Cuando visitamos un bosque, parque, la Alameda, una comunidad con un arroyo como lo es Machines, o bien una presa o cuerpo de agua, donde siempre encontramos árboles, es algo que nos alegra la vista, nos relajamos en su sombra y siempre nos mejora el día visitar estos lugares, pero los árboles no están solos.
Peter Wohlleben revela en “La Vida Secreta de los Árboles” que los bosques son redes vivas de comunicación, apoyo y memoria, cuidan a los suyos, comparten nutrientes y se protegen mutuamente a través de sus raíces, libro publicado en el año 2015.
Responder a qué es un árbol, según la perspectiva del autor, habla de los árboles, pero no sólo como elementos biológicos y entes de vida, sino también como seres capaces de tejer conexiones con la naturaleza y con los seres humanos, son seres que sienten, que enferman y que crean vínculos.
Gracias a estas interacciones crean familias, se cuidan y se comunican a través de sus largas extensiones que se desprenden libremente debajo de la superficie y quedando lejos de la vista para el resto de animales.
Los árboles son seres sociales, cooperan entre sí y forman comunidades a través de una red subterránea de hongos, comparten nutrientes, información y advertencias.
Estos árboles también cuidan, enseñan y apoyan, los de más antigüedad nutren a los jóvenes como padres, se comunican con señales químicas y eléctricas alertándose sobre amenazas, incluso estudios demuestran que los árboles enfermos reciben ayuda de sus vecinos.
Otra característica que tienen es que en lugar de luchar por luz y espacio, los “árboles amigos” evitan invadirse, tejen un dosel compartido que los protege a todos, el apoyo mutuo entre ellos sirve para resistir tormentas, sequías y otras amenazas.
El ritmo de vida que presentan es lento pero eficiente, viven en escalas de tiempo muy diferentes a las humanas, su crecimiento, reproducción y reacción a cambios ambientales pueden tomar décadas o siglos.
Los árboles se comunican entre sí a través de diferentes medios, aunque no de la forma en que los humanos lo hacemos, es decir con palabras, ellos utilizan señales químicas, eléctricas y hasta ultrasonidos para transmitir información.
Los árboles pueden liberar sustancias químicas, como olores, para alertar a otros árboles sobre la presencia de plagas, depredadores, o para avisar sobre condiciones climáticas adversas, esto es catalogado como señales químicas.
Se ha observado que los árboles pueden emitir y recibir ultrasonidos, lo que podría ser otra forma de comunicación entre ellos, algunos estudios mencionan que estos ultrasonidos pueden advertirse mutuamente sobre la presencia de plagas o depredadores, estos generan o activan sus defensas naturales, como la producción de compuestos tóxicos, por medio de su red de hongos se comparten nutrientes y agua, lo que es especialmente útil en épocas de sequía o cuando los árboles están más estresados que otros.
La comunicación entre árboles puede ayudar a las especies a sobrevivir y a prosperar en entornos difíciles, no tienen un leguaje como el humano, pero sí se comunican entre sí a través de diversas señales químicas, eléctricas y hasta ultrasonidos, lo que les permite colaborar y sobrevivir.
De ellos también se han hecho algunas frases como: “somos como los árboles, muertos por dentro, pero de pie”, o algo así dice esta frase. El mensaje es que un árbol, aunque que esté muerto por dentro, sigue dando vida e información a sus vecinos, ya que forma parte de un ecosistema.
Hace tiempo se puso de moda en las redes sociales un video donde se colocaba una persona cerca de una rama de un árbol, se le decía: “árbol, si me escuchas, toca mi hombro”, en el video mágicamente hacía viento o la rama se acercaba. Si bien pueden ser una ilusión, quizás por medio de lo que hoy te platicamos podríamos llegar a pensar que a su manera y a su forma se comunican.
Cuando estés cerca de un árbol, recuerda que incluso lo más silencioso en el bosque está contando su historia.
