El próximo lunes 30 de septiembre termina el casi sexenio de Andrés Manuel López, iniciamos la última semana del gobierno del gobierno de AMLO lo cual marca el cierre de un ciclo que ha transformado profundamente el panorama político, económico y social de México. Como con cualquier mandato presidencial, las opiniones están divididas, pero es indiscutible que el sexenio de López Obrador ha dejado una huella significativa en la historia reciente del país.
Uno de los legados más notables de AMLO es la transformación de la narrativa política en México. Desde su llegada al poder en 2018, López Obrador impulsó una agenda abiertamente centrada en las clases populares, combatiendo la corrupción y promoviendo políticas redistributivas. La creación de programas sociales como “Sembrando Vida” y “Jóvenes Construyendo el Futuro” reflejan su compromiso con los sectores más vulnerables, y aunque estos programas han sido criticados por su implementación y efectividad, han significado un cambio en la forma en que el Estado interviene en el bienestar social.
Sin embargo, esta última semana también es momento para hacer una evaluación de las tensiones que se generaron durante su mandato. A pesar de los logros, hay sectores que se sienten agraviados por las decisiones del presidente. La polarización política es uno de los principales retos que deja AMLO, quien con su discurso de «pueblo» contra «élites» se dice profundizó las divisiones en la sociedad. La confrontación con los medios de comunicación, la clase empresarial y algunos organismos internacionales marcaron gran parte de su gobierno, para mí y muchos de sus seguidores han sido actos de valentía frente a poderes fácticos.
En el ámbito económico, el gobierno de López Obrador decretó la austeridad republicana, un principio clave de su administración, fue implementada con rigor, lo que logró controlar el endeudamiento público y evitar gastos excesivos en la alta burocracia, la inversión pública fue reducida drásticamente. El crecimiento económico del país durante estos seis años ha sido modesto, sobre todo debido a la pandemia por COVID 19 que sucedió durante medio mandato.
Uno de los aspectos más controvertidos en esta semana de cierre es la situación de seguridad. Aunque ha sido un desafío considerable en el sexenio, se puede destacar una de las iniciativas más importantes que es la creación de la Guardia Nacional, que busca consolidar una fuerza de seguridad más coordinada y menos dependiente de las fuerzas armadas tradicionales. Esta medida fue vista como un intento de profesionalizar y centralizar las tareas de seguridad pública para enfrentar al crimen organizado y reducir la violencia.
La estrategia de «abrazos, no balazos», que ha intentado abordar las causas subyacentes de la violencia, como la pobreza y la falta de oportunidades que aunque controvertido, representa un intento de ofrecer soluciones a largo plazo para combatir la delincuencia a través de programas sociales y económicos destinados a los jóvenes y las comunidades más afectadas por la violencia.
Además, el gobierno de AMLO ha promovido una mayor transparencia en las estadísticas de seguridad y ha buscado mejorar la coordinación entre las fuerzas estatales y federales para enfrentar el problema de manera más efectiva. Aunque los resultados han sido mixtos, el esfuerzo por integrar la seguridad con un enfoque social y económico ha sido bien visto por algunos sectores.
Por otro lado, no se puede ignorar el impacto de las reformas en el sector energético. AMLO impulsó un fortalecimiento del control estatal sobre los recursos energéticos, como parte de su visión soberanista. La reforma eléctrica y la consolidación de Pemex y CFE como pilares de su estrategia energética buscan garantizar la independencia del país frente a intereses privados, aunque este enfoque ha suscitado críticas por parte de inversionistas extranjeros y sectores promercado que consideran que estas decisiones limitan el crecimiento del sector y ahuyentan la inversión.
A medida que Claudia Sheinbaum se prepara para asumir la presidencia, AMLO entrega un México transformado, pero con retos enormes por delante. La expectativa de muchos es que el proyecto de la Cuarta Transformación continúe bajo su sucesora, durante el segundo piso de la transformación, se cosechará lo sembrado.