México está envejeciendo y yo a la par que él, eso lo expliqué en un artículo hace unos meses y cada día que pasa no puedo evitar notar que ya no soy una veintiañera –tengo 51 años–, pero no lo lamento, al contrario, vivo en eterna gratitud con la vida porque es todo un privilegio sumar años a la vida en esta época de mortandad (por la violencia que impera a lo largo y ancho del país y por la reciente pandemia de COVID-19) que ha impedido que mucha gente cercana y no tanto, conocidos y no, no lleguen siquiera a la mitad de los años que yo puedo presumir.
Sin temor a equivocarme casi puedo asegurar que me tocó, si no la mejor, una muy buena época para vivir mi juventud, mucho talento musical, colores extraordinarios para vestir, inventos que revolucionaron no sólo la forma de producir industrialmente sino que facilitan la vida en general y que para la juventud de ahora son poco menos que indispensables o que sencillamente no conciben la existencia sin estos aparatos que en algunos casos han evolucionado dejando muy atrás a sus precursores o de plano han desaparecido.
Como la primera PC de la historia que fue fabricada y comercializada por la empresa IBM en 1981, la aparición de las videoconsolas, los videocassetteras, el famosísimo e indispensable en esos tiempos discman, la proliferación de teléfonos fijos, las cámaras fotográficas digitales y el fax; más tarde vendría el teléfono celular y ni qué decir de más reciente creación los teléfonos inteligentes…
También puedo contar grandes acontecimientos históricos que ahora son parte de los libros de historia como la caída del Muro de Berlín o la disolución de la Unión Soviética, el fin de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética y del apartheid y otros no tan agradables como el recrudecimiento del terrorismo mundial, la aparición del sida y mágico hechizo de Harry Potter en épocas más recientes.
En contraste, la juventud actual carece de todas esas maravillas; por un lado porque nacieron ya con un chip integrado a su sistema, porque ya es normal el uso de tecnología en cualquier parte y porque en su momento de juventud es otro contexto de la historia.
Es cierto, los jóvenes de ahora tienen más comodidades y facilidades a su alcance, pero perdieron un tesoro invaluable: la libertad que da la seguridad, pues es acosada por la violencia. De acuerdo con la propia página del gobierno federal, diversas encuestas señalan que 1 millón 561 mil 641 niños entre los 5 y 17 años de edad y 7 millones 796 mil 630 jóvenes entre los 12 y los 29 años de edad no estudian ni trabajan por lo que son presa fácil del narcotráfico y la delincuencia organizada.
El prestigiado periódico español El País, en su edición del 22 de septiembre de 2023, da cuenta que en México el quinto empleador es el narcotráfico, y aunque no lo dice textualmente, no es difícil sacar por conclusión que el crimen organizado recluta –voluntariamente o a la fuerza– a gente joven, en plena edad productiva, que difícilmente tienen una larga vida en este contexto.
La juventud en México actualmente vive presa del pánico y en el mejor de los casos de la incertidumbre, baste recordar cuantos jóvenes han “desaparecido” o han muerto en Zacatecas sin importar si eran universitarios dedicados, deportistas, modestos trabajadores o exitosos emprendedores. La cuenta parecería infinita, pues ha pasado a cantidades de tres cifras y en un descuido hasta cuatro.
La inseguridad corta no sólo las alas de nuestros jóvenes, sino sus vidas y los que evaden ese cáncer que nos agobia a todos, no tienen oportunidades reales de desarrollo personal por el enrarecido ambiente, ni laborales, puesto que las políticas públicas han originado grandes hoyos negros que literalmente “se comen” los capitales de los empresarios con cargas hacendarias federales, estatales y hasta municipales criminales, por lo que al día de hoy pocos ofrecen prestaciones de ley, es decir, empleo puede haber, pero en general no es bien pagado y sin prestaciones a pesar de que hay muchos jóvenes bien capacitados para desempeñarse en el área para la cual se prepararon. Cierto, hay sus excepciones.
La juventud es una época hermosa de la vida, que aunque creo que todas son hermosas, esta en particular tiene un encanto especial porque en teoría se debe vivir con plenitud porque el individuo goza de entera salud física y mental, tiene las ideas a flor de piel, el vigor para hacer frente a los embates de la vida y la curiosidad nata para explorar y experimentar; pero la actual juventud, en general, no quema todos estos cartuchos, se los robó la inseguridad y no hay gobierno ni gobernante actualmente que le dé respuestas y oportunidades.
En 1995 la edad promedio de la población en México era de 21 años, es decir la mayoría de la población oscilaba en esa edad. Actualmente los jóvenes son sólo el 35% de la población, pero al paso que vamos el porcentaje irá haciéndose menor.
Datos y realidad cruda, es lo que estamos viviendo ahora en comparación de nuestra juventud…
Saludos.
Excelente Lucy, …