Durante décadas, con errores y muchos aciertos, las y los mexicanos hemos construido y pulido, poco a poco, el sistema democrático de México. En él, los órganos electorales son pilares fundamentales para garantizar comicios libres, equitativos, justos, participativos y de respeto a la decisión popular.
El Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), junto con sus homólogos en las 32 entidades federativas, constituyen nuestro sistema electoral, pilar indispensable de nuestra democracia mexicana. Sin el primero, no existiría el segundo.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador intenta acabar con el sistema democrático mexicano. Ese que millones de mexicanos construimos gradualmente. Incluso, con lo que costó la vida de idealistas, que soñaron con el derecho y respeto al voto, la transición democrática pacífica, la equidad, la inclusión y la libre manifestación de las ideas. Hoy todo eso es realidad.
López Obrador miente cada vez que asegura que con su triunfo en el 2018 inició la verdadera democracia y transformación de México. Ciertamente, con el proceso electoral de esa anualidad se cerraron varios ciclos históricos.
Para ser exactos, concluyó un ciclo de 50 años, que inició con el movimiento estudiantil de 1968, como punto de arranque de la democratización del país. También cerró un ciclo de cuatro décadas, si consideramos la reforma política de 1977 como el inicio del tránsito del régimen político hacia la pluralidad. Y terminó un ciclo de 30 años, si ubicamos las elecciones de 1988 como el punto de quiebre de la transición democrática.
Entre 1988 y 2014 hubo 8 reformas electorales. La última permitió que el IFE diera paso al INE; y que los Institutos Electorales Estatales se transformaran en Organismos Públicos Locales Electorales (OPLEs). Todos constitucionalmente autónomos y encargados de celebrar y regular los procesos comiciales en su ámbito de competencia.
Esos organismos ciudadanizados están en riesgo, porque la voluntad presidencialista pretende desaparecerlos para crear una macro institución que se encargue de las elecciones nacionales y estatales, poniendo en manos del gobierno la realización de los comicios. Recordemos que con la ayuda del grupo legislativo oficialista en la Cámara Baja, AMLO le quitó más de 4 mil millones de pesos al presupuesto del INE para el 2023, para ponerlo en la cuerda floja.
Por eso, la Reforma Electoral que pronto discutiremos en la Cámara de Diputados es dañina para la democracia nacional.
La multitudinaria marcha del domingo, con más de 600 mil participantes, fue una mega manifestación en defensa del INE y de rechazo a las intenciones presidencialistas de desaparecerlo. Que quede claro: el PAN no defendemos a ninguna persona. Defendemos la democracia.
“A eso vine, a defender al INE”, fue la consigna con la que marchamos y con la que exigimos no centralizar los procesos electorales ni volver a los tiempos de elecciones a modo del gobierno.
Desde la Cámara de Diputados el PAN y una servidora defenderemos al INE y llamo a todos los grupos parlamentarios a ir en el mismo sentido, porque la gente ya habló: queremos un México democrático.