La encuesta cuchareada del rector

Ya en los primeros días del mes de diciembre del pasado año, la que suscribe, junto con otros compañeros diputados, públicamente manifestamos nuestro rechazo total al proyecto de construcción que se conoce como Segundo piso.

Todo ello, por considerar que nuestro estado requiere poner atención en una serie de necesidades y carencias de mayor prioridad, esto no quiere decir que restemos importancia al tema de la movilidad, no obstante ello, pensamos que la inversión que pretende hacer en el segundo piso podría tener mejores destinos dadas otras necesidades, por poner un ejemplo, se debería utilizar para la reparación del sistema carretero que se encuentra en un estado deplorable, o bien destinar recursos a temas como la salud, educación y por supuesto a la seguridad y con ello activar un poco la economía rural que se encuentra en una situación verdadera apremiante.

Mi oposición a la construcción de este faraónico capricho ha quedado de manifiesto tanto en mi voto en contra como en mis intervenciones en tribuna, ahí solicite en la aprobación del paquete presupuestario se tomara en cuenta una reserva en la que propuse que el presupuesto destinado a este despropósito fuese destinado al mantenimiento de la bóveda que recorre el Centro Histórico hasta el municipio de Guadalupe, pero mi reserva fue desechada.

Recientemente me he enterado de que la encuesta la realizó la UAZ, con la participación de la facultad de Matemáticas, y cuyos resultados indican que siete de cada diez están a favor de la construcción del segundo piso. Sin lugar a duda, como todas las encuestas de la Cuarta Transformación y su partido MORENA, que se diseñan que dizque para conocer a los candidatos más competitivos, están extraordinaria y suficientemente “cuchareadas” para determinar los resultados que se desean, una burda y torpe maniobra implementada por Rubén Ibarra, rector de nuestra universidad.

Señor rector, es absolutamente abominable el papel que ha jugado en estos últimos tiempos, pues no le ha causado el menor rubor convertirse en un simple matraquero de Saúl Monreal, en su carrera rumbo al Senado de la República, no le importó utilizar los recintos universitarios para estos fines.

Ahora utiliza la máxima casa de estudios como instrumento de validación y aval para consumar el burdo atraco de los recursos públicos, el cual pretenden consumar esta estirpe de vividores de los Monreal.

Debemos señalar que dicha construcción está diseñada por escandalosos sobreprecios, los cuales ya tienen proyectados para asaltar por enésima ocasión las arcas zacatecanas. Es verdaderamente vergonzante el ejercicio de genuflexión que usted ha desempeñado con todo esto, al haber instruido a la titular de la Unidad Académica de Matemáticas para que hiciera el estudio de opinión respecto al problema de la movilidad y así convalidar lo que a todas luces conlleva un rechazo popular.

Usted, señor rector, afirma que 70% de los encuestados aprobaron el plan de movilidad, es decir, siete de cada diez están a favor del segundo piso. Sería oportuno, toda vez que usted anda de “queda bien” que instruyera a la Facultad de Matemáticas para que realizara un ejercicio demoscópico para indagar qué opinan los ciudadanos sobre:

•          Las carreteras destruidas.

•          La carencia de agua potable.

•          La ausencia de apoyos en cuanto a semillas y fertilizantes.

•          La carencia de médicos, medicamentos y material de curación.

•          El olvido y malas condiciones de aulas adecuadas, así como la carencia de diferentes materiales didácticos.

Con toda seguridad, David ya le ha ofrecido la Secretaría de Educación y Cultura ahora que, a Dios gracias, entregue la rectoría. Le recomendamos respetuosamente que mejor acepte la invitación que le hicieron los diputados a comparecer y explicar cómo se ha ejercido el gasto y cuál ha sido el destino de los dineros públicos de la UAZ, y si no fuera mucho pedir, sería posible que al menos una vez en su vida se asuma como lo que es: el representante de la comunidad universitaria y no como un vulgar lacayo del poder estatal.