Luna Nueva: ¿Qué tan bueno es tener un «superpeso»?

Cada mes puntualmente mi tía María y su esposo que viven en una población remota de Villanueva, reciben equis cantidad de dólares provenientes Estados Unidos porque el hombre, de cuna campesina, trabajó más de la mitad de su vida en aquel país, dejando de este lado de la frontera familia, amigos, costumbres y la comodidad de vivir en el lugar donde creció.

Ellos, como todas las familias que reciben remesas en México, celebran cuando se paga caro el dólar, sin saber ni analizar –porque no les interesa ni tienen conocimiento para hacerlo, al menos mis tíos no– ni ver que lo que realmente pierde valor es el peso, es decir, que entre más caro se pague cada billete verde, el peso mexicano está más devaluado, es decir, vale menos en el mercado internacional.

Sin embargo, por lo que representa, es mejor recibir muchos pesos por dólar, que pocos por la misma cantidad que reciben, pues esta siempre es la misma.

Los últimos meses mis tíos han resentido eso que las autoridades han llamado el superpeso, puesto que sus dólares les rinden menos pesos y sus gastos son los mismos, a lo que tienen que sumar que el poder adquisitivo del peso está por los suelos, porque con la inflación (proceso económico provocado por el desequilibrio existente entre la producción y la demanda que causa una subida continuada de los precios de la mayor parte de los productos y servicios, y una pérdida del valor del dinero para poder adquirirlos o hacer uso de ellos) los precios, incluso los de la canasta básica, parecen inalcanzables.

Aunque el gobierno, sobre todo el federal, cacaree “el gran logro” de fortalecer el peso (que se pague menos por dólar) la realidad es que el grueso de la población poco o nada tenemos que festejar, pues ya ni las tiendas que hace unos años vendían “fayuca” de a dólar, respetan esa política de que todos los productos costaban lo mismo: el equivalente a un dólar.

Entre 1998 y 2008 cuando gobernaba el PRI con Ernesto Zedillo (2004-2000), el dólar costaba en promedio 10 pesos, de acuerdo con el Banco de México.

Cuando Zedillo dejó la Presidentica de la República, en el año 2000, el kilo de tortilla costaba 4.40 pesos y el de huevo a 10 pesos, el de pollo 15 pesos, el bistec en promedio se pagaban 45 pesos por kilo y por el de azúcar 7.20 pesos de acuerdo a diversos reportes periodísticos. Ese año se pagaba por dólar entre 9.40 y 9.60 pesos.

Es decir, hace 23 años con un dólar se podían comprar dos kilos de tortillas o uno de huevo o uno de azúcar; hoy día, con un dólar (de a 17.69 pesos ) ni de chiste se puede comprar la misma cantidad de esos mismos productos, puesto que un kilo de tortillas hoy (30 de mayo de 2023) cuesta 22 pesos, el de huevo hasta 50 pesos y el azúcar de 20 a 25 pesos.

Un dólar tampoco puede pagar un litro de aceite comestible que cuesta entre 47 y 52 pesos, vaya, ni una Coca-cola de 600 se ajusta con un dólar porque cuesta en promedio 19.50 pesos.

Aunque no soy analista económica, puedo ver claramente que para el ciudadano de a pie, de esos como usted y como yo, en nada nos benefician las supernoticias con las que el gobierno pretende quedar bien con la ciudadanía, porque no nos importa ni entendemos ni nada, si el peso está fuerte o no frente al dólar, porque al menos actualmente los precios están tan elevados incluso de los productos básicos que nos obligan a que convertir en liga nuestros salarios para que el dinero alcance hasta el próximo día de pago, aunque el dólar cueste menos.

En cambio sí afecta a muchos de nuestros paisanos que viven de las remesas como mis tíos y a poblaciones enteras que dependen prácticamente de éstas para el sostenimiento de la vida pública porque son menos pesos por dólar, pesos que alcanzan cada vez para menos, insisto.

Hasta agosto de 2022 el dinero que envían migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos, representa la segunda fuente de divisas de México, después de las exportaciones automotrices y representa más ingresos que el sector agrícola mexicano, que contribuye con el 3% del producto interno bruto (PIB) mexicano según reportes de Banxico.