Un buen servicio de salud no debe ser solamente cuantitativo, es decir, que si se otorgan miles de consultas significa que es eficiente, NO, también debe medirse en forma cualitativa, asegurar que se cumpla con la satisfacción de los usuarios, que la prestación de los servicios médicos que se brinda sea elevada, de calidad, esto quiere decir que exista mejora en las acciones de detección de enfermedades, diagnóstico y tratamiento oportuno y supervisado.
Algo notorio es que actualmente hay saturación tanto en las consultas de medicina general como de especialidades, la cantidad de población derechohabiente ya superó la capacidad de infraestructura (hospitalaria y equipamiento) y de recursos humanos (personal médico y de enfermería), estos ya son insuficientes para dar atención y seguimiento a los derechohabientes y sus familiares.
Al ser usuaria de los servicios médicos del IMSS, por control de tiroides, hasta hace unos seis años iba a consulta cada tres meses y me daban tres recetas resurtibles de mi tratamiento, una para cada mes y la siguiente cita ya quedaba programada.
Ahora que la cita es a través de IMSS digital, tengo que entrar a la plataforma con mucha anticipación para solicitar mi cita, pues generalmente si entro hoy al sistema encuentro fecha disponible dentro de un mes. Así que voy a mi cita de control cada tres meses y sólo me dan una receta para una caja de medicina para un mes y los otros meses hay que comprarla.
La última ocasión que fui a cita a oncología no sabía escoger entre las dos batas que había, pues las dos estaban rotas, deterioradas, así como se ha deteriorado el sistema de salud en nuestro país.
El año pasado sufrí tres caídas, todas sobre el mismo brazo, la primera vez (en septiembre) fui a urgencias, me inyectaron para el dolor y me dieron paracetamol. A mediados de octubre asistí a consulta particular con un fisioterapeuta, me recetó y fui durante 6 semanas a rehabilitación de lunes a viernes y aunque sentía un poco de alivio, no dejaba de doler mi hombro.
Me dieron cita con mi médico familiar en los primeros días de noviembre, me ordenó una radiografía urgente para la que me citaron una semana después (antes lo urgente era el mismo día), me volvieron a inyectar para el dolor y de nuevo me dieron paracetamol. Debo aclarar que la atención que he recibido en medicina familiar es muy buena, no es culpa de los médicos que estén rebasados por la población beneficiaria, ni del desabasto de medicamentos.
El 9 de noviembre la doctora me turnó al traumatólogo, desde ese día estuve llamando para solicitar cita y estaba cerrada la agenda, así llamé de lunes a viernes desde ese día y me asignaron cita hasta el 15 de febrero a las 9 de la mañana. Llegué a la cita con tiempo, sin embargo, me pasaron hasta la 1:30 de la tarde, me recetaron dos medicinas (una de ellas paracetamol) y me escribió el nombre de otra para que la comprara, en el IMSS hay escasez de medicinas.
El traumatólogo me ordenó un ultrasonido para el cual me dieron cita a finales de abril y para el 2 de mayo asistiré de nuevo al especialista. Así que después de más de siete meses de la caída por fin tendré un diagnóstico.
Uno de los grandes desafíos del sector salud a través del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), es enfrentar el factor tiempo. No quiero imaginar el sufrimiento de los padres de algún niño con cáncer, ¿cuánto tiempo deberá transcurrir desde que presenta síntomas, acude al médico general, lo turnan al especialista, hasta que es diagnosticado? Y el tiempo que transcurre desde el diagnóstico hasta que inicia el tratamiento. A eso hay que añadir la escasez de fármacos y tratamientos quimioterapéuticos.
Luego, con el cambio del IMSS al IMSS-Bienestar, supuestamente para garantizar el acceso universal a la salud, la atención en salud empeoró, existen muchas deficiencias y con la ocurrencia de la “Megafarmacia para el Bienestar”, se centralizaron las compras y lo que tanto critica nuestro Presidente, la corrupción y la opacidad, están peor que nunca debido a la compra de medicamentos a sobrecosto y falta de transparencia en la información de las compras.
En México hay poca inversión en salud y alta mortalidad, la infraestructura y equipamiento son limitados, el personal médico y de enfermería insuficientes y hay escasez de insumos. El sueño del Presidente de convertir un sistema de salud como el de Dinamarca fue sólo un sueño.
Aproximadamente el 70% de la población tiene acceso a los servicios de salud en nuestro país, y las “estrategias” del Presidente para mejorar el sistema de salud en México son lamentables, no han pasado de ser “ocurrencias fallidas” igual que su gobierno, que en más de cinco años está dejando un sistema de salud precario y con un crecimiento en los índices de mortalidad de la población derechohabiente.
Y como siempre, el Presidente sale con la misma retórica, si los padres de niños con cáncer se quejan por falta de medicamentos o si los pacientes con insuficiencia renal denuncian falta de acceso a hemodiálisis, el Presidente “tiene otros datos”.