Caminito de la escuela

En las últimas semanas quienes somos callejeros por naturaleza pudimos ver enormes filas de padres y madres de familia quienes esperaban por el kit de útiles escolares para sus chamacos; también en las últimas semanas pudimos ver en redes sociales que se ofrecían mochilas, loncheras y cuadernos por cien pesos y en veces hasta menos.

Desde el año pasado comenzaron a dar las mochilas, mismas que podía uno ver en las espaldas de repartidores de Didi, Uber y Rapi; trabajadores de la construcción; cholos que reconocen una mochila bien maquilada o jóvenes de la yuniversiti y por su puesto chamaquitos que cursan los grados beneficiado por el Gobierno.

Hasta ahí vamos bien.

Entre mis mayores sueños de vida están tener una mochila de bulto de cemento (ya tengo una hielera), una mochila del Verde (ya casi se me quitan después de tanto y tanto dime y direte al interior del Verde), una calaca Matona (de Movimiento Ciudadano) y una mochila de las que ahora regalaron en Gobierno del Estado porque están bien chidas: grandotas, bien hechas y siento que les caben hartas cervezas; lástima que quienes las tienen no las valoren porque no están en edad de comprar cerveza.

Las mochilas no están feas feas lo que se dice feas, se ven macizas pero es muy probable que los chamacos no deseen llevarlas a sus escuelas, sobre todo si en sus familias cuentan con la posibilidad de acceder a útiles de mayor calidad o mejor apariencia y es loable que haya padres que opten por dar una mayor calidad de cositas a sus hijos.

Lo chévere sería y es que a la par de dar mejores cosas a los chamacos, les den también una micro charla para explicarles que tener cosas distintas (mejores o no) no los hace superiores a nadie y que portar los útiles regalados no hace inferior a nadie.

Capitalizar las dádivas de Gobierno y transformarlas en un momento para reflexionar puede ser uno de los mayores logros de los útiles escolares.

Otro de los logros es que el Gober podrá informar la elevación a rango constitucional de la entrega de esas madres.

Cuando vi que el Rodri fue a llevar la propuesta de ley a los aún Legisladores me emocioné mucho, cada que hacen un algo por mínimo que sea me da gusto porque tanto los legisladores como el gobernador tienen la oportunidad de fingir que están trabajando, rompiéndose la cabezota y el lomo; finalmente en los últimos años está de moda en el servicio público fingir que se hacen las cosas, se tomaron muy en serio eso de que para ser hay que parecer; parece que trabajan y parece que son titulares de área, presidentes, directores, secretarios, fingen que no apestan a borracho, fingen que saben de lo que hablan, fingen que no son arrastrados y traicioneros y a cambio sus subordinados fingen que no se dan cuenta de la mierda que hay en los espacios de toma de poder, esto mientras se burlan en los pasillos de las innumerables metidas de pata.

Lo más mamalón es que en todos los espacios, los titulares y recién llegados fingen que serán eternos en los cargos; pero no, mis cielas, y en unos días podremos comenzar a ver el cordero de fingidores en la Legislatura, los ayuntamientos y la federación, comenzarán a correr a hartos de aquellos que en algún momento pensaron que serían para siempre.

El problema es que llegarán nuevos que en menos de dos meses olvidarán que ellos también se irán cuando termine la administración, tal como muchos del Gobierno estatal local que ahora están creyendo que sus oficinas son más eternas que sus propios hogares.

Ninguno de nosotros somos indispensables, sobre todo cuando somos los eslabones débiles de una cadena asquerosa cuya cabeza con la mano en la cintura nos pueden despedir con el endeble y vil argumento de “me dijeron que si no te ibas tú se iban contra mí”. Pasa. Se los juro. Y para muestra está la de la voz.

No me queda más que recordar a los que se van que el trabajo digno siempre nos hará fuertes; a los que llegan, que todo tiene un final; a los que siguen, que tarde o temprano tendrán que regresar a las filas del desempleo en tres añitos también se les acaba la beca, así que en ellos está si regresan con afectos o como mierditas hediondas.

Y a los titulares, sobre todo a los que tienen mucha cola que les pisen, que tengan cuidado, le bajen a los gritos y humillaciones, acosos, abusos y errores diarios, que dejen de creer que la gente no tiene olfato, porque además de distinguir la diferencia entre el uso de perfume y el tufo de borracho de fin de semana los subordinados tienen el súper poder de recordar todo cuando los jefes culeros se largan.

Por lo pronto hoy regresan los chamacos a clase y eso da harta vida a las ciudades y harto caos vial a las gentes; ahí les contaré cómo me fue con las entregas de mis comiditas en este regreso a clase.

¡Salud!

Saquen las caguas.