Las madres y padres de familia siempre estamos procurando que nuestras hijas e hijos tengan las condiciones necesarias para ser seres felices y plenos; así como garantizarles las herramientas formativas suficientes para alcanzar una vida llena de satisfactores y logros.
Como madre, una de mis principales preocupaciones es que mis dos hijos tengan una formación académica que les permita ser competitivos en este mundo globalizado, que la enseñanza que reciban en la escuela les despierte el pensamiento crítico y analítico, que tengan un razonamiento matemático y una lectura de comprensión, que les permita interpretar el mundo que les rodea y también aportar para solucionar los problemas de su comunidad.
Estoy segura que millones de mamás y papás coincidirán conmigo en este sueño, que al cumplirlo –en el mediano y largo plazo–, nos ayudará a construir una mejor sociedad, gracias a la formación de mexicanas y mexicanos críticos, participativos, incluyentes y democráticos.
Es por lo anterior, que como madre y Diputada Federal me resultan verdaderamente desalentadores los resultados que México obtuvo en la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA por sus siglas en inglés), aplicada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Es vergonzoso que el estudiantado mexicano, entre 15 a 16 años, haya registrado un retroceso de alrededor de 10 años en el aprendizaje de matemáticas, español y ciencias, áreas básicas para el desarrollo de todo ser humano.
Los resultados de la prueba PISA 2022-2023 muestran el fracaso de la política educativa aplicada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y confirman que en México no se imparte una educación de calidad, pues los adolescentes registraron calificaciones más bajas a las obtenidas en el 2018 y durante la pandemia de COVID-19.
Para poner en contexto la educación en nuestro país, es suficiente mencionar que en la prueba PISA participaron 81 naciones y México quedó en la posición 51. En el 2022 el alumnado mexicano descendió 14 puntos en Matemáticas; cinco, en lectura; y 9, en ciencias, en relación al 2018.
Sin embargo, en la enseñanza vamos en caída libre en relación a las 81 naciones de la OCDE, porque en Matemáticas el promedio mayor es de 472 puntos y México obtuvo 395; es decir 77 puntos abajo. En comprensión lectora el puntaje máximo es de 476 y nosotros alcanzamos 415; o sea, 61, menos. Y en ciencias, el tope es de 485 puntos y nuestro registro fue de 410, lo que significa que nos faltan 75 puntos.
México es el tercer país peor evaluado de la OCDE en Comprensión Lectora y Matemáticas; mientras que en ciencias el nuestro fue el resultado más bajo.
A la nación le urge una política educativa que dote a las niñas y niños de infraestructura adecuada, que eleve la calidad de la educación, que capacite a docentes, que dé continuidad al proceso enseñanza-aprendizaje, que evite las ocurrencias, que impida que los Libros de Texto Gratuitos sean elaborados por inexpertos, que regrese las escuelas de tiempo completo y que ponga en el centro de todo programa al estudiante.
Llamo al Presidente a dejar de engañarse y justificar en el pasado sus errores de hoy. ¡Póngase a trabajar, aún tiene casi un año!