Los últimos días todos nos hemos quejado del calor intenso que hace, estar en el sol nos provoca severos daños, en redes sociales se empiezan a compartir imágenes donde las personas se broncean sin ir a la playa, solo saliendo al centro o bien al mercado, convirtiendo en el tema de moda el aumento en la temperatura en el planeta y la pregunta obligada es: ¿por qué hace tanto calor en el mundo?
Para responder a esta pregunta tenemos que mencionar dos conceptos: cambio climático y calentamiento global. A veces pensamos que el cambio climático es igual al calentamiento global, pero no es así, tenemos que considerar que uno es consecuencia del otro. El cambio climático es un proceso que ocurre en el tiempo geológico de la tierra y se da de manera natural, nuestro planeta puede calentarse o enfriarse paulatinamente y de él se deriva el calentamiento global.
Hoy sentimos más calor porque el calentamiento global hoy en día es más intenso, la actividad humana provoca la aceleración de este proceso y la tierra no tiene los mecanismos adecuados para revertir sus efectos. ¿Y desde cuánto se ha producido este incremento? Una de las teorías con la cual concuerdo es que esto se intensificó a partir de la Revolución Industrial.
Históricamente es cuando cambió el paradigma del consumo y la producción de bienes y servicios. Como sabemos, en todos los países hay condiciones diferenciadas de desarrollo e industrialización y pasa lo mismo con el tema de los efectos de estos fenómenos. Los países industrializados emiten más cantidad de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso, pero no presentan los mayores efectos del calentamiento.
Las naciones en vías de desarrollo son quienes tienen más repercusiones de ello y que ahí comúnmente se generan todos los mecanismos de producción de los países industrializados.
El aumento del calor en el mundo entero tienen que ver también con los procesos que han sido alterados en distintos tipos de ecosistemas, con factores desencadenantes y procesos interdependientes.
Los bosques templados almacenan el dióxido de carbono y metano emitidos a la atmósfera, los absorben y por la fotosíntesis liberan oxígeno. Proceso similar lo tienen los océanos a través del trabajo de las algas. A pesar de que no se habla mucho del desierto, las características de este suelo también ayudan a absorber el CO2.
Lo que ocurre con todos ellos es que debido a los cambios de ecosistemas por la actividad humana, estos mismos se han visto rebasados y ya no son tan eficientes para realizar este proceso de conversión. Algunos organismos o microorganismos, como las algas, mueren por la acidificación de su hábitat, la cual disminuye aún más la eliminación de estos gases nocivos.
Otro punto importante a considerar es el efecto del calor sobre los polos; hay un derretimiento importante y en ellos hay almacenado metano, el cual se ha liberado hacia la atmósfera agudizando el problema.
Además hay un fenómeno meteorológico que también incide en esta situación y es la llamada canícula, periodo que sucede en el mes de julio en el cual la tierra está más cerca del sol. Debido a ello, la intensidad solar es muy fuerte y genera que el calor que sentimos sea especialmente alto. Con todo lo anterior, añadiendo la situación de sequía intensa, hace que el calor sea mayor.
En las ciudades, el fenómeno del calor puede sentirse más alto que en las zonas rurales y al respecto, la longitud de onda que emite un desierto es muy alta, de color rojo y es igual al que emiten las ciudades debido a toda la actividad de la cadena productiva.
Una opción ante este escenario es que existan bosques, huertos urbanos o corredores biológicos con los cuales llenemos nuestras ciudades para restablecer los servicios ambientales. No solo es reforestar árboles que nos den sombra, sino que podamos generar un sistema nuevo de producción, podemos observar de manera histórica qué había en esos lugares para volverlos a tener.
Recordemos que debemos de cuidar el planeta, la biodiversidad y el clima, con este ultimo estamos a un punto de llegar al límite de pérdida de biodiversidad. Debemos cambiar nuestros hábitos, probablemente no nos tocará a mí o a ti vivir las consecuencias por lo que dejamos de hacer.