El pasado martes 15 de noviembre la Organización de Naciones Unidas (ONU) informó que la Tierra alcanzó los 8 mil millones de habitantes en el planeta, solo 11 años después de que se alcanzaran los 7 mil millones; este dato causa asombro y al mismo tiempo nos hace cuestionarnos si el planeta cuenta con los recursos naturales suficientes.
La expansión de la población ha provocado la división en grupos de expertos, ya que algunos ven este número como una historia de éxito sin precedente, y existen instituciones que sostienen la teoría de que es necesario ser más personas.
En 2018, el multimillonario tecnológico Jeff Bezos predijo un futuro en que la población alcanzará un nuevo hito decimal, en la forma de un billón de humanos dispersos en el mundo. El locutor británico e historiador David Attenborough ha mencionado que este aumento como un masivo enjambre humano es considerado como una plaga para la Tierra. Esto genera una gran aumento en el desarrollo comercial, urbano, económico, social; aquí podemos cuestionar si esto es bueno o malo.
Desde otro punto de vista, casi todos los problemas ambientales que enfrentamos actualmente, desde el cambio climático hasta la pérdida de la biodiversidad, el estrés hídrico y los conflictos por la Tierra, están basados en el aumento del desarrollo industrial para satisfacer nuestras necesidades básicas, desde el alimento, vestido, hogar, etc.
En 1994, cuando la población mundial era de aproximadamente 5 mil 500 millones de habitantes, un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford en California realizó estudios donde el cálculo de tamaño ideal de nuestra especie estaría entre 1 mil 500 y 2 mil millones de personas. Esto nos lleva a realizar las siguientes preguntas: ¿está sobrepoblado actualmente el mundo? ¿Qué futuro nos espera para el desarrollo de la humanidad? ¿Se tienen los suficientes recursos naturales?
Esta preocupación no es reciente. Platón, en su obra magna “La República” escrita alrededor del año 375 a.C., describe dos ciudades: una es saludable y la otra es lujosa y febril; en esta última, la población gasta y devora en exceso, entregándose a un consumismo hasta sobrepasar el límite de sus necesidades. Esta ciudad finalmente se apodera de las tierras vecinas, lo que naturalmente desemboca en una guerra: simplemente no puede mantener a su gran población codiciosa sin recursos adicionales. Platón se plantea un debate que se pudiera considerar actual: ¿el problema es la población humana o son los recursos que consume?
Tomas Malthus, un clérigo inglés, comenzó a realizar dos observaciones: todas las personas necesitan comer y tener descendencia, por lo que si la población no se controla, aumentan todas las necesidades básicas. En otras palabras, un gran número de personas conduce a un número aún mayor de recursos naturales que tienen que ser utilizados para la vida cotidiana.
El aumento de la población nos genera un impacto ambiental, las estadísticas sobre el impacto que hemos tenido sobre la tierra son alarmantes. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el 38% de la superficie terrestre del planeta se utiliza para cultivar alimentos y otros productos como combustible para el ser humano o su ganado: 5 mil millones de hectáreas en total y aunque vivían cazando animales de buen tamaño, hoy somos la especie vertebrada dominante en la tierra.
En proporción, los humanos representamos el 32% de los vertebrados terrestres, mientras que los animales salvajes representan solo el 1% del total. El ganado representa el resto. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) descubrió que las poblaciones de vida silvestre disminuyeron en dos tercios entre 1970 y 2020, durante el mismo periodo la población se duplicó con creces.
Todos nuestros problemas ambientales se vuelven más fáciles de resolver con menos personas y más difíciles, casi imposibles de resolver, con cada aumento de la población. La huella ambiental de la humanidad ha influido a decidir tener menos o ningún hijo, incluidos los duques de Sussex, quienes en 2019 anunciaron que solo tendrían dos hijos. La artista Miley Cyrus también declaró que no tendría hijos porque “la Tierra está enojada”.
En el 2017 se realizaron investigaciones que calculaban que el simple hecho de tener un hijo menos por mujer en el mundo desarrollado podría reducir las emisiones anuales de carbono de una persona hasta 58.6 toneladas de CO2, más de 24 veces el ahorro de no tener un auto.
Hoy en día se acepta ampliamente que las personas están ejerciendo una presión insostenible sobre los recursos finitos del mundo, por lo que es necesario generar la conciencia de cuidarlo, promover la recarga de acuíferos, tener un uso sustentable de los mismos, para seguir teniendo un planeta para todos. Recordemos, como decía un buen amigo, no tenemos un planeta B.