¿Recuerdan la campaña que se lanzó contra el gobierno hace unos años, de que había planes de “privatizar” los servicios del IMSS, el ISSSTE y todos los servicios públicos de salud? Se decía que los derechohabientes no tendríamos derecho a nada o a casi nada, que deberíamos pagar las consultas con especialistas y que tendríamos qué comprar de nuestros bolsillos los medicamentos, entre otras cosas. El vaticinio se ha cumplido, aunque no hubo privatización.
Sin embargo, los agoreros erraron el tiempo, partido en el gobierno y la forma, aunque atinaron –y se quedaron cortos– con el señalamiento de los afectados: todos los usuarios de las instituciones públicas de salud.
Cuando esa campaña tomó fuerza, sobre todo en WhatsApp donde circuló con mayor persistencia, se culpaba de todo y por todo a los gobiernos priístas de corrupción y malos manejos para beneficio de unos cuántos y, en el tema que nos ocupa, era la ambición priísta la que privatizaría la salud en México, afirmaciones que enojaron a los menos informados que creyeron al dedillo tanta y malintencionada afirmación… sin embargo terminó la hegemonía tricolor y no se materializó tal predicción.
Aunque no pretendo tapar el sol con un dedo y justificar o hacer un cuento más o menos irreal, hasta entonces, el aparato público de salud funcionaba si no con excelencia, sí lo hacía razonablemente, a pesar de que tenía sus fallas y por supuesto que había corrupción –lamentablemente ese es un mal que siempre ha existido–.
Es hasta ahora, cuando el gobierno está en manos de quienes auguraban la dichosa privatización, que es casi insufrible la larga lista de carencias en el sistema de salud.
Mis afirmaciones no son desconocidas para los derechohabientes del IMSS o ISSSTE. No es un secreto que al menos en Zacatecas y sobre todo en el ISSSTE, más que en el IMSS, nunca se surte una receta completa, es verdaderamente deprimente, lamentable y vergonzoso ver cómo ancianos que apenas pueden caminar y que no tienen quien haga el trámite por ellos o los acompañen, tengan que ir más de una vez a ver si ya llegó tal o cual medicina, hasta que se vence la receta.
Sólo por mencionar algunas carencias de esas que son obvias para cualquier derechohabiente, porque claro, habrá otras muchas que no están a la vista de todos:
En el ISSSTE actualmente ni médicos familiares hay, mucho menos especialistas, no se hacen pruebas rápidas para medir la glucosa en sangre con un pinchazo en el dedo porque no hay reactivos, cuando hacen una mastografía le exigen al paciente –sí, exigen y de no muy buenas formas– que lleve su propio DVD para grabar su estudio, con la advertencia de que si no lo lleva no tendrá el estudio y lo peor, cuando llega con el médico tratante, resulta que no ven el dichoso estudio porque ¡no tienen dónde verlo!
En el IMSS tampoco hacen pruebas rápidas de glucosa en sangre, tampoco hay reactivos; escasean los medicamentos, las esperas en Urgencias son terribles y faltan camas en esa área donde hay pacientes canalizados sentados en incómodas sillas y hasta en el piso en un panorama surreal, los familiares de los pacientes internados deban llevar sus meriendas o comidas, el personal de enfermería es insuficiente, tanto que los enfermos internados deben ser cuidados por sus familiares.
Me he enterado, desgraciadamente porque afecta directamente al familiar de una entrañable amistad, que no hay tratamientos de quimioterapia, pues con suma desfachatez le han pedido que compre su tratamiento si le interesa que su paciente lo reciba.
Cosas más, cosas menos a esta lista serían irrelevantes si fuera sólo una mala racha, pero tristemente no lo es y lo sabemos. Se derrumba el sistema de salud si no es que ya pisamos sus escombros, pues aunque no se privatizó como se vaticinaba, lo cierto es que ni con las dichosas becas del Bienestar alcanza, en ocasiones, ni para comprar los medicamentos que necesita un enfermo que además de medicinas debe pagar consulta médica, aunque sea con el Dr. Simi, porque no le alcanza para un médico de esos que atienden en hospitales de renombre.
Tristemente para los derechohabientes de las instituciones públicas de salud nuestros gobernantes lo saben, por supuesto que no es desconocido para nadie, pero ¿qué creen? No les importa porque a ellos no les afecta o ¿han visto algún gobernador hacer fila para preguntar por un medicamento en el IMSS?
Tan lo saben que la presidenta Claudia Sheinbaum impulsa un nuevo programa federal cuyo objetivo es “mejorar las condiciones de acceso a los servicios de salud”, dice la página oficial, lamentablemente sólo va dirigido a adultos mayores y personas con discapacidad. El programa pretende llevar atención médica a domicilio y entrará en funciones en 2025.
Y en medio de todo este panorama, resulta realmente inexplicable tanta carencia en el sistema de salud, porque una de las razones por las que los patrones están renuentes en dar seguridad social a sus empleados –este es tema de otra columna– son las imperdonables cuotas que deben ser puntuales so pena de pagar las nada baratas multas por su omisión.
