Hoy quiero reflexionar sobre un tema que los últimos días se ha escuchado en los noticieros, la escasez cada vez más frecuente del agua en nuestro país y en el mundo.
Si bien puede parecer algo trillado o de lugares comunes, considero que nunca viene mal detenernos un poco en valorar y repensar nuestra relación con el vital líquido, un derecho y un bien que damos por sentado, pero que en algunas ocasiones nos ha faltado, las menos nos ha complicado la vida.
Y es que el derecho humano al agua es indispensable para vivir dignamente y es condición previa para que otros derechos humanos puedan darse. Es por eso que el agua debe tratarse fundamentalmente como un bien social y cultural, y no sólo como un bien económico.
Las crisis de agua sucedidas en Guadalajara, Monterrey y la Ciudad de México deberían ser motivos para que ciudadanos y autoridades pongamos atención tanto en la distribución como el uso adecuado del agua antes de padecer una crisis similar a la de estos estados.
La ubicación geográfica del país, la sequía que se prevé para este 2022, el pobre tratamiento que se le da, la deforestación, el calentamiento global, el desorden en el crecimiento poblacional de los espacios, han causado un anormal estrés hídrico que puede llevarnos a un serio problema de abasto de agua.
El Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) que estudia el asunto con el término ‘estrés hídrico’ que puede entenderse como el porcentaje que una ciudad, región o país consume del total del agua de la que dispone en un año, ya señalaba en 2019 a Zacatecas como uno de los estados que estaban más cercanos en alcanzar su “día cero”.
Según el Instituto de Recursos Mundiales, nuestro país está en un nivel de “alto de estrés hídrico”, por lo que calculan que, de no revertir las actuales políticas de cuidado del agua, para el 2028 llegaría el Día Cero, que significaría que se agotaron todos los recursos hídricos.
Y en el mundo el panorama no es más alentador, de acuerdo con datos del informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) 2021, el uso de agua potable se multiplicó por seis en los últimos 100 años y mantiene un crecimiento en la demanda de 1% anual, lo que hace que el agua sea un recurso cada vez más escaso o de menor calidad.
Desde hace algunas décadas la escasez del líquido se convirtió en una de las problemáticas ambientales más urgentes de atender. En la actualidad más de 2 mil millones de personas habitan en áreas con estrés hídrico y se estima que para 2050, unas 5 mil millones de personas no tendrán acceso al agua potable.
Para nosotros como usuarios es evidente la reducción en la distribución del agua en la ultima década, de contar con todos los días el suministro, en tan solo algunos años se ha reducido a dos o tres días por semana, y en temporadas como esta, de estiaje, solo uno o dos días semanales, eso siempre y cuando habitemos en la zona conurbada, ya que algunas colonias no muy alejadas del centro histórico, comunicades o municipios cuentan con el suministro cada 15 días.
El proyecto Milpillas venía a ayudar en resolver por un tiempo este problema, o al menos dar más años de gracia antes de acercarnos a este “día cero”, sin embargo, por varias causas no se concretó, aunque al parecer la nueva administración estatal no ha descartado esta opción para resolver a corto plazo este problema.
Hasta que no se vive la escasez, no hay consciencia y se usa el agua sin pensar en su importancia ni en cómo impacta en nuestro bienestar, tiempo, economía y comodidad. Tenemos que ser conscientes de cómo estamos usando el agua y no solo por nosotros, sino por el futuro. Utilicemos el agua de manera eficiente y ahorremos cuando es posible, esperemos que pronto las lluvias hagan lo suyo e ir alargando el llegar al “día cero” del agua en Zacatecas.