El 17 de octubre del 2018, el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador sostenía en conferencia de prensa que a partir del 1 de diciembre de aquel año se iban a otorgar visas de trabajo y que íbamos a demostrar como país que el problema de la migración ilegal no se combate con deportaciones o detenciones inhumanas.
Del otro lado de la frontera el 23 de abril del 2022, en Ohio, Trump arengaba a sus simpatizantes: “Nunca había visto a alguien doblarse así”, refiriéndose al canciller mexicano Marcelo Ebrad, el cual había aceptado desplegar 28 mil soldados en México para detener la ola de migrantes centro y Sudamérica con destino a los Estados Unidos.
Promesas sin cumplir y una mediocre relación bilateral dejó como saldo al menos 39 muertos y 28 heridos –hasta ahora– en un incendio en un centro del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, y para desnudar la fallida política migratoria los videos que circulan en las redes sociales son escalofriantes dignos de una película de terror, donde se observan agentes migratorios despreocupados ante la desesperación de migrantes que intentan abrir las rejas donde los tenían recluidos mientras el fuego y el humo sofocan el lugar.
Mientras las “corcholatas” se ponen el pie unas a otras, y despliegan su “carisma” por todo el territorio nacional, las estaciones migratorias que en realidad operan como prisiones castigan la migración irregular, y la estación migratoria de Zacatecas no es la excepción, pues se encuentra al límite de sus capacidades y las imágenes de hacinamiento no son las más aptas para su funcionamiento, el 50% de las personas rescatadas son familias enteras o menores de edad no acompañados, por lo que en este caso, los niños son trasladados a casas hogares a cargo del Sistema Estatal del Desarrollo Integral de la Familia.
De acuerdo con el derecho internacional, el Estado que resguarda personas con estatus migratorio irregular es totalmente responsable de su integridad, es por ello que desde la máxima tribuna de las y los zacatecanos denunciamos los abusos inhumanos que desde el Instituto Nacional de Migración se realizan en territorio zacatecano, nuestra sociedad binacional harta de penalizar la migración no nos deja evadir nuestra responsabilidad.
Año tras año las caravanas de migrantes latinoamericanos cruzan Zacatecas con la esperanza de una vida mejor, tal y como lo muestran las imágenes de hace un par de días, donde «la bestia» varada en la mancha urbana de la Capital transportaba a cientos de hondureños y venezolanos que como muchos otros migrantes en su camino encuentran autoridades indolentes que pisotean sus derechos y al crimen organizado que los desaparece o recluta.
Es momento idóneo para revisar los flujos migratorios en la entidad y humanizar los servicios del Instituto Nacional de Migración en Zacatecas, para así evitar escenas como las de Ciudad Juárez. Trabajemos para que la migración sea una opción y no una necesidad.