Las mañanas nubladas, húmedas y frescas me encantan. Tal vez porque me hacen viajar en la máquina del tiempo y me remontan al menos 40 años atrás… tal vez más, pero no estoy segura de mis recuerdos de niña de menos de 10 años, cuando la llegada de estas mañanas era la señal inequívoca de que habían empezado las vacaciones de verano.
No sé cuánto cambió la forma de enseñar de cuando yo inicié mi educación básica, allá a finales de los 70, a los años anteriores, aunque me doy una idea, porque por pláticas de mis padres y mis tíos me queda claro que en sus tiempos de escuela se enseñaban muchas más cosas que cuando a mí me tocó ir a la primaria, por ejemplo.
No sólo se veían aritmética, geografía, gramática y civismo, también se hacían, con toda seriedad, una serie de actividades que reforzaban los valores, aunque sin llevar el pomposo nombre, las artes pláticas, en el caso de mi madre la agricultura y ganadería… pero sobre todo, los valores como la amistad, el respeto, la responsabilidad…
Obvio que también hubo matices oscuros, como los castigos inapropiados, la marcada preferencia por los varones, etc., sin embargo los niños aprendían, tenían una letra parejita, redondita, legible por los ejercicios de caligrafía, entre otras cosas…
A mi generación todavía le tocaron las costuras de punto de cruz, el ganchillo, las bufandas de dos agujas, los dibujos a lápiz, las acuarelas, la poesía y los bailes folclóricos, además de las materias de cajón.
Ambas generaciones aprendimos mucho sólo al cursar la educación básica con calendarios escolares que felizmente iniciaban en septiembre y concluían la última o penúltima semana de junio; cuando llegaban las mañanas nubladas, húmedas y frescas ya estábamos de vacaciones…
Tristemente ahora, con mis hijos he visto que poco a poco se van obviando muchas cosas, pocos saben leer en voz alta, otros no comprenden lo que leen, no hacen actividades extracurriculares, no hay respeto.
Antaño dos de las principales figuras de respeto y autoridad eran el cura y el maestro, ahora vemos cómo los representantes religiosos son vejados sin respeto alguno –sin importar su credo– por grupos delictivos y los maestros no se salvan de la violencia generada por el crimen ni de la que sin empacho ejerce el gobierno que no les paga a tiempo y desconoce todos sus derechos, pero ese es otro tema.
El caso es que antes, el calendario escolar era más estrecho y rendía frutos tangibles, contrasta con el de ahora, muy holgado, alargado de más para según los profesores de escritorio que idearon el actual calendario escolar para según ellos abatir el rezago que se suscitó con la pandemia, como si de verdad se hubieran perdido meses enteros de clases ¿y las clases a distancia? ¿Y las televisivas? ¿Y el online?
Entonces de poco o nada sirvió la entrega casi heroica de los mentores que convirtieron las salas de sus casas en aulas virtuales, que debieron aprender de tecnología para estar frente a grupo, que laboraron más allá de las ocho horas laborales reglamentarias. Creo sinceramente que argumentar que se alarga el calendario escolar porque hay rezago en aprendizaje, es una falta de respeto para todos los maestros que dejaron sus vidas “embarradas” en un monitor durante la pandemia.
A estas alturas no sólo los niños están cansados, también los padres que dicho sea de paso el gasto que genera llevar a los niños a la escuela también se prolonga en tiempo y cantidad, porque con la famosa inflación los productos de la canasta básica están muy encarecidos, y los profes ni se diga.
He platicado con varios profesores de primaria y secundaria y aunque no con las mismas palabras, todos coinciden que sobran días de clases, que ya son sólo repasos, que la última evaluación se aplica antes del día 8 de julio porque para el 15 ya deben estar en la Secretaría (de Educación) todas las calificaciones y que encima en el corto receso deberán hacer al menos ocho cursos de actualización ¿cuándo descansarán y disfrutarán de sus familias?
Como si fuera poco, ni siquiera pueden hacer una evaluación real de los alumnos, pues tienen prohibido reprobar a nadie, entonces ¿de qué se trata este escabroso y perverso juego? ¿Sólo de demostrar quién manda?
Los maestros dicen que ya hay ausentismo, sin embargo, mientras vaya un solo alumno el maestro no puede faltar, porque si yendo a trabajar, no les pagan, “ahora imagínese si faltamos”…