Radicalismo y Tauromaquia

A propósito de la andanada prohibicionista que se cierne en el país y Zacatecas sobre muchos asuntos de la vida pública, celebro la apertura que espacios como Lalalá News brinda de manera plural a todas las expresiones e ideas, que sin duda representan un sano equilibrio en las voces que a diario se intentan callar, por ello y bajo la premisa de la libertad, hoy queremos desde nuestra trinchera reflexionar en torno a la más reciente obra de Antonio Casanueva Fernández, sobre el radicalismo y la tauromaquia.

Escrito con rigor académico y exhaustiva investigación, esta pieza nos lleva a descubrir las raíces filosóficas de la tauromaquia de una manera amena y profunda. Tiene la virtud de atrapar al lector desde la primera página. Sin duda alguna, es un estudio que deberían de leer no sólo los filiales de la Fiesta, si no todo aquel interesado en incrementar su cultura general.

Un viaje a través de ocho capítulos de un libro pedagógico e ilustrativo, en sus 143 páginas, nos ilustra y alimenta con testimonios, mediante un vasto análisis sobre los antecedentes mitológicos del toro, su influencia en la cultura española; además de ofreceremos un estudio profundo sobre los orígenes del animalismo y su filosofía.

El cuarto capítulo, el cual brinda un amplio panorama sobre la raíz profunda en la que está enclavada la Fiesta Brava, así como el fervor del pueblo mexicano hacía esta expresión cultural que representa la tauromaquia. El doctor Casanueva pone sobre la mesa un rico análisis sobre el sincretismo gestado desde la época de la conquista y la superposición de los rituales indígenas, prácticas en las que la vida, la muerte y la sangre, adquieren un valor sagrado que, al devenir del tiempo, forman la amalgama entre España y el Nuevo Mundo.

Con un exhaustivo soporte bibliográfico se explora textos de Octavio Paz, Julián Pitt Rivers, José Alameda, Carlos Fuentes y el propio Fray Bernardino de Sahagún, el autor nos lleva de la mano a la esencia de la transmutación del rito, un acto ceremonial que sustituye al ser humano por el toro, una práctica que los antepasados integraron como parte de su cosmovisión.

Como apunta el doctor Casanueva, el ritual con su respectivo carácter sagrado y divino, en tránsito por el virreinato, la Independencia, hasta la época actual, parece estar marcado por tensiones entre las culturas ibérica y mexicana, postura que lleva al investigador Martínez de Velasco a reflexionar sobre la mexicanidad como una lucha fraterna entre ambas entidades.

En estos pasajes, el autor nos acerca de nuevo a Octavio Paz y a entender la cosmovisión que se gestó en ese sincretismo en donde los mexicanos no querían ser indios, pero tampoco españoles, nos dice y -cito-:

“Estaban en búsqueda de su propia identidad y encontraron en la tauromaquia una forma de expresarse a través de las corridas de toros que dejaron de ser un espectáculo importado por los colonizadores y se convirtieron en una actividad que permitía a los mexicanos afirmarse”.

En esta afirmación y superposición de símbolos propios del catolicísimo y la afirmación que los mexicanos hicieron suyas, encontramos lo mismo la adoración del sacrificio humano, donde aparece la advocación al sagrado corazón, así como el sacrificio y ofrenda al sol mediante el sacrificio del minotauro.

La vida y la muerte son eje central de una narrativa artística y cultural con Paz y Fuentes como relatores, Posada como grabador y burlón de la muerte, con la Fiesta con su vínculoentre tradición y rito, donde en particular en México–cito al autor– con los valores que dan sentido a la existencia religiosa y política del ser mexicano.

El doctor Casanueva nos acerca a la comprensión del vínculo de la espiritualidad de los mexicanos con la tauromaquia, en la pasión dice –y dice bien– “con la que los toreros mexicanos expresan su sentimiento y se juegan la vida, donde salen al coso ofreciendo lo más valioso que se tiene, que es su vida”.

Luego a lo largo del libro el autor nos lleva por relatos, sólidos argumentos e investigación que abordan una profunda visión sobre el propósito animalista de atacar los valores morales, con hondos orígenes grecolatinos y judeocristianos. Se está frente a un tratado de lo que debe ser el comportamiento de la sociedad moderna respecto de los animales, a partir del estudio delser en su relación íntima con la naturaleza.

El problema en sí mismo, no es el rechazo a la Fiesta Brava,situación por demás admisible en una sociedad abierta y democrática. El asunto se complica cuando la ideología animalista, sostiene que los hombres no tienen derecho a utilizar a los animales para ninguno de sus fines históricamente establecidos, pretendiendo dar pie a una malentendida igualdad entre hombres y animales.

Son grupos perfectamente organizados con respaldo económico de suma consideración, lo que les permite tener profesionales pagados, que, de manera sistemática, atacan a la fiesta con su permanente agresividad y radicalismo. Organizaciones conocedorasdel poder de una propaganda intolerante ytotalitaria.

Tratan de convencer a la sociedad de que el uso de animales por parte del hombre es una práctica éticamente reprobable,propia de una sociedad atrasada y salvaje que debe superarse. Hasta que el hombre y los animales compartan el mismo status de seres conscientes.

Dicha industria trae consigo el intento de arrancar de raíz nuestra esencia espiritual y cultural, para tratar de imponernos, a toda costa, nuevas formas de vida. Está claro que el enemigo del animalismo, no es la Tauromaquia sino todas las tradiciones en las que el ser humano aparece como centro, incluso con peligrosos intentos que pretenden desintegrar las religiones monoteístas.

El texto del doctor Casanueva Fernández, es una voz de ¡alerta!, una llamada de atención a todos los taurinos y a los mexicanos, de manera especial, a aquellos que aman sus tradiciones y su cultura, para no permitir que ¡NADIE! nos venga a obligar sobre qué ver, qué escuchar y qué sentir, porque, a fin de cuentas, lo que está en juego es nuestra libertad.