El tercer informe de David: entre el fiasco y el hartazgo

En su tercer informe de gobierno, el gobernador de Zacatecas, David Monreal Ávila, destacó los avances en seguridad y finanzas públicas. Pero al igual que cierto personaje de la política nacional, afirmó sin el mayor rubor que Zacatecas es la sexta entidad más segura del país. Sí, claro que esto puede sonar irrisorio, pero así lo mencionó el señor gobernador.

También aseguró que gracias a la coordinación con fuerzas federales y a una inversión histórica de más de 2 mil millones de pesos en infraestructura y tecnología de seguridad, se vive en una armonía absoluta en la entidad.

Otro de los supuestos logros dice ser la disminución de la deuda estatal, evitando solicitar créditos a corto plazo y adoptando una política de austeridad, claro está que el ahorro y evitar los dispendios es el sello de la casa. Para muestra un botón basta, la proyección de gasto de la oficina del señor gobernador, en este año 2024 se estimó en un total de 210 millones de pesos, vaya austeridad.

Ahora bien, dejando de lado la numeraria, debo decir que el Informe de Gobierno debe ser un acto cuyo propósito mayor debería ser la culminación de la transparencia y el compromiso democrático, de tal forma que la rendición de cuentas se convierte en una prueba crucial para los líderes políticos.

Este acto no sólo es un deber frente a la sociedad, sino un reflejo del respeto hacia los gobernados y el compromiso con la democracia. Sin embargo, en el Tercer Informe de Gobierno de David Monreal, la rendición de cuentas ha sido tristemente interpretada como un simple espectáculo de poder.

El Gobernador David Monreal, en lugar de abrir un diálogo constructivo y permitir el cuestionamiento legítimo, ha optado por una estrategia que recuerda más a un dictadorzuelo que a un líder democrático. Con la ironía de su propio protagonismo, Monreal diseñó listas con fotografías de personajes que podrían interpelar su informe y se aseguró de que se les impidiera el acceso.

Esta acción no solo es una violación flagrante de los principios democráticos, sino que también cancela toda posibilidad de diálogo y cuestionamiento. Es un acto que revela una falta de respeto hacia la rendición de cuentas y un temor palpable al escrutinio.

Por si el señor gobernador llegara a leer esto, deseo regalarle una cita de la expresidenta brasileña, Dilma Rousseff, que evidentemente hace un connotado contraste con la postura del señor gobernador. La política brasileña expresó lo siguiente: «No lucho por mi mandato por vanidad o por apego al poder, como es característico de los que no tienen carácter, principios o utopías por conquistar. Lucho por la democracia, por la verdad y por la justicia. Lucho por el pueblo de mi país, por su bienestar».

Rousseff encarna una postura diametralmente opuesta al modelo de gobierno que muestra Monreal. Mientras las palabras de Rousseff defienden la transparencia y el diálogo como pilares de cualquier gestión, Monreal, por su parte, parece aferrarse a un autoritarismo que niega la participación y el cuestionamiento.

Este paralelismo subraya no sólo las diferencias en los enfoques que se observan en torno a la rendición de cuentas, sino también se advierte el impacto que estas posturas tienen en una democracia. La rendición de cuentas no es un mero trámite; es un acto fundamental de legitimidad y respeto hacia el pueblo. El cierre al diálogo y la represión del cuestionamiento son síntomas de un gobierno que no sólo teme ser cuestionado, sino que también desoye la voz de aquellos a quienes debe servir.

En definitiva, la rendición de cuentas debe ser vista como una oportunidad para fortalecer la democracia y no como un escenario para demostrar poder. La postura de Monreal, con su actitud excluyente, se aleja profundamente de tales principios de los que la democracia mexicana y zacatecana necesita.