A lo largo de mi vida siempre, sin importar mi edad o condición, siempre he sentido que tengo menos de lo que quiero, aunque siempre he tenido lo que he necesitado en cada momento. No sé si esa sensación la comparto con la mayoría de las personas, sin embargo, he observado que muchas de las personas que están a mi alrededor –aunque no se den cuenta– tienen esa misma sensación; algunas se quejan y hasta maldicen, otras ni siquiera son conscientes de lo que sienten.
Uno de los grandes tesoros que tenemos y no apreciamos es la salud. Una buena salud, una salud perfecta pocas veces la notamos por lo cual no la disfrutamos conscientemente y mucho menos la agradecemos. Apenas lo notamos cuando adolecemos de ella, así sea un simple resfriado.
Por lo general vamos por la vida luchando por obtener, conservar e incluso incrementar cosas, situaciones, relaciones o posesiones externas a nosotros porque creemos que eso nos dará bienestar o felicidad, pero entre más tenemos más queremos –nunca es suficiente– y muchas veces ese deseo casi infinito de tener nos es concedido a base de mucho trabajo, a veces desmesurado, que poco a poco nos va robando la salud y no pocas veces, la vida. No está a discusión la manera fácil e ilícita de obtener las cosas que se pueden comprar con dinero.
Para recuperar la salud, además de los cuidados instintivos, es necesaria la atención médica, sobre todo de prevención para evitar a toda costa la enfermedad que es mucho más costosa, también en dinero, que la prevención.
En México no todos gozan de seguridad social para cuidar nuestra salud y quienes tenemos el privilegio de tenerla, no la usamos al 100; no todos acuden a los programas de medicina preventiva, no atienen al pie de la letra las recomendaciones de los médicos y no todos toman estrictamente sus tratamientos, aunque todos sabemos que todo esto nos evitaría muchos malestares, físicos y financieros.
Al 31 de mayo de 2023 el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) tenía registrados 21 millones 862 mil 909 puestos de trabajo; de éstos, el 86.3% son permanentes y el 13.7% son eventuales; cifras que se traducen en familias aseguradas.
El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) hasta 2022 tenía registrados a más de 13.6 millones de derechohabientes. De ellos, 9.2 millones eran familiares de trabajadores o pensionados.
De acuerdo con el INEGI, la población de México en el primer trimestre de 2024 era de 129.7 millones de personas; si tomamos como referencia estas cifras, sin tomar en cuenta los años en cuestión, nos daríamos cuenta que menos de la mitad de la población es la que goza de estos servicios, tan indispensables para la salud misma de una nación.
Pero… ¿cómo medimos la salud de un país? ¿Cómo podríamos “curarlo”? ¿Verdaderamente procuramos tener un país saludable? De acuerdo con diversos estudios, algunos de los factores estándares para que un nación tenga un buen nivel de bienestar (que sea saludable) son: una buena vivienda, un empleo con remuneración suficiente para una vida digna, tener acceso al menos a los servicios básicos (agua, luz, drenaje), seguridad pública eficaz y confiable, acceso a la educación, un medio ambiente saludable y compromiso cívico y de buen gobierno por parte de los dirigentes del país.
¿A cuántos de estos puntos ha palomeado como buenos o aceptables? Y mejor aún, ¿a cuántos de estos abona para que el país se aleje “de la enfermedad” –pobreza, ignorancia, violencia, etc.–?
No siempre podremos tener lo que queremos, ni a nivel personal ni como país, sin embargo no todo está perdido, basta que cada uno haga lo que debe hacer para vivir en un entorno confiable.
Hoy de golpe me he dado cuenta cuán afortunada he sido durante toda mi vida, pues gozo de una salud casi perfecta, pero tengo la desdicha de ser testigo de cómo la vida de queridos y entrañables amigos se va apagando por enfermedades terribles, algunos que no comprenden o aceptan lo que les pasa, otros que con increíble valor y fortaleza pelean contra la muerte con tan buena actitud que si su mal no hiciera mella visible en su cuerpo, nadie creería lo mal que están.
Desde aquí un abrazo para ellos con todo mi corazón y respeto.
La terrible verdad¡Ño valoramos lo que tenemos! Saludos. Excelente punto el de el día de hoy.