“Coleccionar fotografías es coleccionar el mundo”: Sontag
Decía y bien Susan Sontag que “hoy todo existe para culminar en una fotografía”, en la que se contiene ese deseo de apresar el mundo en imágenes, actividad apasionante que ha llevado a la fotografía y sus fotógrafos como Pedro Valtierra a recrear fragmentariamente trozos de realidad coleccionables, igual que Sontag, quien sentenció acerca del quehacer de accionar la cámara y retratar con el corazón, «el resultado más imponente del empeño fotográfico es darnos la impresión de que podemos contener el mundo entero en la cabeza, como una antología de imágenes».
Reconocer la extraordinaria trayectoria de Pedro Valtierra no resulta sencillo, toda vez que se trata de un hombre que a lo largo de su vida profesional ha acumulado una serie de logros muy importantes, fue fotógrafo de la Presidencia de la República por ahí de los años 70, ha colaborado para distintos diarios de la vida nacional como lo son El Sol de México, el Uno más uno y La Jornada, por supuesto que también creó importante agencias fotográficas como Imagen Latina y “Cuartoscuro”, por mencionar algunas.
Y es que la fascinación por la imagen nos remite al trabajo y talento de Pedro Valtierra, a buscar casi obsesivamente hacia los significados a partir de las luces y las sombras, las sombras y la representación simbólica en su composición y anclaje en la memoria.
A Pedro Valtierra dicen que ahora se le ve menos por las calles de nuestra hermosa ciudad, que anteriormente era muy frecuente encontrarlo en los cafés del Centro siempre platicando, sonriendo, atento a lo que sucede a su alrededor.
Es sin lugar a duda un hombre apacible que mantiene la sencillez de un triunfador, es un hombre al que le han reconocido su trabajo y que, de alguna forma, lo ha colocado como uno de los mejores promotores del fotoperiodismo, y que además ha contribuido extraordinariamente con su talento a dar cobertura y visibilizar a través de la lente los movimientos sociales del país.
Un fresnillense que sabe de los arietes de la tierra, sedienta y ajada, tal y como lo imaginó en su infancia corriendo de un lado a otro, entre la polvareda de febrero y marzo con sus familiares y vecinos. Quién podría imaginar que el niño Pedro llegaría a ser uno de los fotógrafos mexicanos mayoritariamente galardonado.
Dueño de una gran sensibilidad que lo ha hecho ver y captar instantes que solo lo puede hacer alguien que nació con hilo de plata, el cual une su cerebro con el alma, y con ello logra atrapar en sus ojos junto con su dedo, el momento justo, la imagen justa que habrá que atrapar y guardar para la posterioridad la extraordinaria complejidad de las circunstancias captadas en un instante que servirán para dar testimonio histórico de la vida y de diferentes puntos claves de lo que hoy forma parte de la historia contemporánea.
Es así que el maestro Valtierra retrata la vida, el acontecer de una sociedad y todo lo que ello implica, captura con su lente y su magia los instantes, las imágenes, la luz y la sombra para atrapar la posteridad que queda plasmada en documentos importantes de lo cotidiano.
Su trabajo como corresponsal en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, la República Árabe y Cuba, constituye una prueba viviente de su talento sin igual, al capturar un sinfín de rostros y más rostros que muestran la angustia, el coraje, la impotencia de la guerra y también la incomprensión de la misma.
Valtierra es, ha sido y seguirá siendo fiel testigo y héroe de mil batallas, peleas callejeras por la toma de tierras, de las grandes marchas universitarias y de todo tipo, de los movimientos indígenas y del EZLN con todo y su comandante, pero también de rostros de niños que en la ingenuidad de su alma son el reflejo vivo de la esperanza, porque esa es la gran virtud de Pedro, mostrar el alma de sus retratados.
Premio Nacional de Periodismo 1983, medalla de plata en Moscú, que otorga la organización internacional de periodistas, además del premio internacional de periodismo Rey de España que lo obtuvo por la fotografía tomada en el campamento de insurgentes chiapanecos, donde un grupo de mujeres Tzotziles increpó a militares mexicanos.
La mirada de la indígena del primer plano dice todo lo que viven los indígenas al igual que la mirada de la foto del niño cargando su gallo de pelea, estoy cierta del buen tino de mi compañera diputada Maribel Galván Jiménez y los diputados Armando Juárez González, Ernesto González Romo y José Luis Figueroa Rangel, quienes presentaron la iniciativa para que se reconociera como Ciudadano Ilustre del estado de Zacatecas al maestro Pedro Valtierra.
En mi calidad de presidenta de la Comisión de Desarrollo Cultural, presenté ante el pleno de la Sexagésima Cuarta Legislatura el dictamen de la iniciativa con proyecto de acuerdo el cual fue votado por unanimidad, reconocimiento que no tiene otro objetivo que reconocer en vida a los zacatecanos universales que aportan con su talento al enriquecimiento de la cultura y el arte en nuestra entidad, allende y sus fronteras.
Por ello se impone una necesaria una reflexión sobre la fascinación que, durante más de siglo y medio, ha regalado al mundo la obtención de imágenes a través de ese mágico y místico objeto llamado cámara y cómo un zacatecano universal como Pedro Valtierra ha hecho de la fotografía una apasionante actividad que ha tenido, tiene y tendrá la capacidad para detener un instante fugaz y eternizarlo.
Instantes, sólo instantes, donde la mirada busca un apoyo para la memoria, en que las imágenes de nuestro Pedro nos inflaman el deseo continuo de seguirle el trote a la realidad, apresarla mediante la fotografía, es buscar gestos, mujeres, hombres, niños, rostros de héroes anónimos, buscar lo cotidiano, donde también las miradas, espacios, paisajes y silencios nos hablan.