Luna Nueva: El dinero, la inexperiencia y la edad

Dinero. Ese invento de la humanidad que sirve para comprar y vender tras el antiguo trueque y que originalmente sirvió para medir el trabajo y productividad de quienes venden su fuerza, talentos y tiempo tras la abolición de la esclavitud, desde hace mucho tiempo dejó de ser efectivo en esas mediciones, sobre todo la de la remuneración.

Aunque ciertamente debe haber parámetros para remunerar equitativamente fuerza, talentos y tiempo, como por ejemplo el salario mínimo en México (172.87 pesos diarios), lo cierto es que esa es la ilusión mejor vendida en mucho tiempo. No tiene por qué estar de acuerdo conmigo, porque tal vez ni siquiera lo había pensado, menos analizado.

Sin embargo, piense poquito en la realidad que vivimos; por ningún lado que se le vea o analice es equitativo el salario mínimo con el trabajo que desempeñan los empleados de cualquier nivel. Hay gente que trabaja mucho por esa ridícula cantidad en muy desiguales condiciones:

Unos sin saber ni hacer nada ni siquiera por intentar cumplir a cabalidad con un horario ganan esos 172.87 pesos diarios, sobre todo en entidades de gobierno –de cualquier nivel–, a donde llegan apadrinados; otros ganan esa cantidad por hacer el trabajo del que no sabe ni hace nada, otros más explotan sus habilidades, conocimientos, experiencia, talento y disposición, por mera necesidad, porque por más que buscan no hallan acomodo en ningún sitio porque en todas partes les dicen que “están sobrecalificadas” o están pasados de edad o no tienen experiencia y como el dinero es necesario para vivir en este mundo, se ven obligados a aceptar lo que sea por poco que les paguen.

Si no me cree les contaré dos historias.

En Fresnillo una muy buena amiga dejó su trabajo de años por decisión propia. Ella está muy preparada, sabe usar las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), sabe expresarse, es hábil para las relaciones públicas, tiene una licenciatura, muy buena presentación y es dueña del don de gentes… carisma, pues.

Buscó empleo en muchos lugares, no abundaré en detalles, sólo en el que más me llamó la atención: hizo examen en una farmacia y lo pasó y tras una entrevista que resultó muy agradable según cuenta, porque se convirtió en una charla informal, al decir su edad (58 años), a la potencial empleadora le cambió el semblante y le dijo: “Estás muy capacitada y me encanta la facilidad con que te desenvuelves, pero tenemos instrucciones de no emplear a personas mayores”.

Y así sin más mi amiga fue rechazada. Felizmente unos días después al pasar por un restaurante vio que necesitaban cocinera; en su entrevista su empleador le preguntó por qué quería trabajar ahí, con toda la preparación que tenía y el impresionante currículum que presentó.

La respuesta fue simple: “Quiero cambiar de aires, aprender algo nuevo, conocer gente nueva, saberme útil y sobre todo ganar mi propio dinero”. El hombre la contrató. Gana el salario mínimo, que no es suficiente para nada, por eso complementa sus gastos con una pequeña empresa propia que maneja en sus tiempos libres.

En este caso el salario mínimo no le alcanza, por ello tiene dos empleos a pesar de sus habilidades y experiencia.

La otra historia es la de la hija de una amiga de Zacatecas. Ella está en el lado opuesto de mi amiga de Fresnillo, apenas tiene 26 años. Es ingeniera, muy activa, dispuesta, talentosa y responsable. Desde que egresó de la universidad ha buscado trabajo en su rama, pero salvo uno fugaz dos meses antes de la pandemia no ha encontrado nada.

A ella como a muchos la pandemia le fastidió el empleo y desde entonces reparte solicitudes que son olímpicamente rechazadas por falta de experiencia, por lo cual ha trabajado vendiendo pizzas, pollo o de recepcionista, en todos ganando el mínimo. Al paso que va será difícil hacerse de experiencia en lo que le gusta, estudió y tiene facilidad de hacer.

Los altos salarios, al menos los que alcancen para una vida digna, parecen inalcanzables; porque al menos en nuestro estado las plazas laborales que abundan son de salario mínimo. ¿Será por eso que ahora mamá y papá salen a trabajar  dejando solos a los hijos? ¿Qué consecuencias tiene esa condición?

En fin. El bendito dinero no cae del cielo ni se da en surcos, hay que trabajar para ganarlo lícitamente, aunque sea sólo el salario mínimo.