La confesión que me soltó una muy querida amiga aquella calurosa tarde de verano me cayó como un cubetazo de agua fría que me heló hasta los huesos al traerme de golpe a la realidad. No exagero, pues había romantizado mucho el espinoso asunto de los amantes, no en el sentido de los que se aman en general, sino esos que sostienen una relación romántica clandestina, a veces muy cuidada para que no salga a la luz.
En la burbuja de amor en la que a veces me estaciono, se cayó la imagen que me había hecho de mí misma como la ardiente y feliz amante de alguien… como una mujer fatal, rodeada de lujos y atenciones. ¡Qué lejos estaba de la realidad!
Mi amiga, que raya los 60, había sido la mujer que tras bambalinas hacía feliz, en todos los sentidos, a “su hombre” o eso creía. Durante más de 22 años fue de él en cuerpo, pensamiento y alma, y le dio un hijo. Sabía que era casado y que tenía tres hijos de ese matrimonio, pero no le importó ser la que estaba en la sombras.
Como todas las mujeres que conozco en esa circunstancia afirmaba en sus años mozos que estaba bien así como estaba, que era muy cómodo no tener que “soportar” que alguien amaneciera todos los días en su cama, no cocinar para nadie, no dar cuentas de dónde estaba, no lavar, etc., en fin, no tener ninguna responsabilidad doméstica por alguien más.
Por lógica daba por sentado que él no estaba bien con su esposa, pues quien lo está, “no voltea ni siquiera a ver a nadie”, por eso en sus adentros esperó pacientemente a que él se diera cuenta y cortara por lo sano lo que no apreciaba y le hiciera justicia. Reconoció que le latía ser “la señora” en algún momento. Nada más tonto, dijo aquella tarde de verano.
“El día que enviudó supe que era mi turno –me contó–, ¡qué equivocada estaba! Esperé unos días para no ser imprudente y casi dos meses después del deceso de su esposa le pregunté que cuándo se mudaría conmigo. Esperaba todo, menos la reacción que tuvo:
“’¿De qué hablas’, me dijo, ‘apenas salí de un embrollo y tú quieres que me meta en otro… jamás’. Me quería morir, le di lo mejor de mi vida, mi juventud entera y no le bastó para darme mi lugar ni por nuestro hijo”. Y terminó de tajo esa relación de más de dos décadas, un hijo y mucha pasión.
La revelación me dejó al descubierto que las amantes no son lo que todos, o la mayoría, imaginamos y que no siempre esas historias tienen un final de telenovela.
No soy quien para calificar si el hombre en cuestión fue un cobarde o un pasado de vivo o ambos, ni si mi amiga pecó de ingenua o no, lo cierto es que desde mi punto de vista se pudo evitar el engaño, la doble traición y tanto dolor si el hombre hubiera tenido claro lo que quería en la vida, que tramitara un divorcio o mantuviera en control sus ímpetus o que mi amiga se hubiera negado a la relación que empezó como un juego.
Lo que salta a la vista es que las anteriores generaciones tenían muy arraigado eso de que “el matrimonio es para siempre” y que se debía “cargar con la cruz que les tocó” y así fueran muy infelices, permanecen en sus matrimonios hasta la muerte, a diferencia de las nuevas, que más se tardan en hacer los infinitos trámites para contraer matrimonio ya sea civil o religioso, que en divorciarse al primer desencuentro, dificultad o desaveniencia.
Sólo el año pasado, en Zacatecas se asentaron 541 matrimonios, en contraste hubo 299 divorcios.
A nivel nacional, según reporta el INEGI, durante 2021 se registraron 453 mil 85 matrimonios, de los que 448 mil 744 fueron entre parejas de mujeres y hombres y 4 mil 341 entre personas del mismo sexo.
De acuerdo con las estadísticas se registra una reducción considerable de matrimonios que se incrementa a partir de 2015; en 2020, por la pandemia de COVID-19 se registra una mayor disminución, pero en 2021 se vuelven a incrementar los matrimonios registrados a nivel nacional.
En contraste, durante 2021 se registraron 149 mil 675 divorcios; 149 mil 234 entre personas de diferente sexo y 441 entre personas del mismo sexo.
Desde 2011 a 2019 el número de divorcios en México se ha incrementado de manera constante, de acuerdo con el INEGI, sin embargo, en 2020 a raíz de la pandemia se registró una disminución considerable, pero en 2021 se vuelven a incrementar a nivel nacional.
Moraleja según yo: Si se va a casar, tome una decisión informada y madura; si ya casado ya no le gusta la pareja que eligió, hágase un favor a usted mismo y a la gente que quiere y lo quiere: divórciese, que el divorcio no es cosa de otro mundo ni será el único, recuerde que en 2021 se divorciaron casi 147 mil parejas y la cifra va en aumento.