Cuaresma 2025

El próximo 5 de marzo, con el Miércoles de Ceniza, la Iglesia Católica dará inicio a la Cuaresma, un tiempo de reflexión, penitencia y preparación para la Pascua.

Este año, sin embargo, el contexto parece más cargado que nunca de simbolismos y desafíos, un tanto similar al año de la pandemia, pero ahora por la enfermedad del Papa Francisco, quien desde el 14 de febrero ha estado hospitalizado por bronquitis y neumonía bilateral, lo que da incertidumbre a este período litúrgico.

Su ausencia probable en las ceremonias iniciales, delegadas al cardenal Angelo de Donatis, nos invita a reflexionar sobre la fragilidad humana, incluso en quienes lideran espiritualmente a millones.

La Cuaresma siempre ha sido un tiempo de rituales. La imposición de las cenizas, con esas palabras que resuenan como un eco eterno –“polvo eres y en polvo te convertirás”–, nos confronta con nuestra mortalidad y nos llama a la conversión.

Este año el gesto cobra un matiz especial con el Papa Francisco convaleciente. Su mensaje para esta Cuaresma, titulado “Caminemos juntos en la esperanza” y escrito antes de su ingreso hospitalario, parece profético: nos urge a salir de la autorreferencialidad y a encontrar sentido en la comunidad, en el otro, en especial en los más vulnerables como los migrantes. La enfermedad del Pontífice refuerza esta idea: somos peregrinos frágiles, dependientes de la gracia y del apoyo mutuo.

El Miércoles de Ceniza, con su cruz de ceniza en la frente, será un recordatorio poderoso de nuestra finitud, más aún cuando el líder de la Iglesia enfrenta su propia vulnerabilidad. La ausencia física de Francisco no disminuye su mensaje; al contrario, lo amplifica.

Nos invita a una espiritualidad encarnada, que no rehúye el sufrimiento ni la incertidumbre, sino que los abraza como parte del camino hacia la Pascua. En este 2025, la Cuaresma no sólo necesita rituales, sino que clama por una autenticidad que trascienda las pantallas y las noticias sobre la salud papal. Es un tiempo para redescubrir lo humano en medio de lo digital, lo eterno en medio de lo efímero.

Así, mientras caminamos juntos en la esperanza, como nos pide el Papa, la Cuaresma 2025 se presenta como una oportunidad para reconciliarnos con nuestra fragilidad y para encontrar en los rituales un ancla espiritual. Que las cenizas de este miércoles nos recuerden que, aunque el polvo seamos, hay una promesa de vida que ni la enfermedad ni la tecnología pueden apagar.