Por lo regular yo siempre pierdo: en los juegos de lotería lo más que me he ganado son mil 400 pesos; en la Rosca de Reyes ni el mono me sale, conforme avanzo en mi paso por la vida jamás he podido decir “de mejores lugares me han corrido” porque honestamente siempre me corren de un lugar más chido que el anterior (o me voy, pero sirve como ejemplo); pierdo la cabeza, pierdo la calma, pierdo las llaves, pierdo el trabajo y pierdo la cordura; lo que nunca he perdido es la esperanza y con eso me ha resultado suficiente para seguir viviendo.
En la pasada semana se tomaron varias e importantes decisiones por parte de la autoridarks, decisiones que muchos han celebrado y muchos más han reprobado, por los hechos recientes, por la última de mis pérdidas, y por decisión propia no opinaré al respecto; ello a pesar de que mi opinión es propia y personal, osea mía de mí y de todas formas no lo haré.
En este momento usted, ínclito lector, se preguntará “¿y esta pinche loca para qué me dice de qué no va a hablar?”, pues sencillo, mi muy siempre valorado lector, le digo de qué no voy a hablar porque acto seguido le voy a decir de qué sí le voy a hablar y es de las telenovelas, específicamente de las telenovelas mexicanas, que dicho sea de paso son las mejores (a excepción de Betty la Fea, ésa es la catedral del yunivers hablando de telenovelas).
Enigüeis, una de las características más destacables de las telenovelas es la exaltación y el amor que el espectador le tiene a las víctimas, y sé que usted, querido lector, culto como lo es, me dirá que eso no ocurre sólo en las telenovelas, sino también en un amplio porcentaje de la literatura universal, de las adaptaciones de la historia respecto a la formación de héroes, en el cine y “en veces” hasta en la música, y quizá así será pero yo no soy tan culta como usted así que se aguanta.
Continúo y ya no me interrumpa porque si no, no termino:
Como acertadamente les comentaba la exaltación del amor a las víctimas es muy común en la telenovelas, contadas son las personas que soportan que a alguien le arrebaten de las manos lo que considera el público que le corresponde, es muy probable que cuando eso ocurre hasta los adeptos de quien arrebata se vuelvan fans de las víctimas de los abusos “del bullicio y de la falsa sociedad”.
A nadie le gusta ser víctima (bueno “La Señorita” cree que a mí sí, pero supongo que porque al final de la historia terminaré como María la del Barrio o Simplemente María, acá toda escultural, inteligente y millonaria); pero creo que en la realidad a nadie nos gusta ser la víctima, a menos que sea una víctima que los detractores formaron a partir de decisiones estúpidas, en ese caso la víctima debe ser inteligente, porque cuando las circunstancias forman un mártir, es difícil que se quite la capa de eso hasta que tiene la victoria de vuelta en sus manos y el amor del protagonista a sus pies.
A la gente no nos gustan los atropellos, ni como víctima ni como testigo; a la gente no nos gustan los hurtos, ni como víctima ni como testigo; a la gente no nos gustan los abusos, ni como víctima ni como testigo y a la gente que “no tuvimos la desgracia de no ser hijo del pueblo” tampoco nos gusta chingar a nadie haciendo gala de poder o amistades porque sabemos que cuando eso ocurre desde el fondo de nuestro corazón y de quienes nos quieren, siempre saldrá un: “Ya lo pagará con Dios” o de perdis “Se le olvida que existe el karma”.
En esta semana, tal como dije al principio, se tomaron muchas decisiones respecto a política de las que yo no voy a hablar porque a mí de lo que gusta es hablar es de telenovelas y también de programas comerciales de comedia; los dejo porque voy a ver “María de todos los Ángeles”.