El Festival Cultural Zacatecas está en puerta y es innegable el entusiasmo que despierta en el ánimo social lo mismo que de visitantes de otras latitudes que de las y los zacatecanos que por 37 años han sido testigos de la consolidación de uno de los eventos culturales y artísticos más importantes de la entidad.
La Semana Cultural, así bautizada en 1987, se coronó como uno de los festivales más importantes del país, reconocido y celebrado nacional e internacionalmente por la maduración de su propuesta programática que ha centrado sus esfuerzos en mostrar la producción artística local, así como en la promoción de las actividades y expresiones artísticas nacionales e internacionales.
Todo este afán ha fructificado a lo largo de los años por la vocación, talento y empeño institucional del Instituto Zacatecano de Cultura y por la apuesta que las administraciones estatales han puesto en otorgar presupuestos históricos para que la fiesta de la cultura se convirtiera en todo un referente de las grandes presentaciones de artistas de talla nacional o internacional.
Pero actualmente los presupuestos históricos para la política cultural del estado y sus festivales se han esfumado, son otros tiempos en los que la austeridad se impone y queda echar mano como sucede en la actual administración estatal y el estoico Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde” de lo mejor de la experiencia y talento de su directora María de Jesús Muñoz Reyes, quien conoce las entrañas de la cultura en Zacatecas y que junto a su equipo ha sorteado las dificultades económicas para ofrecer, como seguramente lo será este año, un festival digno y de calidad.
Sin embargo la presión mediática, en redes sociales, así como de los propios actores políticos y toda la comunidad artística, exigen y esperan algo “grande”. Apenas a unos días de la presentación del cartel oficial con la imagen intervenida de una de las obras del zacatecano Antonio Pintor, exigen que el Festival per sé brinde grandes presentaciones con artistas internacionales y del gusto popular nacional, así como también que atraiga a las masas y cantidades ingentes de turismo que abarroten los hoteles de la ciudad, además de que cambie por lo menos por 15 días la percepción de inseguridad y zozobra que se tiene dentro y fuera de Zacatecas.
Resulta paradójico que toda la apuesta en seguridad, percepción, derrama económica y disfrute de la cultura sea endosado a un festival que persiste y resiste a pesar de todos y de todos, así como también resulta injusta la exigencia de grandes presentaciones como la pretensión de cargar todo el peso en el programa de Plaza de Armas, que si bien es uno de los principales atractivos, es pertinente reconocer que ahora se apuesta en un 80% por la diversificación de sus sedes con artistas y compañías locales, así como la descentralización de la cultura a los municipios que están fuera de la burbuja capitalina y el bullicio de los medios de comunicación y la propia administración estatal que insisten en apostar todo en el Festival sin invertir en el capital cultural, político, económico y turístico que dicho evento otorgó por años.
A pesar de todo ello, este 37 Festival Cultural Zacatecas servirá para despresurizar el lastimado ánimo de las y los zacatecanos, servirá para apaciguar el dolor de miles de familias que padecen por el actual clima de inseguridad y que padecemos todos por una estrategia fallida en esta materia, pero sobre todo por 15 días tendremos la oportunidad de constatar que los artistas de esta tierra y de otras geografías, además de sus públicos y audiencias entregarán todo su talento para afirmar que la cultura en Zacatecas, sin embargo, se mueve y nos mueve a todos en pensar que un mundo mejor es posible.