Hoy cumple años mi hijilla, tiene 21 años, si viviera en los yunaites podría comprar sus cheves legalmente, acá pudo comprar mis cheves antes de los 18 (porque no le pidieron identificación) y un día le vendieron mis cigarros a los 15 años (fue por error, algún día les contaré esa pato aventura).
El camino que hemos recorrido ha sido interesante, el embarazo fue terrible, los primeros días de vida pésimos, los primeros meses difíciles, los primeros años pobres y los más recientes han sido extraños, pero extraños lindos.
Ha tenido un padre ausente, gracias a Dios, y mezquino gracias al machismo y misoginia que siguen existiendo; el men tiene otros atributos pero esos se los cuento el próximo año, cuando la hija cumpla 22.
La chamaca y yo hemos caminado el sendero junto a mi jefita, tampoco ha sido fácil, las gentes tenemos que ir evolucionando para la convivencia, pero sobre todo para sanar lo que la vida nos permitió vivir y en momentos destruir o herir.
La compañía de Ángela ha sido maravillosa… en ocasiones.
Como todo en la vida, cuando decidimos no ser hipócritas, las mamás sabemos que hay días en que los hijos se vuelven un cólico menstrual que transcurre al mismo tiempo que un cólico renal.
Así como sigue presente el machismo, sigue presente esa necesidad de romantizar la maternidad, que en efecto no es un dolor de muelas, pero tampoco es una michelada de Bodeguilla (no me gusta la miel sobre hojuelas así que ese referente no aplica conmigo).
Muchas mujeres hemos tenido la fortuna y en algunos casos el infortunio (por adolescencia, violación, abuso, maltrato, falta de permiso de usar anticonceptivos (por religión o machismo)) de tener hijos, desde muy chiquita he buscado que Ángela sepa que su mamá además de mamá se llama Eva, que sí, trabaja para ella, pero no sólo es la mamá de Ángela, también es una doñita que se llama Eva.
Nunca he pensado que tengo una hija que me cuide en la vejez (espero no llegar a la vejez), porque le he recordado que ella no solo es Ángela la hija de Eva, también es una morrita que tiene sueños y metas que alcanzar, la quisiera libre y feliz, pero entiendo que pasará por mil pedos que no podré detener.
Irremediablemente pienso que hay en el mundo miles de personas que por alguna razón no pudieron tener Angelillas en sus vidas, celebro que los sistemas de adopciones se vuelvan cada vez más amigables para que así miles de niños puedan tener una familia que los amen, y me refiero a familias tradicionales, mono u homoparentales.
También celebro que haya mujeres que decidan no tener hijos y que tengan la opción de abortar de manera segura.
Hoy celebro la vida de mi hija, celebro que sea mujer y celebro que cada día sepa que ser mamá no la define como mujer y que ser mujer no la obliga a ser madre, pero ser mujer sí la obliga a ser feliz, valiente y libre. Esas deberían ser nuestras únicas obligaciones en la vida.
Hoy todo es color azul para mí (no me gusta el rosa) y hoy me voy a tomar una cheve, así que “aquí no hay novedad”.