Este año termina el sexenio presidencial. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pasará a la historia como el intrépido hombre porfiado que no lo detuvo ni una ideología partidista ni otra para alcanzar sus ambiciones, recordemos que militó en el PRI y en el PRD, hasta formar su propia marca con el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) con la que, después de contender en tres campañas y perder dos, se hizo del poder presidencial de México.
Para lograrlo hizo de todo, plantones, marchas, reuniones de las que hay evidencia con personajes de todo tipo, hasta guerrilleros –subcomandante Marcos en la década de 1990– y familiares de mafiosos –madre de Joaquín, “Chapo”, Guzmán Loera en 2020–.
Tras 18 años de continua campaña, finalmente obtuvo el título de Jefe del Poder Ejecutivo Federal, uno de los tres Podres de la Unión, los otros dos son el Legislativo y el Judicial, sí son tres, autónomos entre sí al menos en papel, es decir ninguno debería imponerse a otro, aunque tristemente la realidad es otra, ya que en este sexenio en particular la voluntad de un solo hombre fue la que prevaleció no sólo en el Ejecutivo, sino para vergüenza de todos en el Legislativo y antes de irse quiere someter también el Judicial.
Para ganar su tercera campaña movió masas, pues en 18 años tuvo tiempo de sobra para llegar a donde ningún otro político pudo o quiso llegar –financiado quien sabe por quién– y supo aprovechar muy bien el descontento social, la desinformación, el poco interés real por participar en política, leer, investigar, comparar, documentarse y la esperanza de un cambio. Vaya cambio que tuvimos.
Prometió mucho, pero en los hechos hay poco que celebrar, porque –por ejemplo– la gasolina nunca costó 10 pesos como prometió (hay grabaciones en las que lo afirma como promesa de campaña) y los servicios de salud jamás mejoraron, sino que empeoraron con tanto recorte, es una vil mentira que en México los servicios de salud son mejores que en Dinamarca, como él afirma, ¿en qué país vivirá?, para demostrarlo basta que cualquiera se dé una vuelta al IMSS aquí en Zacatecas, para ver que en consulta familiar o de Medicina Preventiva no hay ni reactivos para medir la glucosa en sangre, antaño sí se hacía, en Urgencias hay pacientes canalizados en vergonzosas condiciones, esperando atención digna sentados en frías sillas de metal, resbaladizas y como olvidados; camillas amontonadas en los pasillos, en los servicios de hospitalización los familiares de los enfermos son quienes deben llevar hasta una botella de agua para que sus parientes tomen sus píldoras y deben llevar la merienda de la tienda (una gelatina o yogurt azucarado) porque ahí no proporcionan un alimento equilibrado… ¿dónde está la excelente atención que presume el aún Presidente?
En su último informe de gobierno presumió que disminuyeron todos los delitos del fuero federal, entre los que se cuentan los muertos por la violencia imparable en todo el país, pero de acuerdo con el conteo de su propio gobierno, en este ya agonizante sexenio se registraron más de estos fallecimientos que en los gobiernos del priísta Enrique Peña Nieto y el panista Felipe Calderón; los número son 167 mil 336 muertos con AMLO, 150 mil 451 con Peña Nieto y 122 mil 319 con Calderón. Sus propias cifras dejan al descubierto la mentira.
Aseguró que de tajo acabaría con la corrupción, pero por todos lados se ven fallas “en el sistema”, el simple hecho de repartir dinero a manos llenas por no hacer nada, sin mérito alguno y sin ninguna justificación, es corrupción con disfraz de apoyo social cuando en realidad son becas electorales, con las que aplaca al pueblo y compra sus voluntades. Se han preguntado ¿de dónde sale ese dinero? A quienes desconocen del tema cualquier explicación venida “del mesías” es válida y muchos prefieren creer que es lo que se robaban los antecesores de la llamada Cuarta Transformación, cuando en realidad sale de los recortes a sectores prioritarios, porque la robadera sigue o… ¿por qué creen que no hay medicinas que antes sí?, ¿por qué las carreteras están en pésimo estado?, ¿por qué no hay apoyos reales y a tiempo para el campo? Y así puedo seguir y seguir escribiendo.
El acto más grande de corrupción a ojos vistos fue la famosa rifa del avión presidencial, ¿de verdad creen que el presidente viaja como un paisano cualquiera? En cada gira presidencial no sólo paga su pasaje, sino el de todos sus acompañantes, entre funcionarios, secretarios de estado, equipo de seguridad –claro que tiene seguridad, ¿a poco creyeron que de verdad renunció a eso?–, prensa e invitados especiales.
Eso de que no viviría en una casa especial para los presidentes fue una tomada de pelo; quien se convierte en Presidente de la República deja de ser un ciudadano regular, porque representa a un país entero y lleva una investidura que respetan en todo el mundo; dejó Los Pinos sí, ¡pero se fue a vivir a un palacio!, con cientos de empleados para dar mantenimiento al recinto y darle atención a él y su familia. ¿De verdad creen que vivió en una casa de interés social de Infonavit, como la muchos mexicanos que pagas sus viviendas con sumo trabajo?
Por sus pistolas construyó el Tren Maya, innecesario y muy costoso no sólo económicamente, pues superó su presupuesto inicial en 230% –costó 515 mil millones de pesos–, sino que se talaron miles de árboles, se dañaron matos freáticos, etc.
La corrupción no se acaba por decreto.
Todo lo que informó el Presidente en su último informe puede no ser mentira, pero no en este México en el que vivimos usted y yo, sino en un país alterno donde él y su familia viven muy bien a costillas de todos.
Mi mente tendrá bien guardada en “sus archivos” su sonrisa burlona y actitud despótica con que se movía en “las mañaneras”, conferencias a modo a las que sólo asistían elegidos que no lo incomodaran.
Espero sinceramente que su sucesora gobierne para todos, que le vaya bien, para que nos vaya bien a todos, para que haya verdaderas fuentes de empleo con salarios dignos, que aumente el poder adquisitivo y que no se burle de nosotros, los gobernados.