que las decisiones fueran tomadas por cuerpos colegiados y criterios académicos. Aseveró que esas reglas son las que garantizan su libertad académica y también su libertad de expresión y hoy están en entredicho, por eso necesitan autonomía.
Afirma que el nombramiento del señor Romero Tellaeche, como director es ilegítimo porque el CONACYT orilló al antiguo director a renunciar. Tellaeche, en menos de tres meses, lejos de resolver los problemas financieros que enfrenta el CIDE, dilapidó la poca legitimidad que tenía.
Primero destituyó a dos colegas de puestos directivos, atentando contra la libertad de expresión en el primer caso y torpedeando los cuerpos colegiados en el segundo caso. Y esos cuerpos colegiados deciden sobre la permanencia de los investigadores en el Centro. Quería echar a unos colegas por razones no académicas y lo dijo públicamente. Ya como candidato a director presentó un programa de trabajo que era un insulto para la comunidad.
Mencionó como positivo, que se generó un ambiente de unidad y solidaridad entre la comunidad como nunca antes había existido entre docentes, alumnos y trabajadores, pero, por otra parte, están detenidos casi todos los programas de educación continua, los diplomados y los cursos cortos, así como los proyectos con financiamiento externo en los que los trabajadores llevan un año trabajando sin cobrar; los estímulos por publicaciones se deben desde octubre de 2021 y no hay recursos para pagar los de docencia de este semestre.
Aseguró que viven un ambiente de tensión, ante derechos laborales y libertades que se violan; personas extrañas que aparecen contratadas sin haber entrado a concurso de ingreso. Hay incertidumbre por no saber cómo serán evaluados los colegas más jóvenes, ni con qué criterios, ni por quién.
Discurso de Clausura
Muy interesante y completo el discurso de clausura, por Jean Meyer, investigador del CIDE quien, en conclusión, remarcó que “autonomía” es la palabra clave para la investigación, para la enseñanza superior, para las ciencias fundamentales y las ciencias aplicadas, para las ciencias sociales y las humanidades.
Confirmar la autonomía para las universidades que ya la tienen, muy pocas no la tienen, y para los Centros Públicos de Investigación que durante años sin tenerla formalmente pudieron practicarla por el respeto que tenía CONACYT, pero a estas alturas aseguró que su único orgullo son los estudiantes de esa nueva generación que no tardarán en construir un país mejor, igual entre sus filas se encuentra una futura presidenta de la República o un futuro presidente de la República.
Recordó que alguna vez un gobierno mexicano decidió que no era necesario invertir en ciencia y tecnología porque todo se podía comprar llaves en mano. Paralela a la lógica de dejar de producir vacunas, cuando mucho tiempo México fue autosuficiente en la producción de vacunas, porque se podía comprar más barato en la India y a la hora de la pandemia se dieron cuenta de ese error.
Afirma que en el sexenio de Vicente Fox, el entonces presidente fijó como meta el 1.0% del Producto Nacional en la ciencia, y seguimos esperando el famoso 1.0 por ciento. Rememoró que, en 2018, según las cifras internacionales duras, México le dedicaba 0.4% a la investigación y el desarrollo, mientras que Corea del Sur, le dedicaba 4.55% y Suecia, 3.3 por ciento.
Relató que cuando terminó la guerra de Corea, en 1953, él tenía 10 años, pero recuerda que Corea era un país más pobre que Guatemala. Y ¿dónde está Corea del Sur hoy? Corea del Sur dedicó todo su esfuerzo inicial a la educación. Educación primaria, educación secundaria, educación superior y nunca ha dejado de subir el presupuesto educativo y el presupuesto de la ciencia.
Así que, aseveró que “nuestro problema es un viejo problema, no es el problema de este sexenio. Pero si este sexenio nos trajo un problema totalmente inédito, nuevo. Si la ciencia en México sufre en forma sistémica, un déficit de inversión y atención por parte del gobierno, la novedad es que, desde julio de 2018, el gobierno o un grupo de intelectuales que me atrevería a calificar de bolivarianos, en el seno del gobierno han declarado la guerra a la investigación, a la educación superior y eso rebasa el marco de este foro a la educación en general si pensamos en lo que está pasando a las escuelas de tiempo completo”.
Sobre el tema de los fideicomisos, ya se ha planteado en varios momentos y la senadora Beatriz Paredes lo resumió perfectamente: fue destruir las posibilidades que se podían esperar de un sistema que funcionaba, ¿por qué destruir en lugar de hacerlo operar mejor? Posiblemente, pero destruirlo y de una manera opaca, porque como lo recordó doña Beatriz, no sabemos a dónde fue a dar el dinero, incluso el mismo CONACYT tiene un problema, le llamaron la atención, ¿qué ha pasado con ese dinero? El asunto es que, desde el principio del sexenio, la batalla, la agresión empezó con los fideicomisos y de manera muy discreta.
Manifestó que, en el CIDE, egoístamente se dieron cuenta cuando los atacaron, pero antes habían atacado al Centro de Investigación y de Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), obligando a su director a renunciar. En ese momento hubiera sido necesario un movimiento solidario, no solamente de los 26 Centros Públicos de Investigación, sino de las universidades. Reconoce que pecaron, y luego, la austeridad republicana, que fue un excelente texto para agredir las universidades. Hay que saber que la mayoría de las universidades del país están al borde de la quiebra.
Bien, CONACYT nunca puso el grito del famoso general Millán Astray, “Muera la inteligencia y Viva la Muerte”, pero en la práctica, si es una guerra contra la inteligencia, prefiero decir inteligencia para no repetir, ciencia, investigación, educación superior y tampoco hacer sociología de “qué es la inteligencia” y “que son, los intelectuales”.
Expresó que desde hace varios años tenemos encima como espada de Damocles la iniciativa de Ley sobre las Ciencias, Humanidades y Tecnologías y agradeció al senador José Alberto Galarza y sus colegas, que formularon otra iniciativa de Ley General de Ciencia, Tecnología, Innovación, Humanidades, etc. De ahí que la responsabilidad del Senado y de la Cámara de Diputados va a ser muy alta.
Declaró que, en julio de 2020, Adolfo Martínez Palomo, exdirector del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) y un gran científico mexicano, denunció hace dos años: “los políticos son soberbios e ignorantes de la ciencia, nos desprecian, nos califican de neoliberales y de inútiles”, y también el doctor Antonio Lazcano denunció la creación y la existencia de un clima de miedo entre los científicos y los universitarios.
Contó una anécdota de cuando nombraron al doctor José Romero Tellaeche, afirmó que el nombramiento fue totalmente ilegal, por primera vez en la historia de los Centros Públicos de Investigación, se publicó una carta colectiva, supuestamente firmada por los 26 directores, aprobando y felicitando el nombramiento de Romero. Y como conoce a varios de esos directores, preguntó a uno de ellos en confianza: ¿Cómo te atreviste a firmar eso? A lo que le respondió: “Jean, por favor, pregunté si teníamos que firmar”. Y le dijeron que podía no firmar, pero al mismo tiempo tenía que entregar su carta de renuncia. Y eso que era un amigo que votó por la 4T.
Por último, mencionó el ataque a los 31 científicos, la corrupción del fiscal general y de la dirección de CONACYT. La extrañísima coincidencia de este señor que nunca había podido entrar al SNI, entró de repente al Sistema Nacional de Investigadores ese verano fatal de la inculpación de los 31 científicos, entra al nivel III. Dejó a un lado las acusaciones de plagio, plagio demostrado y la triste, tristísima conducta de CONACYT a ese asunto.
En forma de homenaje, recordó a un científico, y queridísimo amigo Alfredo López Austin que simpatizaba con la 4T y que consternado, poco antes de morir, por el asunto de los 31 científicos y su hijo publicó diciendo: “Él estaba muy preocupado por el gran desprecio hacia la cultura y la ciencia, porque sí es una pena que un gobierno que se dice de izquierda, tenga tanto desprecio por la educación, la ciencia y la cultura y que considera a los científicos mexicanos como si fuéramos una mafia del crimen organizado, le dolía muchísimo, porque él fue todo lo contrario, un gran maestro, generoso a más no poder, daba la vida por sus estudiantes y esa es una cosa que muy pocos entienden, sobre todo los políticos. Él privilegiaba el conocimiento y pensaba que el conocimiento científico era importantísimo, fue el precursor de instituciones culturales de la UNAM, y a propósito de la UNAM hay que mencionar las repetidas ofensivas desde el más alto nivel, ataques, denuncias y calumnias contra la UNAM”.
Consideraciones finales
No es difícil pensar que el objetivo de las comisiones de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados, de llevar a cabo este foro con la “intención” de que los actores involucrados en el tema participen con propuestas para realizar modificaciones al anteproyecto de la Nueva Ley de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, sea sólo para aparentar que son tomados en cuenta. ¿Se tomarán en cuenta las aportaciones de los científicos en el anteproyecto de Ley?
Aunque existe otro anteproyecto paralelo, me cuesta trabajo creer que así será, dada la personalidad del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que no admite la menor concesión, lo que el propone o afirma no admite réplicas ni cuestionamientos, ya que se aferra a que se haga lo que él quiere, si propone una Ley, no acepta que se mueva ni una coma. No tiene capacidad de razonamiento. Ojalá tengan suerte en el dictamen.